El ingeniero Enrique Bertini fue un inmigrante italiano que se radicó en Rosario, en el sur de Santa Fe, donde desarrolló una importante empresa de maquinaria agrícola. Este emprendedor falleció a mediados de año luego de trabajar durante décadas en el rubro y de especializarse en el desarrollo de las sembradoras. Obviamente, llevan su apellido.
Los destinos de la firma los continúa su hijo, también llamado Enrique, que este año también fue elegido presidente de la Cámara Argentina de Fabricante de Maquinaria Agrícola (Cafma), que reúne a las empresas de capital nacional. En su mayoría son pymes que dan empleo, y que ofrecen oportunidades de trabajo en regiones dónde no es fácil conseguir empleo calificado y formal.
En el caso de la fábrica Bertini, cuenta con 110 colaboradores entre empleados directos e indirectos, a los que intentan sostener a toda costa a pesar de la crisis que hay en la venta de equipos.
No le ha tocado, al menos por ahora, una buena etapa a Bertini el frente de Cafma. “La actividad está muy parada, es casi nula”, resume.
“Lo sorprendente es que no hay ventas ni siquiera de repuestos para la reparación de maquinarias, se hacen negocios esporádicos y son muy puntuales, se repone siendo muy puntillosos. Cuando se hace una reparación por lo general se compraba en exceso, pero hoy se compra para hacer la reparación puntal y eso obedece a la escasez de dinero y la imposibilidad de contar con créditos”, amplía Enrique Bertini hijo.
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Para el empresario el mayor problema no es la economía ni el proceso eleccionario, el gran escollo del sector es el clima, con una sequía persistente que complica todos los planteos productivos.
“El productor y contratista no especula, invierte, pero la falta de agua no le da seguridad de obtener rindes a futuro. La seca pesa más que la macro y la política, es el mayor problema. El cambio de gobierno y la inflación son condimentos e influyen en las ventas, pero lo más importante es la sequía”, aseguró Bertini.
Bertini contó que en el país hay cerca de 1200 empresas de maquinaria agrícola, que al no poder calzarse con entidades financieras o fondos de inversión reinvierten el dinero que les ingresa por las ventas, pero al estar el mercado paralizado no hay forma de que se apuntale el desarrollo futuro de esas firmas.
“No hay posibilidades de vender, entonces las inversiones en infraestructura y herramientas estás todas paradas. Estamos haciendo frente a sostener el personal y los salarios, a mantener el plantel”, aseguró Bertini.
El empresario destacó que durante la pandemia, cuando se contó con créditos para el sector, las inversiones impulsaron la demanda de mano de obra. De 26.000 empleados pasaron a dar trabajo a unas 40.000 personas, lo que da cuenta de la necesidad de esa herramienta financiera para se dinamice la demanda, la producción y las ventas de equipos.
Además, Bertini espera que el sector sea reconocido como cadena de valor y para ello, según dijo, “es necesario que nuestros productos sean identificados como productos de fabricación nacional, en los cuales al menos el 60% de la mano de obra es naciona”.
“Eso es clave y nos daría el puntapié para discutir qué tipo de país queremos, si queremos que la industria sea parte de la solución a los problemas de la obtención de trabajo digno o no”, indicó el empresario, ratificando la necesidad de que se discuta le Ley de Maquinaria Agrícola Nacional que se envió al Congreso Nacional.