El fideicomiso triguero que lanzó hace un año atrás el ex secretario de Comercio, Roberto Feletti, para frenar el aumento de los precios del pan debería ser estudiado en las facultades como un ejemplo de una política pública que no debería aplicarse nunca más. Mediante esa iniciativa, que era desaconsejada por varios ministerios pero aún así fue aplicada, el gobierno desvió 400 millones de dólares de las retenciones sojeras para subsidiar el precio de la harina, pero eso no sirvió para frenar los aumentos en ese insumo clave de las panaderías, y por lo tanto el consumidor debe pagar 90,3% más por el kilo de pan, casi a la par de la inflación general.
La admisión de que los precios de la harina común triple 000 están tan desbocados como cualquier otra variable de la economía fue publicada en el Boletín Oficial de este viernes, en los fundamentos de una nueva resolución oficial que, en vez de eliminar este fideicomiso por la falta de resultados visibles, lo que hace es -increíblemente- autorizar un nuevo aumento del precio de la harina triple cero que es objeto de tan fuertes subsidios, para llevarla a 1.878 pesos por cada bolsa de 25 kilos.
El nuevo secretario de Comercio, Matías Tombolini, que había asumido el cargo en agosto diciendo que el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA) debía ser revisado pues no cumplía con sus objetivos, pero que a los pocos días se disciplinó y no volvió a hablar del asunto, determinó en la Resolución 503/2023, que ese será el nuevo valor de la harina que debería llegar a las panaderías a precio subsidiado, aunque no a todas porque el 70% de los subsidios van a parar a manos de una sola empresa molinera, que tiene solo 25% del mercado, y porque además su cadena de distribuidores no siempre respeta los precios de venta fijados por el gobierno. Y como Comercio Interior no realiza casi ningún tipo de control sobre la cadena, es un viva la pepa.
“Deviene preciso actualizar los valores de referencia del trigo del FETA, lo cual implica una variación acumulada del 18% para los primeros cuatro meses de 2023, y del 63,3% con respecto a los valores establecidos el 8 de abril de 2022″, define Tombolini en la nueva resolución y sin mostrar ningún síntoma de vergüenza. Es que finalmente la harina subsidiada tuvo permisos sucesivos para subir de precio, y así ahora llega a casi 1.900 pesos desde los 1.210 pesos con los que arranco hace exactamente un año, con la primera resolución lanzada por Feletti.
La misma resolución admite que los datos de marzo de 2023 arrojan variaciones interanuales de 90,3%” en los precios del pan francés en el Gran Buenos Aires. Es decir, no hay mejor evidencia que esa de que el impacto del fideicomiso triguera ha sido casi nulo. La misma resolución que maquilla este fracaso reconoce además que el pan subió incluso más que el precio del trigo, la materia prima que da origen a toda la cadena. “Los valores del trigo en la plaza local, cuyo FAS Teórico publicado por la Secretaría de Agricultura exponen una variación de 72,9% en la primera quincena de abril de 2023 con respecto al mismo período del año anterior”.
Lo grave es que todo esto sucedió a pesar de que el gobierno destinó millonarios recursos para frenar esa suba, puesto que Economía elevó durante varios meses (entre marzo y diciembre de 2022) en dos puntos porcentuales las retenciones a la exportación de harina y aceite de soja, para recaudar unos 400 millones de dólares adicionales que permitieran financiar el FETA.
Comercio Interior nunca explicó cómo distribuyó ese dinero recaudado por el fideicomiso administrado por el BICE, que desde el vamos fue rechazado por toda la industria molinera organizada, que prefería que los subsidios se canalizaran directamente a panaderías o incluso consumidores. También en su momento los propios Ministerio de de Agricultura y de Desarrollo Productivo, ahora unificados en Economía, objetaron la creación del FETA, pero finalmente Feletti logró imponerlo (y Tombolini aceptó su continuidad) por razones nunca bien explicadas a la opinión pública.
Siempre se sospechó, y nada desmiente, que en realidad el subsidio a la harina fue una manera elegante que encontró el oficialismo para socorrer a Molino Cañuelas, la mayor empresa molinera del país, que se encuentra desde 2021 transitando un concurso de acreedores casi tan grande como el de la aceitera Vicentín, con un pasivo a renegociar cercano a 1.300 millones de dólares.
Molino Cañuelas, según surge de pedidos de informes al BICE, recibió nada menos que el 70% del total de recursos del FETA, mientras que el resto de la plata se distribuyó entre otro pequeño grupo de empresa molineras, ya que la inmensa mayoría de establecimientos se negó a ingresar en ese mecanismo. El beneficio a la empresa concursada quedó mucho más claro cuando se incluyeron como objeto de los subsidios las harinas Cuatro Ceros, el semolín y hasta las premezclas, donde Cañuelas es la líder absoluta del mercado. Este dispendio del dinero oficial se eliminó recién en marzo pasado, para concentra los recursos en la harina común que se utiliza para hacer el pan que comen los argentinos más empobrecidos.
Pero la mejor admisión de que el fideicomiso triguero es un gran embuste llegó con esta nueva resolución que reconoce que el pan subió 93%, varios puntos por encima de los valores del trigo, y a pesar de que la harina con el que se fabrica recibió un importante subsidio que debería reducir su valor en 30 o 40%.
FETA la de Feletti, FETA la de Tombolini, FETA por aquí , FETA por allá. El molino es un Báez mas?
Es la muestra palmaria que el unico fin de ese mecanismo dinanciero es llenar bolsillos amigos en desmedro de la poblacion. Por otra parte los funcionarios tienen la obligacion de informar hasta el mas minimo detalle acerca del destino de esos dineros!
Como lloran lpm, como lloran, los subsidian y siguen llorando en increíble lo miserables que son, el infierno tiene un lugar RESERVADO para ellos