Los granos fueron siempre moneda de cambio para adquirir fertilizantes, agroquímicos, maquinaria, semillas y otros insumos. Pero ahora también se los empezó a usar para canjearlos por inmuebles de cualquier índole: desde un lote o una casa en el medio del campo, hasta un departamento en la gran ciudad para que un hijo se vaya a estudiar.
Esa es la iniciativa inaugurada hace ya un año por KeyAgro, un área dedicada a los agronegocios dentro del grupo inmobiliario Keymex, en conjunto con la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). Un sistema que se postula sencillo, que promete beneficios impositivos y que busca paliar una histórica deuda en el sector: la adquisición de inmuebles por parte de los productores rurales.

“Yo fui quien planteó adaptar el canje de granos, que es la primera opción de financiación para la compra que tienen los productores agropecuarios, a la adquisición de viviendas y campos”, explicó a Bichos de Campo el impulsor de este proyecto, Sergio Dezorzi.
Lo cierto es que este licenciado en Administración Agropecuaria y productor no viene del “palo inmobiliario” pero, como asesor, gran parte de su carrera lidió con los avatares que hay detrás de la compra de campos o viviendas en Argentina. Fue así como, cuando se incorporó al sector ya formalmente, hace 3 años, tuvo entre sus prioridades inaugurar un sistema de canje similar al que ya se había intentado en otras épocas.
Tras un largo proceso de estudio, finalmente en diciembre del 2024, hace exactamente un año, lo pusieron en marcha: desde entonces, en cualquier parte del país, un productor puede intercambiar sus granos de soja, maíz, trigo, sorgo o girasol por “ladrillos” o tierras.
En resumidas cuentas, lo que hace el sistema de KeyAgro Canje es ahorrar algunos pasos y, por ende, costos impositivos. En vez de liquidar sus granos para luego adquirir dólares y comprar una propiedad, el productor los pone a disposición en el momento de hacer la operación y hacerse de un inmueble.
Para eso, la inmobiliaria cuenta con un socio clave, que es Agrocanje, una herramienta de ACA que permite usar los granos como moneda de cambio -sin importar dónde estén almacenados- y que en 7 días esté el dinero disponible para pagar al dueño del inmueble. Toda esa operatoria se hace sin intervención del productor.
“De ese modo, en vez de hablar de dólares, se habla de kilos de soja, maíz, sorgo, trigo o girasol. Si bien, a fin de cuentas, la operatoria es la misma, lo que se hace es hablar en los términos del productor”, aseguró Dezorzi.
La operatoria es la misma también para el dueño del campo o la casa a adquirir, ya que a la semana recibe su dinero y desconoce el trasfondo de los granos utilizados o su cotización.
Hasta este punto, no hay nada en el sistema que difiera de una operación convencional, más que tal vez el ahorro burocrático o logístico para el productor. Pero Dezorzi señala dos puntos fundamentales de la iniciativa, que es justamente lo que la distingue.
Por un lado, explica, “como la operación es un canje, está alcanzada en las excepciones de ingresos brutos, de la retención de ganancias, de IVA y también por ahí muchas veces del impuesto a los créditos y débitos”.
Pero, además, si bien el intercambio se hace con el cereal disponible, el especialista señaló que “también se puede comprar en cuotas a través de contrato forward -que fija el precio a futuro- o de mercado a término con o sin opción, de acuerdo a la conveniencia del productor”.
Como en esos casos existe el riesgo de que, a futuro, el productor no cuente con esos granos por alguna inclemencia climática -sean sequías, inundaciones o plagas-, la operación se respalda con un seguro de La Segunda. Eso da la seguridad de que el inmueble se va a pagar de todos modos.

“Hoy el 80% de los productores de la Argentina son empresas familiares, que, desde que se produjo un quiebre, hace al menos 30 años, no pudieron seguir adquiriendo tierras”. Ese es el diagnóstico que hace Dezorzi desde su sobrada experiencia y el que considera que puede empezar a revertirse con experiencias como la que él impulsa.
A fin de cuentas, es también una realidad que 7 de cada 10 hectáreas productivas son hoy arrendadas y que ya se acumulan varias generaciones de productores que no pueden expandirse a causa de las limitaciones que encarna el mercado inmobiliario. La falta de acceso al crédito, al menos a tasas razonables y no “primitivas” -como las define Dezorzi- es una de las más importantes.
De todos modos, no siempre la inversión tiene fines estrictamente productivos o de expansión. A un año de haber puesto en marcha su sistema, desde el equipo de KeyAgro aseguran que la mayor parte de las operaciones se da en los alrededores de los epicentros universitarios, lo que significa que muchos chacareros intercambian directamente sus granos por un departamento o una casa para que sus hijos vayan a estudiar a las grandes ciudades.
“Es un proceso muy transparente, muy sencillo y muy fácil de implementar. Por ahí lo más difícil ahora es concientizar al productor de que esta nueva forma de financiación está disponible hoy”, aseguró el impulsor de la iniciativa, que a menudo recorre las cooperativas del país para hacer “docencia” sobre el tema.
Incluso, recientemente han incorporado una serie de mediciones -mediante drones, equipos terrestres, satélites e inteligencia artificial- que permiten conocer a ciencia cierta qué se ha hecho con ese campo durante los últimos 20 años, qué fenómenos climáticos atravesó y qué tareas agrícolas se han implementado.
Ese sistema, explicó Dezorzi, evita la “compra a ciegas” y permite una tasación mucho más precisa del lote, aspectos que creen que jugarán a favor de su sistema de canje pero también de las operaciones inmobiliarias convencionales.




