La Bolsa de Comercio de Rosario reconoció que en apenas cuatro meses se esfumaron 80 millones de dólares de la cadena de producción del girasol argentina, aunque culpó de esa situación especialmente a la caída de los precios internacionales y el regreso de las retenciones, y no a la situación histórica de oligopolio que existe en ese mercado en el plano local, y que vuelve a ser denunciada por los productores.
“Con los precios vigentes en septiembre de 2018 -cuando empezaron las labores de siembra de la nueva campaña-, Argentina esperaba exportar bienes del complejo girasolero por un valor en torno a los 856 millones de dólares. Con las bajas cotizaciones vigentes en diciembre, este monto cae a 777 millones, lo cual implica que Argentina resigna un ingreso de divisas cercano a los 80 millones, mayormente atribuibles a la caída en el precio internacional del aceite”, indicó la entidad rosarina en un informe.
Con estas cuentas, la BCR parece justificar la fuerte baja de los precios pagados por la industria aceitera local (que abastece tanto el mercado domestico como la exportación) por los primeros lotes de girasol cosechados en el norte del país. En especial desde el Chaco, donde los cálculos indican que los productores perdieron nada menos que 50 millones de dólares, se habló de un abuso de posición dominante en el mercado, e incluso se analiza llevar el asunto a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia.
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El informe de la Bolsa de Rosario, que es presidida por un hombre de la aceitera Vicentín, dice que se concatenaron una serie de factores que provocaron que los precios ofrecidos por los compradores del girasol chaqueño cayeran fuertemente entre la siembra y la cosecha. “La capacidad de pago de la industria aceitera ha caído fuertemente y el FAS de mercado se ubica en 8.400 pesos por tonelada, según la referencia de la Cámara Arbitral de Cereales rosarina”, se indicó.
La Bolsa de Rosario admite que los más perjudicados por este ajuste son los chacareros. “La caída de precios ajusta drásticamente la ecuación de ingresos del sector productor, que sembró con un valor disponible en torno a los 260 dólares por tonelada y hoy cosecha con una referencia de 220 dólares. Estos 40 dólares cubren casi el 15% de los costos totales de implantación en la zona de Chaco, según la información de la Bolsa de Comercio de dicha provincia”.
¿Y cómo se justifica tan fuerte variación en los precios? La BCR describe un panorama semejante al que ocurre muchas veces: la producción mundial de girasol venía de un año malo a nivel global, por pérdidas en los principales países que compiten con la Argentina: Rusia, Ucrania y otras naciones del Mar Negro. Según el USDA, en la campaña 2017/18 la producción mundial fue de 47,4 millones de toneladas, ubicándose 600.000 toneladas por debajo de la campaña anterior. Esto hizo subir los precios.
“Sin embargo, dadas las excelentes condiciones climáticas que acompañaron el desarrollo del girasol durante los meses de julio y agosto, que son clave para el llenado del cultivo en el hemisferio norte, era de esperar hace ya varios meses que los niveles productivos mundiales se recuperaran esta campaña, proyectándose una producción total de 50,5 millones de toneladas, un 6,5% por encima del año anterior”.
Ergo, bajaron los precios. “El 13 de diciembre de 2017, los precios del aceite de girasol europeo para entregar en Enero-Marzo 2018 promediaban los 800 dólares. En la actualidad, al 13 de diciembre de 2018 los precios para entregar en enero-marzo 2019 ascienden a 682 dólares, un 17% menos que el año anterior”.
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A esto suma la explicación de la BCR la reimplantación de los derechos de exportación de 4 pesos por dólar exportado y la eliminación de reintegros.
“En síntesis, el contexto internacional y los cambios comerciales y gubernamentales locales han reducido dramáticamente los ingresos de toda la cadena girasolera, en una campaña que se preveía histórica por la recuperación del cultivo en los suelos argentinos “, es la síntesis fría de la situación. Detrás está la historia de cientos de productores.