Primero el contexto: El gobierno de Alberto Fernández acaba de asumir hace unas pocas semanas y ha puesto al tope de la agenda publica su Plan Argentina contra el Hambre (PACH), coordinado por Victoria Tolosa Paz. La carne vacuna, se sabe, es uno de los alimentos preferidos de los argentinos, pero los beneficiarios de este y otros planes sociales apenas acceden a ella, porque (aunque en términos relativos sea un alimento barato) para ellos -finalmente pobres- resulta muy cara. Para colmo, la Argentina viene de tener exportaciones récord de cortes vacunos en 2019, con casi 28% de la producción yéndose para el exterior. Esto exacerba la sensación social de que la carne se encareció y deja latente el peligro de que el gobierno peronista repita fórmulas del pasado, muy dañinas para el sector pero avaladas por la gente común, como limitar las exportaciones con los ROE y subir las retenciones.
Segundo los protagonistas: En la Argentina pujan y conviven desde hace décadas dos tipos de frigoríficos: unos herederos de los grandes grupos británicos y estadounidense (ahora hay varios brasileños) que están más enfocados al negocio de la exportación de carne. Otros bastante más nacionales y populares, que se dedican al mayor mercado de la carne vacuna, el de los propios argentinos, que aún el año pasado absorbieron más del 70% de la producción. El grupo de frigoríficos exportadores está bien organizado en el Consorcio ABC (Argentine Beef Consortium), que es timoneado por Mario Ravettino (foto) desde hace años. Los consumeros tienen varias cámaras, como UNICA y CICCRA, pero es por lejos CADIF la de mayor tradición y anclaje en el conurbano bonaerense. En el medio está FIFRA, que agrupa a frigoríficos del interior.
Tercero la trama: Los frigoríficos exportadores vienen de comerse a todos los chicos crudos. El gobierno de Mauricio Macri recostó su política ganadera en la llamada Mesa de las Carnes, que durante cuatro años mostró a una cadena ganadera más unida que nunca. Más de treinta entidades, entre ellas las de frigoríficos exportadores y las de los consumeros, se abroquelaron, pero más por mérito del espanto que habían provocado las políticas de intervención del kirchnerismo que por convicciones propias. De hecho, a lo largo del gobierno de Cambiemos quedó flotando la sensación de que los grandes ganadores de la película fueron los exportadores (los embarques se multiplicaron por cuatro), y con ellos los ganaderos más grandes. Y al cabo de la gestión, el negocio de los consumeros se había achicado 10%, por la caída de las compras de carne por parte de los argentinos empobrecidos.
Comienza la historia.
El abrupto final del macrismo y la llegada del albertismo habilitó las chances de volver a discutir las relaciones de poder. Y la mejor manera de acercarse al nuevo gobierno, para un grupo de frigoríficos y para el otro, es mostrar gestos de solidaridad con el PACH y otras iniciativas sociales. En realidad, los frigoríficos exportadores comenzaron a hacerlo hace un tiempo, cuando todavía gobernaba Macri, su gran mecenas en la apertura de mercados. Para quedar bien con el ex presidente y apuntalar sus chances en la elección contra el peronismo, los frigoríficos del Consorcio ABC prometieron lanzar todos los meses una oferta de cortes baratos en los supermercados, por 1.250.000 kilogramos. Macri perdió pero ellos siguieron con ese plan: lo hicieron por última vez en los festejos de fin de año.
El problema es que el resto de los frigoríficos, nucleados en las cámaras de consumo, en su mayoría no tienen un saldo de cortes que no logran colocar en los mercados de exportación por una sencilla razón: no despostan los animales y mandan a las carnicerías de los conurbanos locales la media res. Por lo tanto, mal podrían participar del programa “solidario” de los exportadores. Queda, entonces, un 70% de la faena afuera. Pequeña dificultad si lo que se quiere es combatir realmente el hambre y acercar carne barata a los cordones malnutridos.
Ante la primera convocatoria de Tolosa Paz a los distintos actores del negocio cárnico, el sector que atiende el mercado doméstico vio la posibilidad de sumarse al esfuerzo solidario y de paso congraciarse con el nuevo gobierno, lo que además convenía a todos porque se evitarían posibles políticas regulatorias y se podría seguir exportando. Hubo reuniones entre todas las cámaras, en una rémora de la Mesa de las Carnes que en realidad no lo era (alguien la llamó Foro Argentino de la Carne), porque estaban casi todos menos las entidades de productores: la única voz cantante por parte de las organizaciones de la Mesa de Enlace fue el ex presidente de CRA y del IPCVA, Dardo Chiesa. De todos modos, con frigoríficos, consignatarios, feedloteros y hasta avícolas presentes se avanzó en el diseño de una nueva propuesta. De estas primeras reuniones, según diversos testimonios, participó también Mario Ravettino, el histórico diligente del Consorcio ABC.
Hubo un plan salido de CADIF que se discutió unos 15 días atrás en una reunión en UNICA y que se presentó al día siguiente a los funcionarios que trabajan directamente en el PACH: quedaron en evaluarlo pero muy entusiasmados con la iniciativa. En Bichos de Campo ya dedicamos una larga nota a explicar en qué consiste ese plan, llamado “potenciador”. No volveremos a machacar con eso. La idea es implementar un sistema voluntario en el que la cadena de la carne (ganadero, consignatario, matarife o frigoríficos y carnicero) va efectuando una donación de una pequeña parte de su ganancia, de modo de acumular un descuento de 100 pesos que se aplicaría sobre la carne que se venda solamente a los beneficiarios del PACH, es decir a los poseedores de las 1.455.000 tarjetas Aliment.ar que distribuirá el Ministerio de Desarrollo Social entre la gente necesitada.
De esta manera, la gente que ya recibirá subsidios del Estado para la compra de alimentos podrá optar por comprar carne un poco más barata (cualquier corte, en una red de carnicerías con capacidad de utilizar el Posnet) gracias a la donación “potenciadora” de toda la cadena de la carne.
“Si cada uno de los actores de la cadena de manera voluntaria y solidaria vendiéramos 1 de cada 100 animales sin margen de utilidad (no a pérdida sino al costo), podríamos potenciar el PACH otorgando a quienes abonen con la tarjeta Aliment.ar un descuento promedio de 100 pesos por kilo de carne”, resumió el presidente de CADIF al presentar la propuesta. Se trata de Ricardo Bruzzese (foto) un empresario más que polémico que en los años de plomo kirchnerista contra la industria de la carne colaboró activamente con la gestión de Guillermo Moreno armando planes de ilusión como el recordado “Carne para todos”. Con el correr de los años apareció como dueño de tres plantas del ex Grupo Penta y ahora preside esa cámara, aunque no sea el autor intelectual de esta propuesta.
Ravettino, del Consorcio ABC, también fue uno de los alumnos directos de la “Escuelita” donde Moreno reunía a todos los actores de la cadena cárnica para bajarle órdenes, aunque en su caso estaba mucho más preocupado por asegurar los ROE Rojo que necesitaban los grandes frigoríficos para vender carne al extranjero, especialmente cuando se trataba de vaca conserva. Pero a pesar de este pasado en común con Bruzzese, su decisión fue abrirse de las negociaciones para instalar un plan solidario de toda la cadena para “potenciar” el PACH.
Peor todavía, el Consorcio ABC salió a dinamitar la propuesta que había elaborado el resto de la cadena en algunos medios, aunque apelando a medias verdades. La mano oculta de Ravettino detrás de columnistas que solo suelen contar lo que sucede en el negocio de la carne de boca de los grandes frigoríficos exportadores (en especial los brasileños), se notó especialmente en una nota publicada por Héctor Huergo en el diario Clarín, por la que Bruzzese acaba de pedir derecho a réplica al medio. Escribió Huergo que el “artífice del fallido programa Carne para Todos” propuso “que los ganaderos donen 100 pesos por novillo cargado a frigorífico como contribución solidaria. ‘Voluntaria’, dice, pero agrega que van a anotar a los que no donen”.
Además de enlodar la propuesta de los consumeros, el editor histórico de Clarin Rural también elogió la posición defendida por el Consorcio ABC, al dar cuenta que ese grupo “está sosteniendo un programa de abastecimiento de 1.250.000 kilogramos por mes a los principales supermercados”. Frente a este gesto, adujo que en el plan de CADIF “no hay auditoría posible, y la sensación es que el aporte solidario se podría convertir en un negocio en nombre de los necesitados. Ya sabemos en qué terminan estas jugadas”.
Desde CADIF replicaron que no hay negocio para nadie y que el aporte será voluntario y parejo entre todos los habitantes de la cadena productiva. Insinuaron que el verdadero negocio es el que hacen los frigoríficos del Consorcio ABC al descartar los “cortes de vaca vieja” que no pueden colocar en los destinos de exportación en algunos supermercados a los que nadie controla. “Los pobres no van a comprar carne al Disco”, disparó un integrante de esa entidad.
Llegamos al clímax: Estamos en el punto caliente de este película. Está claro que a esta altura de la pelea entre consumeros y exportadores ha hecho implosionar la delicada unidad de la Mesa de las Carnes, que no sobrevivió ni dos meses a la caída del macrismo y difícilmente vuelva a existir como lo que era: un foro para diseñar políticas de largo plazo.
A los codazos, el Consorcio ABC y las cámaras del consumo ahora pelean a ver quién es el chico bueno y quién es el chico malo, y para ver quién logra conquistar el amor de la nueva gestión de Alberto Fernández con el plan solidario más adecuado para enfrentar la pobreza.
Pero difícilmente haya un héroe en los nombres de Ravettino o de Bruzzese. Y el final será cantado.
Quizás sea mejor detener por un rato esta película para repensar los argumentos, detenerse a evaluar las ventajas y desventajas de cada propuesta. La cadena de la carne, con este nivel de saña y capacidad de daño, ya ha escrito muy malas historias. Casi comedias grotescas en las que solo terminan ganando los villanos.
(ganadero, consignatario, matarife o frigoríficos y carnicero) los eslabones solidarios. Me parece que falta el mas importante y que mayor ganancia tiene en toda la cadena. Este se llama Gobierno. Que le saquen el IVA a la carne y se soluciona mas facil el problema. Asi de esta manera contribuimos todos a erradicar el “Cuco del Hambre”.