Hace unos días la Universidad Austral presentó el resultado de una encuesta en la que da cuenta de los cambios en el modelo de negocios y de la empresa agropecuaria en la región pampeana (cuator provincias que son Buenso Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos). Esta encuesta se hace cada 5 años y los seleccionados no fueron elegido al azar sino en función de lo que informó el último Censo Agropecuario Nacional de 2018.
Desde la última encuesta, hecha en 2017, hubo varios cambios. Los resultados permiten además comparar lo que sucede acá con lo que pasa en Estados Unidos, ya que se trata de un trabajo en conjunto con la Universidad de Purdeu, ubicada en Indiana, en la misma campaña y en base a productores que hacen los mismos cultivos.
“Se busca entender desde el lado académico hacia donde evoluciona el negocio y el modelo de empresa”, explicó Bernardo Piazzardi, quien luego desmenuzó con Bichos de Campo los principales datos y conclusiones.
Escuchá la entrevista completa:
“El primer dato tiene ver con el nivel educativo de los productores. El 50% tiene nivel secundario completo y el 15% estudios de posgrado, mientras que en Estados Unidos solo el 20% tiene estudios universitarios”, indicó el directivo de la Universidad Austral.
La juventud de muhos productores favorece la incorporación de tecnología. “El perfil joven de los agricultores y con alto nivel de instrucción le facilita la adopción de estas herramientas. De cada 10 empresas hay 7 equipadas para recoger datos en maquinarias, que cumplen la función productiva. Vamos a una agricultura recontra inteligente, operando al metro cuadrado”.
Otro dato importante tiene que ver con la intención de seguir apostando por el sector y sus empresas a pesar del contexto macroeconómico e institucional que tantos dolores de cabeza generan.
“En 8 de cada 10 encuestados la decisión es invertir en los próximos 5 años. Es un dato fuerte porque es muy difícil encontrar sectores de la economía donde vayas y te digan que van a estar invirtiendo, probablemente la relación sea la inversa y que 2 de 8 te digan que sí”, indicó el especialista de la Austral.
Pero esas inversiones se hacen en determinados contextos, y ese es uno de los grandes desafíos: cómo hacer crecer las empresas y que el dinero que se desembolse rinda sus frutos a pesar de la falta de financiamiento de capital operativo o estructural.
“El cambio permanente en los aspectos comerciales como compra-venta y los diversos tipos de cambio, el régimen de presión fiscal al que es sometida la actividad, la cantidad de trabas para registrar una sociedad o un negocio, todo ese entramado no se hizo presente con fuerza. Hoy se colocó cuarto en el nivel de preocupaciones del que toma decisiones”.
Encuesta_Productor_Argentino_Abreviado_2022
Otro cambio que se verifica en la medición tiene que ver con la menor inversión en tierras de terceros y más en campos propios donde se busca el agregado de valor a lo que se produce y la diversificación productiva que también permite diversificar el riesgo.
“El modelo muy vigente hasta los primeros 10 años del siglo 21 era el de una agricultura en campos de terceros apalancada en biotecnología que permitía utilizar un paquete tecnológico que hacía todo simple y de bajo costo y que generó revolución productiva. Pero ese sistema se crackeó. El sistema sonó, aparecieron las resistencias a malezas e insectos y se volvió caro y complejo por lo que los márgenes en campos de terceros cayeron”, dijo Piazzardi.
Un costo clave en este sistema es el de la tierra, de hecho cerca del 50% del ingreso bruto de los agricultores, que con razón tanto se quejan de los derechos de exportación, se va en el pago de arrendamientos.
“Por eso vemos que va cayendo la cantidad de productores que operan en tierras de terceros. En la última medición fue bajando del 80% registrado años atrás al actual 55%. El modelo de negocios es menos extensivo hacia campos de terceros y más intensivo en tierra propia”.
¿Esto que significa? Que se busca el agregado de valor y la diversificación para no tener los huevos en la misma canasta y aprovechar al máximo todo lo que el campo genera.
“Un productor que antes hacía 100 hectáreas propias y 2.000 alquiladas ahora arrienda la mitad, pero en su campo busca generar biogás, biocombustibles, instala una planta extrusora de soja, un criadero o engorde de cerdos un suma un robot al tambo. Eso se está dando y la hipótesis es que eso genera mini-revoluciones de desarrollo local”, indicó Piazzardi.
El investigador dijo que estas inversiones implican más demanda de proveedores de insumos y maquinarias para los diferentes procesos productivos que se van gestando, así como una mejor interacción con otro sector como es el caso del energético o con la misma comunidad ya que la producción de bioenergía implica negociar el suministro con las cooperativas de cada pueblo o ciudad.
Se agrega valor, pero también se busca la diversificación para defenderse del contexto negativo a nivel institucional y económico al que antes referimos.
La pregunta que dejó flotando Piazzardi es si “los demás agentes vinculados van a acompañar este fenómeno o van a mirar para otro lado. Si esto es una locura de los productores que siguen arriesgando o está coordinado con todos los demás agentes de la cadena. En algunos casos ves que esa convergencia se empezó a dar y eso es una muy buena noticia ya que hace sustentable la inversión”.