Fabio Knell se define de oficio “chacarero” y como muchos de ellos ha debido diversificar su actividad hacia la prestación de servicios. Como contratista tiene una máquina aplicadora de agroquímicos de la que se siente orgulloso y con la que trabaja en la zona de Tandil. Muchos de sus vecinos, por hacer eso, lo han llamado “asesino” y hasta “genocida”.
Fabio se ha convertido además en el presidente de la flamante Organización Aplicadores de Productos Fitosanitarios de Tandil, constituida en 2020 para tratar de defenderse de esos pesados calificativos. Ellos organizaron días atrás una jornada a campo en la escuela agrotécnica local, para mostrarle a sus vecinos que se pueden hacer las cosas bien en torno a las aplicaciones de agroquímicos.
Con su “mosquito” de fondo, Knell comentó a Bichos de Campo que el objetivo de esa actividad “fue poner en conocimiento de toda la comunidad y profesionales que hay montones de herramientas tecnológicas para garantizar aplicaciones cada día con mayor calidad y seguridad”. En Tandil, en estos momentos, se está discutiendo una nueva ordenanza para regular esa actividad.
“Hay que ir desmitificando todo ese concepto tan nocivo al respecto de las aplicaciones y de los productos fitosanitarios”, remarcó Fabio, al tiempo que señaló que “la mala visión va creciendo a partir de la desinformación o información malintencionada, lo que genera que la gente que no tiene la chance de acercarse a profesionales del sector incorpore conceptos erróneos y se siente atemorizada”.
Knell aclaró que, de todos modos, la “condena” social que apunta contra ellos no parte de la mayoría de la sociedad sino de “grupos que están muy radicalizados en su forma de ver las cosas que más que cuestionar una aplicación, cuestionan un sistema productivo”.
Mirá la entrevista completa a Fabio Knell:
“¿Hay cosas que corregir y mejorar? Sin duda, pero estamos en ese camino de mejora y al mismo tiempo tenemos que hablar de la perdurabilidad de los sistemas”, declaró Knell, quien se definió como “orgullosamente chacarero, nacido y criado en el campo”.
-¿Y cómo llegaste a este rubro de las aplicaciones?
Knell contó que después de un paso por la función pública unos años, el productor volvió a producir en un campo familiar del sur bonaerense y también empezó con servicios de pulverización hasta que armó su propia empresa en 2008: Knell Servicios Agrícolas Tandil.
Para Fabio, la solución a las controversia social que provoca su actividad “no pasa por prohibir las aplicaciones sino por incorporar más tecnología y capacitar más” a los aplicadores.
“Como prestadores de servicios y dentro del marco legal, somos los más permeables a incorporar conocimientos, porque anualmente tenemos una capacitación obligatoria, y también porque siempre pensamos qué cosa nueva incorporar para generar ese vínculo de fidelización con el cliente, entonces la cosa pasa por ahí, por ser cada vez más profesionales y por tratar de tener todas las herramientas disponibles”, dijo. Su máquina, detrás, estaba equipada con varias de esas tecnologías.
“Por supuesto que estaría bueno el acompañamiento de las entidades financieras con un préstamo acorde a las inversiones que hay que realizar y con plazos también acordes, pero bueno, esa es una cuestión macro que escapa a nosotros. Igual, el camino claramente va por ahí: por no subestimar tanto el conocimiento y tecnología de tanta gente que viene desarrollándolo”, resaltó.
-Esta pregunta es brutal, pero te la debemos realizar ¿No te sentís un asesino?
-De ninguna manera. Muchos se empecinaron en tratarme de genocida a través de las redes sociales, pero yo soy solamente un apasionado de la producción. En primer lugar yo convivo con la maquina y manipulo productos fitosanitarios, trabajo arriba de la maquina y mis hijas muchas veces están conmigo o me asisten en la logística, así como también tengo gente que trabaja conmigo; entonces el más interesado en cuidarme, cuidar a mis hijas y a mi gente soy yo.