Desde 2002, cuando se reimplantaron las retenciones a la exportación y comenzó una larga sucesión de gobiernos peronistas/kirchneristas solo interrumpida por cuatro años de macrismo, ningún ministro o secretario de Agricultura había llegado tan lejos como el entrerriano Juan José Bahillo, quien este miércoles propuso: “Tenemos que animarnos a repensar el esquema de retenciones” y avanzar en su reemplazo por otros impuestos menos nocivos para la producción.
Ni el duhaldista Haroldo Lebed, ni Miguel Campos en tiempos de Lavagna, ni Javier De Urquiza en el primer desembarco de los santacruceños en Agricultura, mucho menos Carlos Cheppi, tampoco Norberto Yahuar; Julián Domínguez en sus dos desembarcos fue un especialista en hacerse el distraído. Ni soñarlo con Carlos Casamiquela, tampoco el formoseño Luis Basterra…
Ninguno de los ocupantes peronistas de la silla reservada a Agricultura en el gabinete nacional se animaron a cuestionar públicamente ese tributo (en la intimidad siempre decían otra cosas), a pesar de que todos ellos sabían el daño que provoca en muchas actividades productivas.
Semejante grado de sumisión tenía que ver con el temor a posibles reacciones del núcleo kirchnerista más duro, en especial de Cristina, y también a la creencia de muchos peronistas nostálgicos, que todavía consideran que detrás de las retenciones existe algún grado de justicia redistributiva.
Tuvieron que pasar veinte años para que desde las filas oficialistas, cierto es que en una etapa de diáspora y hasta enfrentamiento entre facciones de ese sector político, un respetuoso Bahillo planteara en tono muy civilizado, que había que revisar ese impuesto aduanero, una especie de peaje que le cobra la Argentina -casi en soledad a nivel global- a sus exportadores.
Además lo hizo con sustentaciones que son muy valederas, y que desarman cualquier argumentación a favor de las retenciones desde los sectores supuestamente progresistas: que mediante ese gravamen se descuenta el mismo porcentaje (33% en el caso de la soja, 12% en el resto de los granos, 9% en el caso de las carnes y leches) a una enorme empresa agrícola que siembra 1 millón de hectáreas, que al más modesto de los chacareros que sobrevive con 50 hectáreas heredadas de sus padres. Los derechos de exportación, hay que decirlo, han sido el factor concentrador más importante de los últimas décadas, ya que al menos 25% de las explotaciones agropecuarias precedentes sucumbieron a su existencia y bajo los sucesivos mandatos del kirchnerismo.
“Hay que salir de un esquema que es directo y que grava por igual al pequeño y gran productor, para ir independiente de la rentabilidad hacia otro esquema que no le resienta los ingresos al Estado, pero que sea más eficiente en términos de gravar la rentabilidad y el patrimonio. Hay que pensarlo de manera muy responsable, con consenso, que sea viable, sin demagogia, y con la responsabilidad que tenemos como funcionarios”, dijo Bahillo, que proviene del peronismo entrerriano y llegó al Gobierno Nacional junto con el ministro de economía, Sergio Massa.
Por esa valiente postura, Bichos de Campo no pudo menos que felicitarlo y pedirle que ratificara que había dicho lo que dijo. Y lo hizo:
Las declaraciones de Bahillo se produjeron durante la inauguración del 1º Congreso Internacional de Maíz, que se realiza en el Centro Convenciones Córdoba. Allí, minutos antes el gobernador Juan Schiaretti había reclamado la eliminación de las retenciones gradualmente, ya que en la órbita provincial se considera a la agroindustria “como la base para el desarrollo”.
“El sector es un sujeto económico activo por excelencia, más allá de las políticas extorsivas que hay por el lado del Gobierno Nacional que perjudican, pero siempre siguen produciendo”, elogió Schiaretti, quien además reclamó la revisión de la Ley de Biocombustibles sancionada en 2021, con decisivo apoyo de Máximo Kirchner, que en vez de ampliar el corte obligatorio de las naftas y el gasoil con biocombustibles, determinó una reducción de la participación de estos renovables, en clara sintonía con los intereses petroleros.
Schiaretti plantó la necesidad de llevar la proporción del biodiésel y el bioetanol por los menos al 20% del total, como reclamo compartido con las otras provincias de la Región Centro, que son Santa Fe y Entre Ríos.
Adivinen qué dijo Bahillo a este planteo: Sí… Estuvo de acuerdo.
Excelente nota y comentario, muy lúcida. Ojalá esta idea avance por el bien del país con miras al desarrollo.