Georgina Elevoff proviene de “una familia muy humilde que produce uvas en una finca de apenas 2 hectáreas”. Así se presentó esta joven de 27 años en el concurso La Voz Argentina, que se emite por Telefé, donde interpretó la canción “Te Necesito” de Amaral.
“Fue una gran experiencia, Ricardo Montaner me dijo que busque un coach que me guíe y me ayude a explorar mi voz y tener más confianza en mí misma. Quiero mejorar y sacar canciones propias”, le dijo luego a Bichos de Campo sobre esa experiencia. Además resaltó el acompañamiento de su pueblo tras esa experiencia: “Fue una locura, recibí mucho cariño de la gente”.
Georgina es de la localidad mendocina de Santa Rosa, ubicada a 100 kilómetros al este de la capital provincial, donde junto con su hermano y sus padres vive en un establecimiento agropecuario. Allí producen “uvas bonarda y syrah y en su momento tuvimos la uva tintorera, que es más económica y se usa para darle más color a los vinos”.
Pero como el dinero que se obtiene en un establecimiento de baja escala no alcanza, en la familia de la joven decidieron sumar un comercio. “Antes se podía vivir de esto, pero ahora se hace muy cuesta arriba. Por eso también pusimos en la finca un negocio de venta de alimentos para animales y mi mamá además se dedicó a la docencia”.
La vinculación de Georgina con la música y la vitivinicultura tiene raíces en su pasado familiar. Su abuelo llegó de Ucrania, se instaló primero en San Juan y luego en Mendoza y comenzó a trabajar la tierra. La familia pudo contar incluso con una marca propia de vinos que llevaba su apellido, pero el negocio no dio y se terminaron dedicando a la producción primaria. La tierra, con el paso de las generaciones, se fue subdividiendo, complicando todavía más la supervivencia. De aquellos años guardan el recuerdo familiar de las etiquetas de las botellas Elevoff.
Nadie puede explicar bien de dónde sale la vocación de Georgina por el canto “ya que mis padres son gente de campo muy tímida e introvertida”. Pero aún con su timidez a cuesta el papá tocaba la guitarra y no sólo le gustaba el folclore cuyano y nacional sino también el rock de Pink Floyd y Supertramp, seguramente esa experiencia compartida influyó en ella.
Con los años la joven cantante se fue formando, tomó clases y se empapó del rock internacional y local. Sus bandas preferidas fueron famosas en los 80, mucho antes de que ella naciera en 1994. En la lista de preferidos cuenta a Gun´s and Roses, Europe, Whitesnake, Bon Jovi, Motley Crue y Black Sabbath. En cuanto al rock nacional su preferencia para por Serú Girán, David Lebbon y Charly García.
Por ese fanatismo, y antes de ir a La Voz, participó junto de la banda de la escuela de rock de Felipe Escaiti, guitarrista de los Enanitos Verdes, del concurso que se hizo en Buenos Aires por los 70 años de Charly García.
Georgina tiene un pie firme en la música pero otro en la vitivinicultura, y no solo en la de su propia familia. En 2017 fue elegida Reina de la Vendimia y gracias a su formación como profesora de inglés y en turismo consiguió trabajo en la bodega Salentein.
Su capacitación le permite conducir a los turistas en las visitas, quienes además disfrutan de su voz. En una de las cavas de la empresa se encontró con un piano en perfecto estado y con “un punto acústico”, desde que lo descubrió y gracias al apoyo de un compañero (Beto), les canta canciones como Virgen de la Carrodilla, “que es una plegaria que usan los productores para que la patrona de los viñedos proteja la cosecha”. También canta otros temas como “Otoño en Mendoza” y “así le damos un color distinto a la visita de los turistas”, reflexiona.
En el futuro dice que se ve ligada a la música, que quiere seguir capacitándose. Pero no piensa abandonar su trabajo en la bodega ni mucho menos el emprendimiento familiar.
“Algo que me gustó mucho en este trabajo es el servicio y la hospitalidad y teniendo una finca cerca de la ruta 7 en el futuro me gustaría emprender algo por ese lado, quizás sea una casa de té o algo que le permita a la gente tener contacto con lo rural”, planea.
“En la finca hay terneros y cabras y quizás se pueda convertir en algo no sólo productivo sino también turístico. Para nosotros es lo más normal andar a caballo, pero para otros es una experiencia totalmente nueva”.