Cuando a principios de año se enteraron que Lamb Weston, una de las multinacionales estadounidenses líderes en la producción de frituras, iba a desembarcar en Argentina, los productores de papa pensaron que la suerte iba a estar de su lado. Hoy, el panorama es mucho más oscuro de lo que creían.
Lo cierto es que esta empresa, que invirtió más de 300 millones de pesos para instalarse en Mar del Plata, aún no ha puesto el pie en el acelerador. Ni Lamb Weston ni el resto de la industria lo ha hecho en los últimos meses, y esa merma en la demanda desde las industria hace que sobre mucha papa en el mercado interno, provocando el derrumbe de los precios.
Una mala noticia que se suma a los altos costos en dólares, las dificultades para exportar y la pérdida de rentabilidad.
Eso ha llevado a que la Federación Nacional de Productores de Papa (FENAPP) encienda sus alarmas. “Este es un año bastante jodido, estamos perdiendo plata y no salvamos ni el 20% de la inversión”, explicó el presidente de dicha entidad, Alfredo Pereyra, a Bichos de Campo.
Es un fuerte contraste con el 2024, que había sido un buen año para el sector concentrado, sobre todo en el sur bonaerense. En realidad, responde al modo en que opera el mercado de la papa, muy similar al de otras verduras y hortalizas. Como el precio está atado a la oferta y demanda, cuando uno de los dos polos se mueve mucho del eje, los precios se alteran, y con ellos también la rentabilidad.
Y en este caso, la moneda no cayó del lado de los productores, porque lo que iba a ser un boom industrial tras la llegada de Lamb Weston no sucedió, y porque toda la industria ha bajado el nivel productivo de congelados, envasados y derivados.
A eso se suma la amenaza climática, que complica aún más las cosas. “Hay muchas papas aún en el campo y las heladas ya provocaron daños serios en regiones como el sudeste bonaerense, Villa Dolores y el norte del país”, graficó el referente sectorial.
De hecho, el clima ha provocado que en las últimas horas el precio de la bolsa de papas, que estaba en 2500 pesos, aumente 1000 pesos más. Eso es porque las lluvias no permiten cargar los camiones y los únicos proveedores esta semana son los productores de Catamarca.
Pero esos ajustes circunstanciales, explica Pereyra, no cambian la situación del sector porque, como no pueden sacar sus bolsas, no aprovechan la suba de precio.
Lo que demuestra este diagnóstico es que la rentabilidad de las casi 85.000 hectáreas dedicadas a este tubérculo dependen de la cadena industrial, ya que la demanda en fresco desde el mercado interno no tracciona. Aún con buenos niveles de consumo de papa fresca, desde la Federación aseguran que la cadena de valor está tan desequilibrada que hoy los productores “trabajan a pérdida”.
Lo pueden mostrar en números. Sembrar 1 hectárea de papa demanda entre 10.000 y 12.000 dólares, de los que, aseguraban a principio de año perdían 1500 sólo por los altos costos. “Hoy estamos mucho peor porque no estamos recuperando nada”, alertó Pereyra.
Más allá de la merma en la demanda industrial, otro de los condicionantes en la actividad está en la estructura de costos, muchos de ellos dolarizados. El que más se incrementó fue el de los arrendamientos, potenciados por las expectativas de producción que había generado la fábrica instalada en Mar del Plata, pero también suman sus fichas el combustible, la mano de obra y los insumos.
Hasta hoy, antes del aumento circunstancial por las lluvias, la bolsa de papa se pagaba 2500 pesos y, estima Pereyra, se iba prácticamente todo en costos: “La bolsa vacía cuesta 400 pesos, la embolsada 700 pesos, y tenés gastos de cosecha. Por más bolsas que vendas no recuperás nada”, señaló el dirigente.
El panorama para lo que queda del año no parece mejorar. Si bien Lamb Weston anunció que enviará sus primeros buques a Brasil a fines de julio, la situación en ese mercado es crítica, porque se hace difícil competir con las frituras europeas, hoy apalancadas por los precios bajos y el flete barato.
“Se forma el combo perfecto para que sea un desastre”, ilustró Pereyra. A eso se suma que algunas multinacionales, como es el caso de McCain, instalaron su planta en Brasil y, por ende, dejaron de depender tanto de Argentina.
La salida parece estar en otros destinos, como es el caso de China, pero no parece ser, por el momento, el plan de las industrias instaladas en el país.
Para un sector como el de los productores de papa, que se considera a sí mismo resiliente, no hay nada nuevo en esta situación. Pero es justamente eso lo que preocupa, porque demuestra que no ha habido una evaluación concreta de costos y oportunidades para evitar sucesivas crisis de sobreproducción.
“Parece que nos tiene que tocar el bolsillo bien fuerte para que sembremos menos”, alertó el presidente de la FENAPP, que, de cara a la próxima campaña, pidió a los productores “ver efectivamente cuánto se consume y no pensar simplemente en que se va a vender”.