Una empresa chilena llamada Agroindustrial CMA SpA, con apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) de ese país, ha empezado a aprovechar el aporte nutricional de la semilla de la especie forestal acacia caven, también conocida como “aromito” o “espinillo”, para elaborar una harina que podría servir como aditivo para la producción de pan.
Las semillas de acacia son un recurso silvestre, endémico en Sudamérica, que se encuentra subutilizado, ya que no se consume a pesar de poseer un elevado contenido de proteínas, incluso superior a las leguminosas tradicionales. Como ya empezó a suceder en el norte argentino con el algarrobo, su recolección permitiría a pequeñas comunidades campesinas tener otra actividad que les genere nuevos ingresos. En el caso de Chile, la especie se adecua a los ciclos de recolección de productos forestales no madereros en los cuales ya trabajan, siendo complementario a la recolección de rosa mosqueta, por ejemplo, y permitiendo además extender hacia mediados de año las actividades de recolección.
En esta línea, la responsable de laboratorio de la empresa Agroindustrial CMA SpA, Marisol Zurita, destacó que “las semillas de acacia poseen un endosperma con un alto nivel de proteína (42%), superior incluso al contenido proteico del poroto de soja (38%), y otras leguminosas (lentejas, garbanzos, etcéteras)”.
“A diferencia de otras fuentes de proteína vegetal, las semillas de acacia no compiten con cultivos tradicionales por superficies cultivables ya que los espinales silvestres se desarrollan en zonas de secano costero, en los cuales es muy difícil la implementación de cultivos industrializados”, agregó la especialista.
Y completó: “Hoy en día, las semillas de acacia se recolectan de manera manual en espinales silvestres. Aproximadamente, una hectárea de espinal es capaz de generar 1.500 kilos de vainas por temporada, las cuales se abren y separan de la semilla que posee el endosperma que será purificado, procesado y convertido en un aditivo enriquecedor de proteína para uso en industria panadera”.
El proyecto de aprovechamiento cuenta con apoyo oficial. La directora ejecutiva del FIA, Francine Brossard, relevó que “junto al Ministerio de Agricultura, y en el contexto del Plan de soberanía y para incentivar una alimentación sana, este aditivo se presenta como una muy buena alternativa, ya que es un aporte a la nutrición de las personas, al poder incorporarlo en la mezcla panadera, pudiendo llegar a valores superiores al 5% en un producto que es consumido a diario”.
“Por otro lado, se agrega valor a los espinales, destacando su aporte nutricional y dando una oportunidad a la pequeña y mediana agricultura de la región de trabajar con este recurso, abriendo una posibilidad de negocio y encontrando diversificación en sus alternativas de producción”, añadió.
El aditivo aún no se encuentra a la venta, pero según un informe oficial “ha despertado mucho interés en la industria panadera nacional”. Tanto que se espera que las ventas iniciales sean cercanas a los 200 toneladas/año durante los primeros años, con tasas de crecimiento promedio anual de un 25%.
El nombre vulgar de la especie bajo investigación es Espinillo. Según el Sistema de Información de Biodiversidad de Parques Nacionales, en la Argentina, se trata de un “árbol de 2 a 5 metros de altura, caducifolio y espinoso, con espinas blancas de hasta 3 centímetros de longitud, con flores amarillo-doradas, perfumadas, en cabezuelas. Su fruto es una legumbre de color negro cuando madura”.
La especie, nativa de Sudamérica, se puede encontrar hasta el centro de Argentina, florece a principios de primavera.