Fabián Zanini es médico veterinario nacido en Chivilcoy. A los dos años de haberse recibido en la ciudad de La Plata y con solo 15 días de casado, se fue por trabajo con su flamante esposa a la ciudad de Río Grande, al norte de la isla de Tierra del Fuego. Allí permanece hace 37 años y trabajó 28 en el Ministerio de Salud. Se acaba de jubilar hace 6 meses como jefe del Programa de Hidatidosis de la provincia. Es la enfermedad del parásito que transmite el perro a las personas a través de la vaca o -mucho más en la Patagonia y en la isla- la oveja.
Fabián comenzó a trabajar junto al renombrado Doctor Adrián Bitsch, quien le marcó el rumbo laboral, porque abrazó su lucha contra la Hidatosis como una causa para toda una vida y se siente su continuador, porque junto a él creó ese programa. “Pero sigo siendo y trabajando como veterinario, y lo seré y trabajaré hasta el último día de mi vida. Ahora estoy trabajando en líneas de investigación y en venta de insumos. He pasado mi vida con las siguientes pasiones: mi familia, mis amigos, la lucha contra la hidatidosis y la organización de la Fiesta del Ovejero”, asegura.
Fabián explica que los apodados “Cinco Grandes” fundaron “La Fiesta del Ovejero” en 1975. El 5 de marzo de 2023 se realizará la número 48, como siempre en el “Potrero Pedro Péchar” de la Estancia El Roble, a 40 kilómetros de Río Grande. La mitad del camino es asfaltado.
La fiesta no fue creada con fines turísticos sino para honrar el oficio del trabajador rural que conduce las majadas, y coronarlo anualmente con un festejo, para que se den el gusto. Y quienes los agasajan son los demás trabajadores de otros ámbitos, como los profesionales o los propietarios de las estancias.
“En este rubro, es la fiesta más antigua del país y de la provincia -arriesga el veterinario y continúa-. En la primera que se hizo se reunieron apenas 20 personas. Yo me sumé en la fiesta número 12, en 1986, siendo hasta hoy jurado. Pero después hemos llegado a reunir a 2000 personas y se han llegado a inscribir 50 gauchos para competir”.
Los cinco grandes fundadores fueron el Doctor Adrián Bitsch, Tomy Clemens, Juancho Apolinaire, Vicente Ferrer y el Padre Zink. Y con orgullo, Zanini afirma que después de tantos años, hoy mantienen el mismo espíritu de los comienzos. Fue creada como una fiesta “de” y “para” los trabajadores rurales “ovejeros”, y aclara que mucha gente se confunde y piensa que la fiesta está dedicada a los perros llamados “ovejeros”, que podría llevarlos a pensar en la raza de los pastores alemanes o las distintas razas de perros que se utilizan para cuidar los rebaños. Sí –aclara- la competición es un concurso de perros de trabajo”.
Es que la fiesta consiste, eminentemente, en la competición de gauchos o paisanos ovejeros, que lo pueden hacer ayudados de uno o dos perros. A cada gaucho se le largan 6 ovejas y éste las debe guiar a un destino asignado, sin tocarlas, y sólo valiéndose de la ayuda de uno o dos perros. A éstos los arenga con silbidos, gritos o reboleando la soga con la que los ata o con una vara o con un bastón, como hacen los ingleses.
Las ovejas deben pasar un puente, llegar a un corral, luego el gaucho debe abrir la puerta del mismo para que salgan al descampado. Luego, abrir otro corral para que ingresen y encerrarlas. Tienen un límite natural, que es el río Fuego, al costado, y si una oveja se les cae al agua reciben una penalidad grave. También si el perro muerde a la oveja. Porque hay un reglamento y un jurado en el campo y otro en cabina que castiga con ciertas penalidades. Empezaron comunicándose con señales a través de banderas y ahora lo hacen por Handy. Tienen apenas 10 minutos para hacer pasar a las ovejas por el puente, luego hacerlas pasar por el primer corral y llevarlas al segundo y último, y encerrarlas.
Desde la primera fiesta que se hizo, el ganador se lleva, como premio, un caballo completamente ensillado. Aparte, también se premia al que tuvo el mejor manejo de los perros, aunque no haya sido el ganador. Zanini asegura que hay muchos premios y de muy buena calidad, que consiguen por donaciones de amigos y auspiciantes.
“Mantenemos la misma estructura original: arrancamos al mediodía con una misa en homenaje a los que ya no están, sobre todo a los que dejaron la vida trabajando con los ovinos. Y después celebramos el encuentro con asado de cordero al palo y otros platos regionales. Se llegan a asar hasta 65 corderos. El gran asador actual es Luis Montaña y lo ayudan unos cuantos, proveyéndolo de leña y cebando mate. Tuvimos asadores gloriosos, como Luis Rocha, que falleció el año pasado”.
“Siempre hemos sido apenas cinco organizadores, pero nos ayudan muchos familiares y amigos. Hemos tenido visitantes de Suiza, de Chile –porque allá se honra mucho al ovejero y hay una gran tradición en torno a ese sagrado oficio-, y vienen muchos paisanos de Santa Cruz”.
Sigue contando Zanini, lleno de orgullo: “La fiesta ha sido declarada de interés turístico municipal y provincial. Quienes se llegan a la fiesta, comen el mejor asado que se pueden comer en todo el año. Hace unos años hemos incorporado algunos stands de artesanos o venta de artículos alusivos al rubro ovino, como artesanías en lana de oveja, chacinados de cordero, dulces caseros y demás. Desde hace unos años las agrupaciones gauchas de Río Grande y de Ushuaia inician una marcha a caballo el día anterior -sábado- y llegan a la Estancia, donde acampan”.
“Los organizadores de la fiesta también organizamos cursos durante el año, en diferentes estancias de la zona, de doma racional, herrajes, corrección de vicios, buenas prácticas agrícolas (BPA), bienestar animal, manejo de ovinos y bovinos, entrenamiento de perros de trabajo y hasta una muestra fotográfica itinerante por los museos de la isla, que titulamos: Paisajes y trabajos del campo fueguino”.
Explica que el “perro asilvestrado” se ha llevado puesto más del 50% de la producción ovina de la parte argentina de la isla, por la masiva matanza o porque muchos productores han ido abandonando la actividad. Hoy el stock no llega a 300.000 ovinos. Es abrumador el perjuicio económico que ha causado la caída de la actividad, porque ha caído a la mitad el trabajo de los veterinarios, la cantidad de camiones, el trabajo de los esquiladores y mucho más.
A causa de esta crisis se ha ido perdiendo la tradición del oficio del trabajador ovejero en la provincia. Y la caída estrepitosa en la cantidad de trabajadores ha provocado que fuera cayendo la cantidad de competidores en la fiesta.
Resume Fabián que en cuanto al público se mantuvo un núcleo duro, que son los trabajadores de los campos, quienes llegan a compartir un alegre y emotivo momento, distendido, con mate o vino, entre charlas, cuentos y anécdotas. Después hay gente que va por el asado. Pero para nada es una actividad circense, sino una fiesta pura, de y para el gaucho ovejero.
Sostiene que el empleado rural patagónico es muy especial, con una identidad muy marcada. Se destaca qué gaucho compite, de qué estancia, con qué perros, etc. La fiesta no se hace en un domingo cualquiera, sino que es un domingo esperado todo el año.
Culmina Zanini: “La fiesta nos ha salido muy bien, es un hito en la historia de Tierra del Fuego y si algún pueblo del país o de un país vecino quisiera replicarla, con gusto lo ayudaremos. Eso sí, a los organizadores nos está costando tener un recambio generacional, pero este año la fiesta estuvo presente en Tecnópolis, en Buenos Aires. Mi mayor satisfacción es cuando me han dicho: ‘Doctor, qué bien que les salió la fiesta”.
Fabián nos despidió con unos versos del Poema al Ovejero, de y por su amigo, Guillermo Bustamante, quien además de cantautor es trabajador rural y policía rural.