Nos encontramos con Walter Daniel Sequeiros hace unos días, mientras caminábamos por la Agroactiva, transitando por el sector correspondiente a Santa Fe. El gobierno de esa provincia eligió para respaldar con su incubadora un proyecto en pleno desarrollo que presentó este joven y que nos llamó la atención por su gran tamaño. Era un dron de dimensiones inusuales, llamado Mantis 2000, demasiado grande comparado con los que se ven en el mercado. ¿Cómo hará para volar semejante bicho? La respuesta de Sequeiros nos dejó mudos: “Este es el primer dron con motor naftero del mundo”.
Como mucha gente inquieta que existe en el sector agropecuario local, a Daniel se le ocurrió comenzar a trabajar en este tipos de drones a partir de un problema concreto, en busca de una solución práctica. Trabajaba en pulverización con drones convencionales y cuenta que uno de los principales inconvenientes que encontró fue la poca duración de las baterías, que solo duran 20 minutos en un dron estándar y bastante menos si además el bicho va cargado de peso.
“Si vos quisieras salir a trabajar con un dron eléctrico deberías tener un montón de baterías y cargadores, y hasta podrías no llegar a terminar un trabajo porque te quedaste sin baterías”, explica Sequeiros en diálogo con Bichos de Campo. Fue entonces que arrancó con su experimento.
Mirá la entrevista completa con el creador de este dron a combustión:
“Entonces dijimos: Hagamos un dron naftero’. Y ahí surgió la idea de cambiar la motorización de un dron a un motor a combustión. Entonces Hicimos un sistema que transmite la potencia uniformemente a todas las hélices”, comentó el director del proyecto Biodrone.
Debido al motor a combustión, todas las hélices del aparato giran a la misma cantidad de revoluciones, y esto difiere de lo que sucede con los drones convencionales, donde el secreto del vuelo está en la diferente velocidad que puede tomar cada una de las hélices. ¿Cómo se resolvió este pequeño detalle? Sequeiros se muestra celoso en blanquear su gran secreto. Solo dice que “al variar cuánto levanta cada una de las hélices lograron el mismo efecto que en un dron eléctrico. Es el concepto del helicóptero pero fusionado con el controlador y la electrónica de un dron”, simplifica.
Según el joven santafesino, este desarrollo les permitió habilitar el dron para levantar mayor peso, una mayor cantidad de carga. Así pudo comenzar a probarlo en la tarea que imaginaba: la pulverización sobre cultivos.
“Hoy estamos logrando 25 minutos de vuelo con 30 centímetros cubicos de nafta. Pero podemos llegar hasta 2 litros y hasta 2 horas de vuelo”, se agranda.
Con el apoyo de la provincia, Sequeiro está ahora construyendo un nuevo prototipo de dron a combustión, el modelo Mantis 3000, que tendría una capacidad de carga de 20 litros (entre nafta y agroquímico) y podría volar durante 40 minutos sin necesidad de recarga.
Según sus cálculos, usar ese bicho en medio del campo permitiría abarcar el equivalente a un ancho de pulverización de 5 metros. Es decir que con tres drones se podría hacer el mismo trabajo que una pulverizadora motriz equipada con un botalón de 15 metros. La diferencia es de velocidades, ya que estos drones avanzan a 45 kilómetros por hora cuando el equipo terrestre lo hace a solo 15 kilómetros.
Según Sequeiros, otra gran ventaja de este sistema es que los drones no pisan el suelo. Pero además afirma que en este tipo de aplicaciones aéreas casi no existe la “deriva” del producto aplicado, “porque se puede aprovechar el viento en contra y el mismo flujo de aire que generan las hélices del dron llevan la gota hacia su destino final en el cultivo”, explica Sequeiros.
Por otro lado, el santafesino recalca que se trata de un sistema de pulverización autónomo. “Este dron hace el trabajo cuando uno le fija una ruta. Solo se necesita un operario que pueda hacer la recarga del combustible y la recarga del agroquímico”, sostiene.
El proyecto está siendo incubado en la localidad de Sunchales, y Sequeiro planea presentar en noviembre el modelo 3000. Su intención es poder comenzar a tallar en el mercado local de drones a partir del año que viene.
Pero antes de echarlos a volar, ya anda pensando en añadirle un monitor de plagas al aparato, de modo de pulverizar con mucho más precisión sobre los cultivos, ahorrando agroquímico.
En fin, son cosas en la que piensan los que andan por el campo.