La producción de leche este año será menor a la del 2023 y los años previos, y eso ayudó a que los precios al productor se sostuvieran en niveles buenos, manteniendo una relación de compra positiva con los principales insumos de la actividad.
Eso fue clave en un sector que vende cerca del 75% de lo que produce en un mercado interno debilitado por las políticas oficiales, que obligaron a redireccionar los maltrechos ingresos a otros gastos familiares como las tarifas, que pegaron un salto importante.
“La caída en la producción este año va a ser importante. Va a estar superando el 8% y a eso hay que sumarle la del 2023, que fue del 23%”, dijo a Bichos de Campo Ercole Felippa, el presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL), quien destacó que la baja disponibilidad del producto tiene relación directa con la sequía, que afectó al sector sobre todo el año pasado.
Para los tamberos el panorama parece auspicioso, porque en los meses que vienen se entra en el piso de oferta. Por lo tanto, quien pueda mantener ciertos niveles de productividad recibirá más por litro y mejorará su facturación.
“De aquí en adelante la curva de producción de oferta de leche va a ser descendente por una cuestión de estacionalidad, por lo que puede pronosticarse que por varios meses vamos a continuar con precios para la materia prima muy firmes”, consideró el industrial.
Por su parte, “la industria necesita mantener la estructura industrial y eso lleva a que se paguen precios que no son reflejo del mercado, sino que básicamente tienen que ver con la necesidad de mantener un ingreso de leche de acuerdo a su estructura”, señaló Felippa.
En este panorama, el presidente del CIL destacó la buena situación para los productores: “Hoy si comparas un litro de leche con cualquier variable, kilo de maíz, kilo de soja, metro de bolsa, gasoil, dólar, la relación es muy buena”.
Aclaró, claro, que “eso no significa que los tamberos se estén llenando de plata, pero sí me parece que hay un cambio de ánimo en el productor, incluso que están haciendo inversiones importantes e incorporando tecnología”.
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El cambio de gobierno y de plan económico le sentó bastante bien al menos a la producción, a su criterio, situación que cambiaría radicalmente en caso de que se decida la reducción o quita de derechos de exportación, ya que eso elevaría los precios de los granos. Pero esas son las reglas de juego que siempre reclamó el sector, transparencia comercial en todo sentido: tanto para la venta de leche como para la compra de insumos.
“Hoy el gobierno, independientemente de que te pueda gustar o no, te dice ‘mirá, tenés que tener una agenda de temas que te ayuden a mejorar la rentabilidad y competitividad’, y el Estado hace que vos te arregles como puedas para eso. Pero no se mete ni en cuánto hay que pagar la materia prima, ni en cómo pagarla, ni a cuándo tenés que vender, ni a dónde debés vender”, sostuvo el industrial.
Felippa no solo se mostró entusiasmado con la ausencia de intervenciones estatales en el comercio, sino con la posibilidad de que se alcance la tan ansiada estabilidad macroeconómica que los empresarios reclaman para poder proyectar el futuro.
“Quiero traer a colación un dato que me parece que vale la pena. Hubo un periodo de tiempo de estabilidad macroeconómica donde, en cinco años, Argentina duplicó la producción de leche”, dijo en referencia a los años 90.
“Si bien luego se fue todo al carajo por diferentes cuestiones, lo que quiero decir es que si se consolida este modelo económico, si se estabiliza con una inflación normal acorde a los países normales, me parece que como sector tenemos por delante un enorme potencial”, añadió.
En tal sentido, indicó que “el potencial hay que verlo. Por un lado el mercado interno, si se tranquiliza, se recupera el consumo y puede llegar a crecer. Pero fundamentalmente desde afuera, ya que hay estudios que hicieron entidades financieras, según los cuales el crecimiento de la demanda a nivel global en los próximos años va a estar en el orden de 35.000 millones de litros, lo que equivale más o menos a toda la producción de Brasil. Y esa mayor demanda la van a poder abastecer esos países que estén en condiciones de poder producir a menores costos, y obviamente en ese sentido tenemos una gran oportunidad. Pero la vamos a aprovechar en la medida en que hagamos internamente los deberes que tenemos que hacer”.
Eso significa mejorar las condiciones exportadoras del país. “Si uno lo analiza desde el punto de vista de los precios de los productos, pocas veces pudimos exportar a los precios actuales de 3.800 a 4.000 dólares por tonelada. Sin embargo, aún con ese precio fenomenal, yo diría que los números no dan, porque si vos sabes que para exportar una tonelada de polvo necesitás aproximadamente 8.300 litros de leche, ya prácticamente esos valores te los lleva solamente la materia prima”, explicó Felippa.
Resulta que pagando un precio de 440 pesos por litro y necesitando, como dijo el referente, 8.300 litros para hacer una tonelada de leche en polvo, el cálculo implica poner 3.600 dólares sólo en materia prima.
“Este gobierno lo ha manifestado ya en reiteradas ocasiones: no esperemos una devaluación porque no la va a haber. Creo que hay que trabajar sobre los costos. Y ahí me parece que hay otro dato que hay que tenerlo en cuenta: todas las veces que la materia prima superó los 40 centavos de dólar, indudablemente se hizo difícil exportar. Hoy estamos hablando de un valor de leche de materia prima de 45, 46 centavos de dólar, entonces obviamente es una situación que es compleja para poder exportar”.
“Me parece que estamos en una situación donde se están reacomodando las variables macroeconómicas y en periodos de reacomodamiento se generan tensiones. En el medio tenemos que ir navegando hasta que se estabilicen todas esas variables y realmente podamos aprovechar ese potencial al que me refería antes”, afirmó el empresario.
Uno de los problemas a resolver que tiene el sector es la informalidad que genera “no solo una competencia desleal, sino como un fuerte elemento de distorsión en el funcionamiento de los mercados”, consideró el titular del CIL.
“Lamentablemente, un alto porcentaje de la leche que se produce en Argentina se hace de manera marginal y cuando hablo de marginalidad no es solamente impositiva, sino también laboral y bromatológica. Me parece que cuando hablo de los deberes pendientes, ese es el primero que tenemos que encarar si realmente queremos tener una lechería en serio”, agregó.
Felippa además se refirió a la situación del mercado interno: “Cuando hay inflación alta lo primero que se afecta es el consumo de alimentos, porque su participación en un salario en los sectores de menores ingresos tiene mucha más injerencia. Esa caída tan fuerte del consumo es consecuencia de esa situación, pero en la medida en que se estabilice la economía, con una inflación normal, el poder adquisitivo del salario se va a ir recuperando y lo primero que hace la gente es normalizar el consumo de alimentos. Después vendrán el de otros bienes y servicios”.