El 2023 fue un año intenso para el agro argentino, y sobre todo para sus protagonistas. Fue allá lejos, pero arrancamos el año bajo un contexto de sequía y sucesivas olas de calor que derrumbaron las cosechas y zafras en nuestro país, dejando un gran déficit económico y productivo.
Es por eso que en Bichos de Campo decidimos enumerar y repasar los hechos más bochornosos o bizarros que ha dejado este año que está a punto de terminar.
En ese contexto de la sequía asfixiante, asistimos a la Expoagro más calurosa de la historia. Aquella muestra que se hizo en marzo tuvo altísimas temperaturas de termómetro, y también políticas.
Es que en la previa de la exposición, en la cena que se hace en San Nicolás para expositores, dirigentes y empresarios, fue notoria la presencia de Eduardo Wado De Pedro, quien por esos días sonaba como candidato presidencial del entonces oficialismo, que llegó a sacarse una foto con el CEO del Grupo Clarín, grupo empresario históricamente enemistado a su sector político.
Esa foto le valió al entonces ministro del interior fuertes críticas dentro de su propio sector.
La sequía continuó mucho más allá de los pronósticos climáticos. Quizá por la ansiedad oficial y de los productores, se vaticinaba el fin de fenómeno “Niña” allá por febrero/marzo de este año, y paulatinamente el regreso de las lluvias, algo que no pasó hasta agosto en la zona central, pero dejando regiones sin precipitaciones de importancia hasta entrado diciembre. Sin embargo, el propio Juan José Bahillo llegaba a emitir comunicados desde Agricultura anunciando que pronto llegarían las lluvias. Un papelonazo.
Los organismos del Estado vinculados al agroclima declararon “oficialmente” la despedida de La Niña
El año continuó y con el llegaron nuevos eventos bochornosos. Por ejemplo, 2023 será recordado también por el año de los Dólar Soja, que si bien no empezaron en este período calendario, fue cuando más despliegue tuvieron. Con esos sucesivos dólares especiales comenzaron las idas y vueltas de los funcionarios, anuncios que no fueron y lo peor, desmentidas que sí ocurrieron.
Eso le pasó a Juanjo Bahillo, ex secretario de Agricultura, quien ante cada rumor de un nuevo Programa de Incremento Exportador, desmentía rotundamente la instauración de dicha herramienta, para que sus jefes políticos anuncien la puesta en marcha de la medida, horas después de la rectificación en medios.
Al respecto se dio una marcha y contramarcha insólita: el 27 de agosto este medio anticipaba como sería la instrumentación del Dólar Soja 4, o Dólar Agro, o PIE (por su nombre oficial). Dos días después, el 29 de agosto, Bahillo aseguraba que el 25% del Dólar Soja no iba a ser de libre disponibilidad, sino que debía únicamente emplearse para importar soja, contradiciendo lo que Bichos de Campo publicó. Finalmente, a los pocos días se confirmó que era Bahillo estaba equivocado (o mejor dicho, luego se supo que Massa le había ordenado mentir expresamente ante los medios): el 25% era de libre disponibilidad.
Es decir que el secretario de Agricultura hizo una conferencia de prensa para brindar… desinformación.
De esos días hay otros papelón memorable, o quizás sea un delito mayúsculo porque jamás se conoció que sucedió con esos fondos. Economía, a través del ex secretario Jorge Neme, anunció que se iban a destinar 30 millones de dólares de créditos internacionales para comprar fertilizantes que servirían para apuntalar los rendimientos de los pequeños productores de trigo y de maíz. El beneficio se anunció para más de 50 mil productores, para los cuales se habilitó un plazo de inscripción para solicitar el beneficio. Pero cuando ese registro se habilitó, en solo 24 horas se había agotado todo el cupo y alcanzaba solamente para 8.853 chacareros, a un promedio por barba de 3,3 toneladas por productor, lejos de las 5 toneladas que el propio gobierno había anunciado como tope.
Para colmo, los envíos de fertilizantes a cargo de YPF Agro se patearon para diciembre, cuando ya había pasado la campaña de trigo. Y habrá que verificar si finalmente algún productor recibió esa úrea.
Aunque quizás no hacía falta fertilizar, en realidad. Allá por agosto, también en plena campaña electoral, el ministro de Economía (y también de Agricultura, Ganadería y Pesca) Sergio Massa, brindó una particulares declaraciones respecto a la sequía y la fertilidad de los suelos.
“La sequía te generó, en términos del suelo, una situación de fertilidad mucho mayor y mejor por acumulación de nutrientes. Básicamente es el impacto positivo. Se va acumulando todo lo que fertiliza, fortalece o mineraliza el suelo en superficie, por la sequía, y mejora tu rinde”, decía Massa durante una entrevista en el ciclo “El Método Rebord”, producido por el medio CORTA.
“Decir que la sequía fue positiva es como decir que el efecto positivo de un robo en una casa es que ahora queda más lugar para poner cosas. O que si hubo algún muerto ahora sobran camas en el hospital”, respondió tajante un ingeniero agrónomo como primera reacción a las declaraciones de Massa.
En otro orden de hechos que quedarán para la historia, tristemente el FETA fue protagonista en este 2023. Es que el Fideicomiso Estabilizador del Trigo, mecanismo por el que una parte del cobro de las retenciones al complejo sojero, sería destinado a financiar subsidios a la harina de trigo, con la finalidad de mantener bajo el precio de la materia prima para el pan, y de esa forma evitar un incremento en la inflación.
Nada de todo eso pasó. Y no solo eso, sino que con este mecanismo el único que sacó ventaja fue el Molino Cañuelas, quien se llevó gran parte de esa tajada. Además del molino mencionado, el presidente de la FAIM, Federación de la Industria Molinera, Diego Cifarelli, vendía en su distribuidora de Junín la bolsa de harina un 30% más caro de lo que estipulaba el convenio que el mismo había impulsado.
Por suerte, se supone que en la noche del 31 de diciembre este papelonazo institucional que fue el FETA, por no decir escandaloso desvío de dinero público, tiene fecha de vencimiento.
La investigación de Bichos de Campo al respecto puede leerse completa en el siguiente enlace:
Desandando los meses, la campaña electoral para presidente dejó muchas perlitas. Una de ellas fue el discurso utilizado por el actual presidente Javier Milei, quien basó su plataforma en mantenerse alejado de los “países comunistas” y de la “agenda 2030”, dada su postura ideológica. También decía que iba a eliminar las retenciones al agro el primer día. Al asumir, las subió.
En Bichos de Campo advertimos que mucho de lo que proponía en aquel entonces era falso o irrealizable, pura cháchara de campaña.
Sobre la relación comercial con países como Rusia, China o Brasil, luego de varias aclaraciones de su equipo económico, la flamante canciller Diana Mondino anunció en las últimas horas el final feliz de una gestión oficial para la apertura del comercio de embriones bovinos hacia Rusia y otras naciones ex comunistas, dando por sentado que aquellas promesas de Milei de no hacer acuerdos estatales con ciertos países eran pura espuma.
También en campaña, el actual presidente afirmaba a los gritos estar en contra de la “Agenda 2030”, y negar el cambio climático. Ya al mando del Poder Ejecutivo, el presidente elevó al Congreso un proyecto de ley completamente alineado con esa agenda que, en caso de implementarse, puede generar incluso un perjuicio importante al agro en general y a la ganadería en particular, pues tal y como está redactado obligaría incluso a muchos productores a tener que comprar bonos de carbono para compensar sus emisiones. Un absurdo.
Durante la transición de gobierno, se dio otro hecho tan bochornoso como triste. El ex presidente del INTA, el tucumano Mariano Garmendia, dejó su cargo firmando una resolución, la 1081/2023, en la que ordena discontinuar la presencia de esa institución en una iniciativa académica dirigida a medir la presencia de residuos de agroquímicos en el ambiente y las personas, el SPRINT.
Pero meses antes, el propio INTA había prohibido a la investigadora que participó de ese estudio financiado por la Unión Europea, Virginia Aparicio, dar a conocer los resultados de sus mediciones en Argentina. Insólito, porque el organismo primero avaló estos trabajos y luego los desautorizó, en un grotesco institucional que mostraba el desmanejo del propio INTA frente a un tema sensible como el de los agroquímicos.
En este medio contamos la triste anécdota de esta forma, y recordamos un escandaloso episodio para la comunidad científica del sector agropecuario:
En menos de un mes de gestión, el nuevo gobierno acumula varios bochornos. El flamante secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Fernando Vilella, a poco de asumir, le presentó un plan al ministro de Economía, Luis Caputo, donde proponía la baja de las retenciones a ciertos granos, como la cebada o el girasol. Pero a los pocos días estaba anunciando una suba generalizada a los dirigentes de la Mesa de Enlace, que luego de algunas reuniones técnicas, pudieron negociar que algunas economías regionales queden exentas del impuesto.
También es importante destacar como elemento casi absurdo en este 2023, el llamativo silencio de los miembros de la Mesa de Enlace, que recién en las últimas horas comenzaron a manifestar su disconformidad sobre el aumento de los derechos de exportación que planea el gobierno.
Un párrafo aparte merece la conformación del equipo que acompañará a Vilella en el organismo en esta nueva etapa. En ese proceso, los papelones fueron mayúsculos, ya que el ex decano de la Fauba primero anunció que Garmán Paats, ex presidente de Barbechando, sería su secretario de Agricultura y luego tuvo que ceder, frente a denuncias plantadas desde un comunicado de CRA, ese puesto al cordobés Germán Di Bella. También hubo cambios de último momento en el rol asignado a Pedro Vigneau, ex presidente de Maizar, que primero iba a ser Jefe de Gabinete de Bioeconomía y terminó al mando de una subsecretaría de poco vuelo, la de Fortalecimiento Productivo de pequeños y medianos productores.