El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) constató la presencia de estomatitis vesicular en dos equinos del hipódromo de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. Estos se agregan a otros casos detectados en los últimos días en las localidades bonaerenses de Magdalena y Olavarría y en Canals, provincia de Córdoba.
Los casos mencionados fueron confirmados por la Dirección de Laboratorios y Control Técnico (Dilacot) del Senasa. En los cuatro predios, la enfermedad se presentó con una limitada difusión, lo cual se constató por la inspección clínica y los resultados de los exámenes serológicos negativos realizados a los animales que convivían con los afectados y no presentaron síntomas. Asimismo, los equinos con sintomatología evidencian una evolución favorable del cuadro a los pocos días.
Aclaró el organismo que “no pudo comprobarse vínculo epidemiológico entre los diferentes casos” hallados. “Mientras tanto, el Senasa continúa realizando los controles y las acciones de prevención correspondientes para evitar la posible difusión de la enfermedad”, se añadió.
La estomatitis vesicular es una enfermedad que afecta a equinos, burros, mulas, bovinos y porcinos y ocasionalmente a ovinos, caprinos y camélidos sudamericanos. Su sintomatología clínica tiene una gran similitud con la fiebre aftosa, la enfermedad vesicular porcina y el exantema vesicular del cerdo, por ello es que se debe denunciar ante el Senasa cualquier síntoma sospechoso.
Las lesiones que produce el virus en los équidos consisten principalmente en la formación de vesículas en la superficie superior de la lengua, las encías, los labios y alrededor de la nariz y las comisuras bucales. En algunos equinos, dichas lesiones pueden pasar desapercibidas y aparecer como costras en el morro y los labios, y con menor frecuencia, en pezones, prepucio y cascos.
Si bien la transmisión de la estomatitis vesicular y la importancia relativa de las diferentes vías de transmisión del virus no está completamente entendida, está demostrado que una vez que el virus se introduce en un rodeo, suele propagarse por contacto directo entre animales, a través de heridas en la piel y las mucosas.
Asimismo, existe la posibilidad de transmisión a través de insectos vectores (moscas, mosquitos y flebótomos). A semejanza con la fiebre aftosa, los animales infectados eliminan virus por saliva, el líquido de las vesículas que se forman y en menor medida, por las secreciones nasales. El virus puede sobrevivir en elementos contaminados de tres a cinco días, pero se inactiva con la luz solar. Es también importante la infección por exposición a fómites, es decir, medios o superficies contaminadas con las secreciones y capaces de vehiculizar el virus, como agua de bebida, alimentos, suelo, pasto, utensilios y accesorios de montar.
Las personas pueden infectarse por contacto directo con los animales, por aspiración de partículas o por heridas en la piel. Sin embargo, la enfermedad es considerada una zoonosis de bajo impacto, ya que los signos clínicos son semejantes a la gripe y no representan un riesgo considerable para su salud.
Aunque no es de notificación obligatoria ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), los casos de esta enfermedad sí deben reportarse en nuestro país ante el Senasa (Resolución Senasa N°422/03), debido a que su presentación clínica en bovinos, porcinos y ovinos es similar a la de la fiebre aftosa.
Por último, cabe destacar que esta enfermedad no resulta limitante para el comercio internacional ni está asociada a grandes pérdidas productivas, ya que la sintomatología remite en pocos días.
Se solicita la colaboración de veterinarios, tenedores de equinos o productores ganaderos en la notificación inmediata de cualquier sospecha de casos compatibles con la enfermedad, en la oficina del Senasa más cercana, a los teléfonos (011) 4121-5340/ 5411 o vía correo electrónico a: epidemiologia@senasa.gob.ar y equinos@senasa.gob.ar.