En la campaña de granos 2019/2020, que terminó a mitad de año, los cultivos tuvieron rindes aceptables, pero consumieron todas las reservas de agua del perfil del suelo. A esa cosecha le siguió un duro invierno frío, seco y helador donde no se compusieron las reservas de humedad, y en primavera se instaló el fenómeno climático de La Niña, que en zona Núcleo se caracteriza por una disminución en las precipitaciones.
Todo este combo genera dudas y temores entre los productores, que necesitan tomar decisiones agronómicas acertadas para alcanzar el mejor rinde posible en la campaña 2020/21, aunque no es una tarea imposible.
El ingeniero agrónomo y experto en nutrición de cultivos, Gustavo Ferraris, del INTA, explicó a Bichos de Campo que pese a las adversidades que se presentan, “hay mejores tecnologías de la información y de procesos que permiten adoptar estrategias de mitigación frente a un año seco como el presente, donde se incrementa la población de plagas que afectan fundamentalmente a la soja, tales como trips, arañuelas y oruga bolillera”.
Una de las estrategias de mitigación más importantes que, según Ferraris, tomó el productor en esta campaña es el ajuste en las rotaciones. “Ha aumentado, por ejemplo, la superficie de maíz de siembra tardía que se empieza a implantar por estos días en detrimento del temprano, y eso es algo que ha funcionado muy bien en campañas previas con ciclos La Niña, ya que en esos períodos se reducen las precipitaciones durante la primavera pero tenemos una compensación hacia febrero o marzo que es cuando ocurre la floración de estos cultivos”, declaró el especialista.
Frente a este escenario, Ferraris manifestó que hay otros cultivos como el sorgo que “resisten mejor a la sequía y a los golpes de calor, y el contar con buenos precios hizo que su superficie creciera de modo notable”.
Otra gran herramienta de manejo de cultivos tradicionales extensivos como el maíz o la soja bajo pulsos secos es el sistema de siembra directa. Ferraris argumentó que “este sistema no provoca una gran remoción del suelo y deja una cobertura de residuos, mejora las condiciones físicas del suelo tales como la porosidad y favorece el aprovechamiento de las lluvias, reduciendo la evaporación y bajando las temperaturas en los meses de verano”.
El Magister en Ciencias del Suelo dijo que “también hay una serie de estrategias complementarias como por ejemplo, la selección de grupos de madurez un poco más largos en el caso de la soja, o apelar a siembras más tardías. A los productores les aconsejamos que utilicen algunas de estas opciones porque funcionan durante los años secos”.
“Inclusive está bueno hacer el aprendizaje acerca de cómo se comportan determinadas micro regiones donde la disminución o la intensidad de las precipitaciones es más frecuente en algunas zonas que en otras, y eso se da de modo sistemático y repetido a través de los años. En esos casos, donde tenemos ambientes o suelos más desfavorables debemos tomar medidas más drásticas de conservación de la humedad, bajando densidad de siembra o bien cambiando las rotaciones hacia cultivos que sean más tolerantes”, agregó el ingeniero agrónomo.
De acuerdo a Ferraris, en estos últimos años “se apeló a implementar un sistema mucho más amigable, con la posibilidad de rotar y con mercados más abiertos, lo que al productor puede darle rentabilidades similares con diferentes cultivos; este momento no es como el que tuvimos en 2008 o 2011 donde se dio una gran proporción de monocultivo de soja, sino que hay más rotación, lo que significa que los suelos están en mejores condiciones y que hay más coberturas de residuo sobre la superficie, lo que nos permitirá amortiguar mejor los efectos de la sequía”.
En cuanto al uso de los agroquímicos, el agrónomo del INTA Pergamino manifestó que “la fertilización mejoró notablemente, lo que le permite a la planta tener mejores fortalezas ante las adversidades, y también aprendimos a utilizar mejor los herbicidas e insecticidas y a tener a disposición productos más específicos, más residuales y con mucha menor toxicidad”.
“En años secos se dan más aplicaciones, cambia el perfil de los productos utilizados y es más difícil lograr aplicaciones exitosas. Por ejemplo, se usan más insecticidas para plagas como araña, trips y oruga bolillera, y se usan menos fungicidas para control de enfermedades ya que, al haber menos humedad en el ambiente, en general la presión tiende a bajar”, remarcó Ferraris.
Sin embargo, el agrónomo aclaró que “las aplicaciones en años secos como este se vuelven más dificultosas porque al haber menor humedad relativa y mayores temperaturas, se generan condiciones predisponentes a que se den más perdidas por evaporación de productos aplicados, con lo cual habrá que tener mas cuidado en el uso de aceites y coadyuvantes, y buscar los mejores horarios del día para que esas aplicaciones sean mas efectivas, tratando de aplicar cuando los cultivos no estén tan estresados”.
Por último, Ferraris expresó que “uno de los grandes desafíos que tenemos es poder implantar sojas de segunda sobre trigo, el cual, aunque ha sufrido estrés hídrico, cuenta una gran habilidad para tomar agua del suelo ya que tiene un sistema radicular muy potente y prácticamente tiene agotado el perfil hasta los dos metros de profundidad”.
Actualmente la condición de cultivos en sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires es variada de acuerdo a Ferraris. “A medida en que nos vamos hacia el oeste o el norte las reservas son menores que hacia el sur; zonas como Pergamino o Venado Tuerto se vuelven un lugar de transición, es decir, se está mejor que en Córdoba pero peor que en el centro bonaerense, donde las lluvias fueron buenas”, explicó.
Los trigos tienen una perspectiva de rendimiento media inferior a las ultimas dos campañas, pero Ferraris cree que “se pueden alcanzar rendimientos aceptables”. Los maíces tempranos están en buen estado, con una fenología de 6 a 7 hojas y buen nivel de crecimiento; hasta ahora no sufrieron estrés hídrico pero tampoco tienen reservas, por ende dependen de las precipitaciones para dar buenos rendimientos.
La soja de primera recién comienza su ciclo. Ferraris declaró que “por suerte, gracias a las buenas lluvias de fines de octubre se pudo implantar la mayor parte de la superficie, aunque en zonas como Pergamino no se pudo implantar todo. Queda una parte sin sembrar que esperan hacerlo luego de la próxima lluvia, siendo probable que más hacia el llenado de grano puedan usufructuar un retorno de las precipitaciones”.