El presidente Alberto Fernández destacó este lunes que los precios de la carne vacuna bajaron desde el momento en que, por decisión del Gobierno nacional, fueron aplicadas restricciones a la exportaciones del sector.
“Los precios de la carne bajaron desde el momento en que restringimos las exportaciones. No es justo que el precio internacional de la carne vacuna sea el mismo precio que deban pagar nuestros compatriotas. Cuidar la mesa de los argentinos. Ese es nuestro compromiso”, escribió el Presidente en su cuante de Twitter, tras compartir un estudio de la consultora CEPA, del economista kirchnerista Hernán Letcher, de la que ya informó Bichos de Campo. Ese informe daba cuenta de que los precios de la carne habían bajado 1,4% en agosto.
En realidad no es cierto, pues el cepo está vigente desde mediados de mayo, y en junio los valores traparon cerca del 8%, según el INDEC. Pero bueno, Alberto considera que con dos bajas acumuladas de 1% en julio y del 1,4% en julio ya está cumplido con éxito el objetivo de aplacar la suba de los valores de ese alimento. Desde 2020, acumulaban un aumento de más del 80%.
“Cuidar la mesa de los argentinos; ése es nuestro compromiso”, reafirmó esta mañana el mandatario a través de Twitter, donde replicó también las conclusiones de un informe del Observatorio de Precios del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que indicaron que “el precio de la carne vacuna se redujo por segundo mes consecutivo, -1,4% en agosto”.
“Es evidente que las medidas impulsadas tuvieron efecto sobre el precio de la carne en Hacienda y mostrador”, destacó el trabajo del CEPA, encabezado por el economista Hernán Letcher, que fue retuiteado por el mandatario, que en junio pasado, cuando institucionalizó el sistema de cupos al 50% de la exportación de carne vacuna había prometido -según cuentan los dirigentes de la Mesa de Enlace que se reunieron con él- que iba a desactivar estas restricciones ni bien se estabilizaran los valores.
No cumplió el presidente con esa promesa. El martes pasado, los Ministerios de Desarrollo Productivo y de Agricultura prorrogaron hasta el 31 de octubre próximo las restricciones a las exportaciones de carne a través de la Resolución Conjunta 7/2021.
Mediante este sistema, el gobierno redujo a la mitad (salvo ciertas cuotas) los volúmenes de carne que se exportaron en el segundo semestre de 2020. Así se garantiza que cerca de un 15% de la oferta total de ese alimento (que responde a parámetros biológicos que s epueden demorar pero no detener) sea volcada al mercado interno. Es esta sobreoferta la que provoca las bajas vistas en estos meses, frente a una demanda muy baja de los argetinos, cuyos salarios han sido pulverizados en los últimos años.
La consultora EconoAgro, del consultor Andrés Halle, difundió frente a esta temeraria lectura oficial sobre el éxito de las restricciones un cuador que muestra la evolución de los precios del novillo durante el primer cierre de las exportaciones decidido por Néstor Kirchner en 2006 y el añoñ 2011, cuando Cristina ganó las elecciones con 54% de los votos. Como se ve allí, los precios primero tuvieron una baja -como está empezando a suceder ahora-, pero luego pegaron un fortísimo repunte por el impacto dañino que el cepo exportador tuvo sobre la producción y la oferta de carne.
Con ese antecedente históricos, en esta ocasión los productores nucleados en la Mesa de Enlace ya calcularon que el daño provocado por el cierre de las exportaciones sobre la cadena productiva (tanto a ganaderos, frigoríficos como a trabajadores) sumaría una suma cercana a los 1.000 milllones de dólares en estos tres meses de intervención. Es decir, ya se sentiría el efecto desaliento sobre la producción ganadera.
El consultor Víctor Tonelli, a partir de ese cálculo de pérdidas, estimó que con todo ese dinero se podrían haber compardo 547 millones de kilos de carnes para regalar a los sectores que realmente lo necesitaran. Sería el equivalnete a 12 kilos por habitante. En la Argentina, por la fuerte caída del poder adquisitivo de los salarios, cada argentino redujo desde 2020 a esta parte su consumo en cerca de 5 kilos, de unos 50 kilos a 45 kilos anuales per cápita.