No fue magia. Lo que hicieron Horacio Gallardo y los productores que integran el grupo de Cambio Rural Agroecológico de Olavarría es consecuencia de la inquietud, el deseo de progresar, del valorar la tierra y la producción agropecuaria.
Gallardo es asesor de un puñado de productores chicos de Olavarría que tienen campos que no superan las 200 hectáreas, con las características de salinidad propia de la Cuenca del Salado y en los cuales la tosca muchas veces está a 20 centímetros del suelo.
No queda mucho espacio para acumular agua ni para que el pasto alargue sus raíces, pero ellos lo lograron “poniendo esfuerzo, horas de trabajo y neuronas”.
El coordinador contó a Bichos de Campo que, empujado por estos criadores, comenzó a estudiar la ganadería regenerativa y a aplicar sus principios en esos campos con excelentes resultados. Los logros se vieron en poco tiempo, ya que el grupo tiene apenas 1 año y medio de formación.
Ecuchá la entrevista con Horacio Gallardo:
El impacto de las prácticas regenerativas pueden notarse aún más teniendo en cuenta que estos productores encima soportaron los efectos de una de las peores secas en décadas, por lo que el triunfo tiene doble mérito. El que debe sentir un equipo chico que gana la Copa Libertadores o un país de tercera línea que llega a la final del mundial.
“Hoy estoy haciendo ganadería regenerativa en esos campos y estudiando la especialización del manejo holístico que dicta la gente de Ovis 21. Ganadería regenerativa significa producir con lo que nos da la naturaleza, ver cómo se dan los procesos naturales de la microbiología del suelo, cómo se incrementa la fertilidad con las deyecciones de las vacas (bosta y orina) y cómo entonces su degradación incrementa la cantidad de microorganismos que llevan a una mayor fertilidad y producción de pasto y también se logra una mayor acumulación de agua”.
Todo esto sucedió en plena seca y sin recurrir a insumos de ningún tipo, usando lo que está ahí, lo que genera el animal y lo que genera el suelo. Un intercambio de procesos y productos naturales que además ayudó a incrementar la carga por animal, mejorar el estado de las vacas, y aspirar a un muy probable incremento de reproducción del rodeo. Todo esto bajando costos y mejorando la rentabilidad, una preocupación constante y acuciante para los productores de poca escala.
“En estos días recorrí algunos campos del grupo. Algunos están en el período de transición, pero ya hay lotes que se van destacando, en los cuales rebrotan pasturas sembradas años atrás y también el pasto natural”, que es lo que se pretende trabajar a partir de los descansos establecidos en los diversos lotes.
Dice Gallardo: “Allí logramos producción de 2 mil kilos de materia seca por hectárea, lo que nos indica que podemos seguir con los animales ahí arriba de ese campo”.
El incremento de la oferta forrajera mejoró el estado de las vacas. “En la recorrida de estos días estaban con un estado corporal de 3,5 sobre 5, que es una condición bastante óptima para el servicio, así que tenemos altas chances de que las vacas queden preñadas y esto en un año de sequía generalizada y sin recurrir al rollo ni al alimento, solo con la pastura implantada o natural de estos campos que no tienen suelos de la mejor calidad”, indicó el especialista.
Para Gallardo implementar estos procesos (la rotación ordenada de los bovinos en pequeñas parcelas) implica “un cambio de chip, de cabeza, tratamos de mirar todo el conjunto y no intervenir. Ponemos a funcionar las neuronas y no recurrimos al uso de insumos que lleva a costos altos como agroquímicos y semillas caras”.
“Solo con la producción natural podemos llegar a tener sistemas rentables y sobre todo en campos chicos como los que forman parte del grupo”, se entusiasmó. Lo que hacen es subdividir los campos en parcelas donde las vacas comen, bostean y orinan, por cierto lapso de tiempo. Eso se convierte en el alimento del suelo, pero es necesario rotar los animales de manera que los pastos tengan además los descansos necesarios.
Para tomar esta decisión se observa cuánto forraje queda a disposición y se mueve luego la hacienda a otro potrero, hasta terminar de dar la vuelta.
“En un mínimo de 60 días tienen que estar dando la vuelta. Por ejemplo, se lo divide (a un campo) en 20 parcelas donde van a estar tres día en cada una. Es muy importante el tiempo de descanso para que se recupere la producción del forraje”, remarcó el especialista.
Ese manejo intensivo del pasto y la observación continua del rodeo y del campo permitió incrementos en la cantidad de animales por lote.
“Teníamos cargas de 0,7 equivalente vaca por hectárea, ya pasamos a 1,2 y tenemos expectativa de seguir aumentándola. En el grupo ya hay productores que tienen 2 vacas por hectárea en los campos de mejor condición”, explicó Gallardo.
El asesor dijo que todo esto fue posible gracias a los estudios en la materia que surgieron también en otros países y al impulso de los criadores de la zona. “Queremos ser parte de solución y no del problema”, dijo. Dejó a disposición el instagram del grupo Cambio Rural Agroecologico para que se puedan contactar quienes quieran conocer lo que están haciendo en Olavarría.
También dejó su agradecimiento a las instituciones que colaboran con el grupo y que ayudaron a que este Cambio Rural sea posible, como “el INTA, el Municipio de Olavarría, el Colegio de ingenieros Agrónomos de Buenos Aires y a su comisión de Agroecología, a la Facultad de Agronomía de Azul y a la Chacra Experimental Blanca Grande del ministerio de Desarrollo Agropecuario”.