Antes de que cada toro o vaca pueda ingresar a competir en la pista de la Exposición de Palermo debe pasar por una admisión, una serie de exámenes clínicos y zootécnicos. Los primeros son realizados por médicos veterinarios puestos por la Sociedad Rural: toman datos como peso, circunferencia escrotal y área ojo de bife. El segundo filtro a pasar es el de un equipo designado por cada asociación de criadores, que verifica que los animales que ingresan cumplen los parámetros de la raza. Pelaje, color, forma de cabeza, aplomos, etcétera.
Fernando Guerrero es un médico veterinario que trabaja para la raza Angus y ya es un “histórico”, pues desde hace 30 años realiza la jura de admisión para una raza que conoce como nadie. Es que su bisabuelo -Carlos Guerrero- fue quien trajo al primer toro Aberdeen Angus desde Escocia, junto a dos vaquillonas. “Virtuoso”, que así se llamaba aquel toro, llegó al país en 1879 y nadie pensaba por aquel entonces que se convertiría en la raza más difundida dentro de Argentina.
Fernando contó a Bichos de Campo que los rechazos por defecto de la raza son muy pocos hoy en día. “Ya todos los criadores están muy adaptados a los parámetros de la raza”, explicó.
Un aspecto muy visto por los veterinarios de la jura de admisión es la capacidad de desplazarse en los animales, dependiente de la calidad de sus aplomos. Y si bien la mayoría de los toros que van a Palermo terminan en un centro de inseminación y no van al campo a ‘saltar’, sigue siendo esencial de que lo puedan hacer. Se tiene en cuenta que es un aspecto genético, que tiene que conservarse para donde sea que termine su descendencia.
“Acá podemos ver animales muy bonitos pero sin la capacidad para trabajar a campo los 5 o 6 años en os cuales se los considera como útiles”, describió Fernando sobre la capacidad de desplazamiento.
Mirá la entrevista con Guerrero y Mario Castelo, los dos veterinarios que admiten la raza Angus en Palermo:
Mario Castelo, quien se considera un aprendiz de Fernando, cuenta que ellos tienen la responsabilidad de garantizar que los animales que luego se venderán en los remates posteriores a la jura serán funcionales a campo. “Los compradores deben tener una certificación”, explicó. Para eso están ellos.