Enzo Franco es un bicho raro. Un verdadero bicho de campo. De los pocos jóvenes que en lugar de irse a vivir a la ciudad, deciden irse a vivir al campo, y encima solos.
Su familia es de Laguna Larga, un pueblo cerca de Manfredi, en la provincia de Córdoba. Allí sus abuelos octogenarios tienen un supermercado desde hace hace 60 años, y su padre le agregó una carnicería, donde Franco hizo sus primeras experiencias laborales.
Luego probó suerte en la capital cordobesa, donde vivió tres años, pero no era lo suyo: “Me volví primero al pueblo, y luego al campo”.
Su padre había comprado un lote chico cuando él era niño, pero su actividad comercial no le permitía ponerle el empeño que requiere desarrollar una actividad productiva.
Fue Franco el que le dio el mayor impulso en los últimos años. Con poco más de 20 años se fue a vivir a una casa en la que no había luz, y con el tiempo puso paneles solares para contar con electricidad, y fue organizando una actividad productiva agrícola ganadera.
“Hace 20 años mi viejo compró un pedazo chico de campo sobre la ruta 9, que de poco lo fuimos armando. Me fui a vivir al campo poco antes de la pandemia, no había luz y la casita la habíamos hecho a las patadas. Andaba a vela pero luego sumamos un grupo electrógeno y ahora tenemos paneles solares”, contó Enzo.
El suyo es el caso opuesto a lo que sucede en los pueblos o campos que son abandonados en busca de una calidad de vida mejor, con acceso a diferentes servicios y con conectividad, entre otras cuestiones.
El establecimiento cuenta con 17 hectáreas donde se hace alfalfa para rollo, tienen algunas vacas, pero sobre todo se enfocaron en la producción de ovejas.
“Estamos en una zona baja y por lo tanto solo tenemos un potrero grande de 6 hectáreas donde se hace alfalfa. También intentamos recuperar bajos con pasturas naturales, que luego las trabajamos para implantar pasturas”.
En una superficie chica el joven de 27 años armó un planteó con eje en la ganadería ovina: “como buenos gallegos vamos a contramano de lo que se hace, acá se ven pocos animales”.
“Llegamos a tener 250 madres de ovejas y hace poco le vendimos 80 animales a un nuevo productor en Cruz del Eje. Costó desprenderse de esa hacienda, pero estoy contento de ayudar a otro proyecto”, dijo.
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A su vez, cuenta Franco: “Hace 3 años incorporamos animales de la raza Dorper, y luego sumamos hacienda de pedigrí Hampshire Down de una de las mejores cabañas del país, y así fuimos armando nuestra cabaña llamada La Compañera”.
Al desarrollo del rodeo le sumó más tecnología, “que en un mes estarán listas, son 250 metros cuadrados cubiertos y un patio de comida”, que darán confort a las ovejas y seguramente mayor productividad.
“Antes la gente pasaba y seguía de largo, pero ahora envidian esto. Mi viejo tuvo visión cuando compró el campo y plantó 300 algarrobos, que tienen un tamaño hermoso, y ahora donde no había nada se ve algo lindo, y muchos quieren venir a comerse un asado”, contó Franco.