En esta columna de opinión, el ingeniero agrónomo Esteban Bilbao, de la empresa Viento Sur e integrante de AAPRESID en Necochea, asegura que muchas veces se construye una falsa dicotomía entre la naturaleza y los seres humanos que la habitan, la trabajan y que finalmente también forman parte de ella. Este es su texto:
Los que trabajamos en el campo estamos todos los días en un contacto consciente con el resto de la naturaleza.
Gestionando el ambiente para producir granos, carne, leche, hortalizas y muchos otros. Por supuesto que este gestionar el ambiente lo hacemos tratando de inclinar la balanza hacia lo que queremos lograr nosotros, e intentando de hacerlo de forma eficiente, con el mejor resultado y el menor costo económico, social y ambiental.
A lo largo de los 10.000 años de agricultura que llevamos hemos llegado a entender que estamos en el camino de la mejora y aprendizaje continuo. No existe un “modelo” o una forma de hacer las cosas bien, sino que son sistemas dinámicos que vamos tratando de mejorar y adaptar a medida que evolucionamos nosotros y el ambiente (clima, suelos, malezas, plagas, enfermedades, polinizadores, benéficos, sociedad, etcétera).
Muchas veces nos hemos encontrado situaciones críticas y las hemos podido superar, en general trabajando en red y observando cómo evitaba o solucionaba estos problemas “la naturaleza”.
Por ejemplo, con el sistema de agricultura continua en labranza convencional vimos que estábamos degradando los suelos por erosión y degradación de la materia orgánica, además de que había adversidades biológicas como el gramón (maleza) que no estábamos pudiendo controlar.
De ahí pasamos al sistema de agricultura en siembra directa, sin remover el suelo, reduciendo la erosión a un mínimo y en algunos casos logrando recuperar parte de la calidad del suelo que habíamos perdido. Pero muy apoyados en el uso de agroquímicos, especialmente en herbicidas, lo que nos llevó a facilitar el avance de las malezas resistentes y a un sobre uso de químicos sintéticos.
Ahora vamos recorriendo el camino de reducir el uso de agroquímicos, aumentando el tiempo que tenemos cultivos vivos en los lotes, buscando un equilibrio con más diversidad, y sumando nuevas herramientas de control de malezas, plagas y enfermedades para poder adaptarlas a cada situación e ir alternando entre ellas. Por supuesto que los sistemas de producción mixtos tienen mucho para aportar en este sentido, pero hay muchas situaciones productivas en las que son muy difíciles de implementar en la actualidad
En este camino de evolución, muchas veces chocamos con el ambiente y con la sociedad, así seguimos aprendiendo y rectificando el camino.
Reiteradas veces he escuchado que debemos volver a producir “como antes, en armonía con la naturaleza”, y me surgen dos cuestiones en relación a esto. La primera cuestión es que estamos tratando de producir de la mejor forma posible, algunos realizando un esfuerzo mayor, y otros más rezagados, con menos ímpetu, con menos responsabilidad, sobre quienes debemos trabajar más para que mejoren.
La segunda cuestión es que no veo una dicotomía; no me parece coherente hablar de los humanos versus la naturaleza… Nosotros, más allá de tener un gran poder al que llegamos a través de la selección evolutiva y que debemos actuar con la responsabilidad que nos otorga y nos exige tener este poder, somos parte de la naturaleza.
A veces pasa que quienes más dicen cuidar o defender a la naturaleza terminan hablando del humano como de un ser separado de ella. También suelen referirse a lo que hace el humano como algo “antinatural”, como si fuéramos una fuerza equiparable o superior a la naturaleza.
Pero la realidad es que somos parte de la naturaleza, no un ente aislado. Somos parte de la naturaleza, no seres superiores a esta, y con esta conciencia es que tomamos decisiones todos los días.