La Camelina Sativa es una especie herbácea de la familia Brassicaceae, también conocida como el falso lino o falso sésamo, que se originó en Europa y Asia, y que hoy se cultiva principalmente en el viejo continente y América del Norte. Parienta cercana de la colza, este cultivo pinta para ser incorporado como “doble propósito”: su ciclo es corto –de entre 120 y 140 días- y por eso puede ser utilizado como cobertura, pero a la vez su grano tiene casi 40% de aceite, lo que lo vuelve ideal para la producción de biocombustibles de segunda generación.
Quien está trabajando fuerte para introducir este cultivo en la Argentina es la firma Chacraservicios-CHS, que desde 2003 se encuentra detrás de la investigación y de su desarrollo, y en 2010 registró las primeras variedades. En 2020, juntos a emprendedores locales, la firma adquirió la ex planta Monsanto de Pergamino que se convirtió en la base para sus futuros desarrollos. Junto a la empresa italiana Adamant BioNRG, busca popularizar su producción en el país para reformar la producción de biocombustibles europea.
“El desarrollo de este cultivo lo empezamos hace unos años. Toda la base genética es propia y tenemos un equipo de breeding en Estados Unidos y otro en Argentina. Trabajamos además con una empresa europea, con la que tenemos variedades en común, y en conjunto con otra empresa de Estados Unidos y España”, dijo a Bichos de Campo Federico Varela, ingeniero agrónomo, socio y gerente a cargo del programa de Camelina en la región.
La Camelina se caracteriza por ser muy resistente al frío y a las bajas precipitaciones. A diferencia de la Colza que requiere un mayor régimen de agua, este cultivo se desarrolla con apenas 250 milímetros durante todo su ciclo, ya sea de las precipitaciones como aquello que esté previamente en el perfil del suelo.
El momento ideal para sembrarlo es entre el 1° de junio y el 15 de julio, y se cosecha entre la última semana de octubre y los primeros días de noviembre. Es decir, perfectamente podría sustituir en muchas zonas el interminable barbecho químico que precede a los cultivos de verano.
“Empezamos apuntando con variedades hacia el sudoeste de Buenos Aires y norte de la Patagonia, y luego fuimos subiendo. Esta campaña que pasó sembramos desde Salta hasta el sur de Argentina. Recomendamos unos diez kilos de semilla por hectárea y la siembra debe ser superficial. Una vez que se logran unas 200 a 250 plantas por metro cuadrado ya no habrá problema de enfermedades o insectos”, afirmó Varela.
“Para los productores de forrajeras en general no tiene ningún secreto, pero para los productores de soja, trigo y maíz hay que explicar un poco más como es el proceso de siembra. Hay que regular la cosechadora para que no se pierdan los granos por la cola. En un gramo entran 1000 granos de Camelina”, agregó el agrónomo.
En cuanto a sus servicios ecosistémicos, si bien no fija nitrógeno al mismo nivel que lo hace una vicia o una legumbre, su baja necesidad de recursos hace que sea un cultivo de bajo impacto en el suelo. Por otro lado, su raíz pivotante favorece la fijación de nutrientes y evita que estos se pierdan en las napas luego de una lluvia.
“Si lo comparas con una Colza o Carinata, acá tenés 250 a 300 raíces pivotantes mas chicas por metro cuadrado, contra 40 a 50 raíces en los otros cultivos. Hay un efecto en el suelo muy interesante”, sostuvo Varela.
Chacraservicios-CHS es por ahora la única empresa con variedades de Camelina registradas en el país, y al momento tienen 45 variedades nuevas en proceso de registración y salida comercial.
En 2021 realizaron una primera campaña de siembra, que contó con la participación de 35 productores y comprendió una superficie de 4000 hectáreas. Este año apuntan a alcanzar unas 12.000 hectáreas y contar con la participación de al menos 60 productores.
“Nosotros trabajamos bajo un contrato cerrado, y lo producido se almacena en nuestra plata de Pergamino. Pagamos 620 dólares por tonelada de Camelina. Su rinde es de entre 800 y 1000 kilos por hectárea, aunque hemos tenido casos de rindes de hasta 1900 kilos. El cultivo tiene ese potencial”, indicó el empresario.
Una vez que el productor entrega los granos, la empresa se encarga de la producción de aceite y posteriormente de biocombustible en Europa. A partir del próximo año este proceso también se realizará en Estados Unidos.
-¿Hay posibilidad de que el biocombustible se produzca también en Argentina?- le preguntamos a Varela.
-Sí hay chances, estamos analizando las posibilidades de hacerlo. Hoy te diría que todavía no por cuestiones más bien locales. Hoy el tema de los biocombustibles en Argentina es complicado.
-¿Qué otra renta se puede obtener de este cultivo?
-Además del aceite está el expeller que tiene un alto contenido proteico y que se puede aplicar a bovinos, pollo y cerdos. Es un cultivo relativamente barato de hacer, muy rustico, que no lleva prácticamente fumigaciones. Sigue siendo una opción mucha más barata que otros cultivos.
En octubre del 2021, el INTA Rojas difundió un video contando más ventajas de la camelina.