Un grave problema que aqueja a los aeroaplicadores profesionales y registrados es la existencia de una gran cantidad de ‘colegas’ marginales que no trabajan bien y alimentan, en muchos casos con razón, la ferviente crítica de los ambientalistas contra las fumigaciones aéreas. Gustavo Marón es el representante legal de Fearca, la entidad que nuclea a los aplicadores legales, y cuenta a Bichos de Campo que hay 1.500 aviones distribuidos entre 300 empresas, pero se estima que los marginales son casi los mismos. Un panorama complicado.
“Hoy tenemos dos conflictos que ponen en jaque y molestan a la actividad. Por un lado, los operadores aéreos no registrados y clandestinos; que debería controlar la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil) y recién ahora lo está empezando a hacer, pero estuvo negando el problema durante años. Y por otro lado los reclamos justos de los sectores medioambientales que en algunos casos se radicalizan en una oposición asérrima”, informa Marón.
“Desde Fearca estamos dando batalla a los dos frentes. Por un lado, invitando a los aplicadores clandestinos a la registración para incorporarlos al sistema; y en cuanto a los ambientalistas, repeler al radicalizado y a la vez mostrar que estamos a favor del medio ambiente también”, cuenta el asesor legal.
Mirá aquí la entrevista completa con el asesor de la Federación de Aeroaplicadores:
“Cuando las autoridades ven la eficiencia del servicio y el costo escaso, respaldan al avión. Pero estas mismas autoridades terminan siendo permeables a las críticas ambientalistas debido a que es muy fácil demonizar una actividad cuando se alude en abstracto a la palabra salud, y lo mismo que para cualquier ciudadano argentino”, explica Marón.
De todas formas y a pesar del panorama negativo, Marón se mostró esperanzado a futuro: “Ya se hicieron más de 31 inspecciones con la información de Fearca y se han clausurado 4 empresas clandestinas. La ANAC se está poniendo los pantalones largos. Recién arrancamos pero vamos por buen camino”, concluye.