El agua que recorre el río Piedras baja de las laderas del Zenta y de Calilegua. Por momentos separa las provincias de Jujuy y Salta, para después aportar a las briosas corrientes del río San Francisco. A orillas de su camino, en El Bananal (Yuto, Jujuy), existe una experiencia que merece ser contada por varios motivos, pero que hoy tiene mayor visibilidad porque puede que, desde ahí, salga la primera variedad de palta argentina: la “Carumbé”.
En esta nota se recapitulan algunos hitos en la vida productiva de Oscar y Javier Jiménez, dos hermanos quienes, solamente, en una hectárea, a la vera del río Piedras, son protagonistas de esta particular historia que puede ser coronada por este gran descubrimiento y que está alborotando la calma acostumbrada de su pueblo.
Pertenecientes a la comunidad Asamblea del Pueblo Guaraní, e impulsores de “Injertos Román”, heredaron la hectárea que compró su abuelo, oriundo de Purmamarca, quien años atrás sembró cuanta planta le gustaba y, entre ellas, los primeros plantines de mango y de palta. Además, sembró la semilla del cariño al campo, a la curiosidad, a la diversidad y a la experimentación, en las infancias de Oscar y Javier.
En conversación con Bichos de Campo, Oscar Jiménez, uno de los protagonistas de esta historia, rememora: “Nosotros, ya empezamos a desarrollarnos en el tema del trabajo a los 12 o 13 años, siempre trabajando en changas, en embalaje, al igual que nuestro padre. Pero nosotros le pedimos el lugarcito acá a mi abuelo y de ahí empezamos a plantar tomate. Nosotros acá, como 8 años plantamos tomate. Hacíamos un tomatal hermoso, pero de tantos años de plantar tomate que la tierra se desgastó, porque plantar una sola cosa en el mismo suelo todos los años provoca eso”.
“En ese tiempo vino un productor de Salta que empezó a plantar palta Hass, y nos trajimos una yemita y también empezamos a poner, como hacía nuestro abuelo, otras variedades de palta y de mango. En esos años injertamos muchas variedades y se nos daba muy bien con el injerto, algo que se notó con nuestros rendimientos”, relata.
Y sigue: “Actualmente, tenemos diferentes variedades de paltas y mango durante muchos meses. Los rendimientos promedios son de 40 kilos por planta de palta y 50 kilos por planta de mango. Antes vendíamos en un puestito en la ruta 34, al tiempo logramos enviar la producción a Buenos Aires. Además, vendemos nuestras plantas injertadas a otros productores de la zona”.
Estamos hablando de 15 años atrás. Mientras las plantas de palta y mango injertadas comenzaban a dar buenos resultados, los hermanos quisieron tener una revancha con los tomates y encontraron una alianza estratégica con el ingeniero Ceferino Flores, relación que se mantiene hasta estos días. En aquel entonces, Ceferino era becario en la Estación Experimental de Cultivos Tropicales del INTA, en Yuto, tratando de especializarse en la producción de paltas. En las visitas periódicas que hacía para trabajar sanidad, riego, abonado, entre otros temas, construyeron la idea de hacer injertos de tomate.
“Los primeros injertos de tomate los hicimos con tomatillo que nace en las zonas secas, es espinuda y resistente. Pero después de eso salieron los pies comerciales que tenían mucho más vigor. Y bueno, somos los primeros de acá, en empezar con el injerto y tenemos muy buena calificación. Vinieron viveristas grandísimos y nos felicitaron porque logramos muy buen producto con la poca estructura que teníamos, bien rustica y, en eso, tenemos que agradecerle a Ceferino por todo lo que nos ha enseñado”.
“Ya estamos hace 4 años trabajando y comercializando directamente los plantines de tomate y tenemos un grupo de mujeres que son del barrio, de la comunidad, que se especializan en los injertos, son las maestras. El que conoce al injerto y ya probó queda muy fascinado y nos vuelve a pedir. En base a nuestros avances, Fundapaz nos ayudó con una inversión para instalar un invernadero y pudimos trabajar mejor”.
Al principio producían cerca de 5000 plantines de tomates injertados. Hoy tienen pedidos reiterados de grandes productores de Salta y de Fraile Pintado (Jujuy), que superan los 30 mil plantines por lote.
El crecimiento exponencial en los injertos de tomate, de mango y de palta, basta y sobra para destacar el trabajo de los hermanos Jiménez. Pero en estos días, es suceso una posible nueva variedad de palta para Jujuy y Argentina que se conoce como Carumbé y que estos hermanos atesoran como todo un baluarte.
“Un día, estábamos caminando por el monte y en un canal vimos una palta que estaba en fruto, cuando no había otras paltas. La vimos y trajimos una ramita y la pusimos acá. A los 7 años empezó a producir y de ahí empezamos a notar que era muy linda, muy llamativa, muy cremosa y sabrosa. Ceferino también la empezó a junar y a pensar que estábamos frente a una nueva variedad. Desde entonces nos dedicamos a caracterizarla, a determinar si se trataba de una variedad local nueva y, recién este año, con todo lo investigado, estamos multiplicándola de a poco y en proceso de registrarla”.
En el trabajo que el INTA de Yuto mantuvo con estos hermanos, ávidos de asistencia técnica, Ceferino reconoció esta planta de palta y abrió los ojos a Oscar y Javier de lo que posiblemente tenían en sus manos.
Sobre esos días de hallazgo, Ceferino Flores recapitula: “Yo soy conocedor del cultivo de palta, porque mi tesis de maestría ha sido sobre este cultivo. Cuando observé el tamaño, la forma y otras características de Carumbé me parecieron muy interesantes, como el momento de oferta de la fruta, el formato que tiene, su sabor y cremosidad”.
“En general, la gente quiere comer una palta negra, y ellos tenían una palta negra y encima de muy buen sabor, semejante a la Hass. Llevamos cinco años de trabajo con esta palta, con mediciones, observaciones, degustaciones internas, consultas a expertos y sobre todo consultas internacionales para ver si, efectivamente, Carumbé podría ser considerada como una nueva variedad de palta local. Hasta ahora todas las consultas realizadas consideran que es un nuevo material genético”, explica el experto.
El nombre Carumbé hace alusión a su característica, porque Carumbé en guaraní es tortuga, y la principal característica de esta variedad de palta es su epidermis extremadamente dura, firme, coriácea.
Antes de difundir el hallazgo se la dio a conocer a diversos especialistas como José Luis Palacios, referente nacional e internacional en la actividad de viveros, quien guarda el récord Guinness en la producción de plantines de limón. Este profesional ha consultado también a referentes propios, los que consideraron que Carumbé es una nueva variedad. También el ingeniero Mariano Winograd, referente internacional en lo que es comercialización de frutas y hortalizas, abrió su agenda de expertos, quienes apoyaron la idea de que Carumbé es algo nuevo y único en el país.
Así es como los Jiménez y el INTA vienen trabajando con un grupo de profesionales que aporta su conocimiento y su tiempo, en torno a Carumbé y a su protección, para que esta nueva variedad jujeña quede en manos de Oscar y Javier y sea patrimonio argentino.
“Carumbé tiene características muy diferenciales a lo que tenemos y estamos acostumbrados. Es una palta de aproximadamente 420 gramos. Es alargada, de cuello largo, y hay muchas de cuello largo, pero todas de epidermis suave y fina. Carumbé es la única que tiene una piel extremadamente gruesa, lo que además ayuda en su empaque y conservación”.
“El otro factor determinante, es el color. No hay una variedad de palta así de cuello largo como Carumbe que madure en negro. Y en el negro también la importancia es que no es un negro común y corriente como una Hass, más opaco, en cambio Carumbé, seguramente asociado al tipo de cera que libera, al madurar da un negro brilloso, muy atractivo a la vista. Entonces creemos que, sí o sí, es una variedad nueva”, explica con expectativas el ingeniero Flores, quien actualmente es coordinador de investigación del INTA de Yuto.
Los descriptores del hoy ex INASE no solicitan estudios genéticos, solamente características morfométricas diferenciales y son estas las que se están terminado de registrar. “Lo que nos falta un poco es ajustar su complejidad en cuanto a la morfometría floral y cómo se comporta sexualmente esta planta de palta. Todo eso lleva tiempo y bueno es lo que este año estamos encarando fuertemente”.
Tanto Oscar, Javier y Ceferino comparten muchas expectativas en cuanto al potencial comercial de Carumbé, “es gaucha, criolla, con sangre guaraní. Lleva un nombre propio de su tierra, de su gente. Usted ve la dureza de la palta y eso hace referencia, también, a una característica de las comunidades aborígenes acá. Estamos completamente seguros de que podrá ser la variedad más rica del mundo, con el mayor contenido de aceite y en las mejores relaciones, pero si no generamos gusto en el mercado por la Carumbé, habremos fracasado”.
En ese dilema se encuentra el proyecto: dar a conocer las bondades de esta nueva variedad, generar expectativa en los mercados, mientras se terminan los estudios, se hacen más degustaciones, se vincula con la industria, todo maximizando los cuidados de su propiedad, en beneficio de estos pequeños productores, en un contexto comercial mundial, a veces, tan leonino.
“Para mí los hermanos Jiménez son el mejor ejemplo de que es lo que tenemos que hacer como agentes del INTA”, asegura el ingeniero Flores. “Creo que el rédito más importante que vamos a tener es que haber trabajado con los Jiménez y haber llevado su hallazgo a un contexto mundial. De ellos destaco, esa capacidad para seguir consejos técnicos, pero con todo lo que se embebieron del abuelo, eso de traer plantitas, de probar. Pero hay algo más importante, ellos trabajan con alegría, trabajan con emoción, con entusiasmo. Si uno los ve trabajar a ellos, nota que charlan, se ríen”.
“Ellos todavía no dimensionan lo que es Carumbé, pero vos caminas con ellos y ves su alegría, su entusiasmo, su sonrisa, siempre presente. Tienen una actitud y una aptitud para el trabajo que hace determinante para que ellos hayan llegado a este hallazgo. Dicen que fue casualidad, pero ellos tenían el conocimiento técnico suficiente para saber que había algo especial en esa palta. Entonces traerla, injertarla, todo ese trasfondo es muy interesante, porque es lo que nosotros tenemos que generar, tratar de buscar el contagio de otros productores, de volver a renacer ese espíritu por el trabajo, por el campo, por el amor a la tierra”.
Gracias Bichos de campo por esta nota. Queda clarito en ella la aptitud del campesino en este caso Guarani Jujeños, porque este es un pais plurinacional y cultural. Y sobre todo la IMPORTANCIA DEL INTA para llevar adelante estos avances indiscutibles.