Germán Cravero es un joven ingeniero agrónomo que asesora y coordina el grupo Pampa Orgánica Norte. Ese grupo de productores es uno de los mejores ejemplos de lo que puede hacer la agricultura orgánica en los sistemas extensivos: Funciona desde hace 16 años pero entre sus integrantes hay quienes tienen campos que hace 30 años producen granos de ese modo, sin agroquímicos ni transgénicos, certificando todo el proceso.
Nacido en 2003, Pampa Orgánica Norte se presenta como el “Primer Grupo de Productores Orgánicos Extensivos Certificados de Argentina”. En efecto, sus integrantes llevan a cabo cultivos “convencionales”, pero “basados en un sistema más complejo donde la ganadería forma parte del ciclado de nutrientes”, según contó Cravero a Bichos de Campo. “Lo que se arma es un rediseño del sistema de producción que busca minimizar la necesidad de insumos externos, no solo para abaratar costos sino para evitar la afectación de la microbiología del suelo que necesitamos potenciar”, añadió.
El asesor dijo que hay un cambio en la demanda no solo de productos alimenticios sanos sino más amigables con el medio ambiente. Consideró que eso va a definir “el sistema de producción en la ruralidad”.
De todos modos, una gran duda de muchos productores es el resultado productivo y económico de estos sistemas orgánicos. En la Argentina, los productores se enfrentan con el riesgo económico, político, de mercados y climático. Entonces la estabilidad en el rinde se volvió crucial para su supervivencia: el actual sistema productivo está armado de forma tal que se requiere de buenos resultados para pagar las cuentas que quede algo en la caja.
Cravero, respecto de este dilema, consideró que al producir “se debe tener en cuenta cuando se rediseña cuáles son los cultivos adecuados y si lograste la fertilidad ansiada con un buen manejo. El problema se da cuando incluiste cultivos que no son acordes al ambiente y que fueron impuestos y por lo tanto requieren de insumo externos”, indicó.
Además dijo que uno de los problemas que se presentan cuando se quiere comparar los rindes entre ambos sistemas de producción es la falta de semillas acordes. “En la genética de semillas se fue avanzando hacia una genética asociada a un paquete de insumos químicos. Esas plantas son Fórmula 1 preparados para tener todo esos” productos asociados, señaló.
Fuera de esa carrera, Cravero lamentó que los productores de orgánicos trabaja con variedades o híbridos que no tuvieron un gran desarrollo en el mercado. “Por eso estamos en la búsqueda de semillas acorde a lo que necesitamos”, indicó.
Escuchá la entrevista completa con Germán Cravero:
El agrónomo habló de todos estos temas en la 5° Ecoferia organizada por la UTN sede Buenos Aires, la Sociedad de Fomento de O´Higgins, un pueblo agrícola cercano a Chacabuco y el Movimiento de los Focolares, una organización religiosa de base cristiana pero ecuménica, que busca promover sistemas asociativos.
El ingeniero repitió allí este concepto: “La semilla es el único insumo indispensable para el productor que hace 10 mil años es soberano. Pero hace unos pocos años pasó a ser un insumo comercial y el productor tiene dependencia total de ese sistema en el que casi no existe la validación local y se usa una semilla producida en otro país, aunque el ambiente no tenga nada que ver”.
En este contexto, consideró el agrónomo que se debería dotar al INTA de los recursos suficientes para desarrollar este tipo de sistemas productivos.
Al mismo tiempo, en materia de aplicaciones de agroquímicos, dijo que el camino no pasa por la prohibición de áreas agrícolas cercanas a zonas urbanas como está pasando en diferentes zonas. “Esto se tendría que haber manejado con un acompañamiento a las conversiones, porque no se le puede decir (al productor) de un día para el otro que lo que hace está mal”.
A su criterio, el gran problema es que “se venía fomentando un solo modelo de producción y ese fue el gran error. Así, el productor se tuvo que adaptar porque si no se fundía, porque faltaban investigaciones o no se aportaba el dinero para que se transformara en una verdadera extensión”.
Pero aclaró: “No hace falta que salgan de producción zona periurbanas porque no te dejan aplicar agroquímicos. Eso demuestra tu corto conocimiento”.
Cravero intenta ser lo más coherente posible con su posicionamiento. Contó queen su casa tiene una huerta orgánica que riego y fertiliza con las “aguas grises”, es decir con el agua de la ducha y la pileta de la cocina, las que no tienen ni heces ni orina, con lo cual además evita que ese desecho termine en la cloaca, donde no cicla.
Además de ser asesor del Grupo Pampa Orgánica Norte, Cravero participa de la Asociación Pueblo Mampa, que desarrolla la “la permacultura, o cultura en permanente proceso de mejoramiento, un término acuñado por investigadores que se pusieron a trabajar en los diferentes aspectos de la vida humana y cómo repercuten en nuestro entorno natural”.
Allí, entre los múltiples cambios, se puso en funcionamiento un “baño seco” que cicla los desechos humanos que van a un proceso de compostaje en el que se eliminan los agentes patógenos. El resultado es un producto que se utiliza para fertilizar árboles frutales, por ejemplo, y así también se evitar que los propios desechos humanos terminen contaminando el medio ambiente.