Eugenio Bustos, San Carlos, Mendoza. Allí funciona el emprendimiento familiar de Gabriel Testa, que produce ajo, semillas de cebolla y otras hortalizas. El ingeniero agrónomo aclaró a Bichos de Campo que todo lo producido lo entregan a un acopiador y se destina a consumo. También comentó que del dinero invertido, sólo recuperó la mitad.
“El ajo morado, que es el primero que empieza a recolectarse en octubre, tuvo un precio muy malo. Para que te des una idea, al ajero le pagaron unos 100.000 pesos por hectárea, cuando el costo de hacerla fue de 200.000 pesos”, ejemplificó el productor.
Y agregó: “Esto hizo que mucha gente malvendiera debido a las deudas impositivas y por compra de agroquímicos que son en dólares, además del consumo eléctrico que es vital para mantener el agua, elemento imprescindible para producir. Creo que toda esa gente que recaudó la mitad de lo invertido, saldrá del negocio”.
Testa comentó que “ahora está cambiando el número, dado que están pagando 15 pesos el kilo de ajo cortado en el campo, lo que se traduce en unos 170.000 pesos la hectárea. Pero así y todo seguimos por debajo de los costos de producción. Consideremos que lleva 8 meses producir el ajo y tiene una alta demanda de mano de obra especializada. No hay máquina que llegue a la perfección de la mano del hombre a la hora de la cosecha”, explicó.
Aquí la entrevista completa a Gabriel Testa:
En cuanto a la comercialización, Testa mencionó que “el 80% de lo producido en Argentina va a Brasil a partir de febrero o marzo. A su vez, el productor que pudo hacerse de un fondo o que pudo sacar dinero de otra actividad, se guardó su producción en la chacra a la espera de mejores precios, pero eso representa sólo el 30% de los productores. El resto terminó entregando todo al acopiador a precios malos. Esto obliga a diversificar la matriz productiva para ser sustentables en el tiempo, debido a que el ajo tiene muchos altibajos”.
Poder guardar la cosecha parece clave, porque se cree que el precio del ajo podría subir hasta el triple este año, debido a que se espera una menor producción mundial por los problemas climáticos que ocurrieron en China, que es el principal productor y exportador de ajo.
En la principal región ajera de la Argentina, dentro de 15 a 20 días deben desgranar el ajo para empezar a plantarlo. “Hoy no tenés cómo afrontar ese costo. Creemos que la producción con ajo en Mendoza, que abarca unas 11.000 hectáreas, se reducirá entre 30% y 40%”.
Según el productor, el gran mal de la competencia desleal es “la mano de obra de países vecinos como Bolivia. Competimos con ellos en la contratación de servicios y no podemos darle el alta tributaria ni blanquearlos a la hora de contratar sus servicios porque ellos tienen planes sociales, a los cuales no pueden renunciar”.
Respecto de las soluciones que lanza el Gobierno, Testa destacó que “se armó un fondo compensador para que el productor que no pueda afrontar la cosecha, acceda a un crédito para pagar a un año y así vender mejor cuando levante el precio. Pero se trata de un paliativo, y además la brecha con el acopiador no se achica”, remarcó.
También declaró que todo se complica más ahora que “bajaron los reintegros para productos de exportación, de 4% a 1,25%. Eso genera un costo adicional que termina siendo pagado por el productor”.
Para el productor de ajo, una posible vía de ayuda sería reducir las retenciones a las economías regionales de los 4 pesos por dólar exportado a 3 pesos. “No es una gran solución, pero es un paliativo al fin, y nos pone a la par de la soja. Aunque esta oleaginosa genera poca mano de obra, mientras que el ajo genera mucho valor con la mano de obra que genera. En eso hay diferencia, por eso agradezco que lentamente se vea una luz al final del túnel”, concluyó.