A tal fin se compró hace unos años una máquina que produce fardos, que en su mayor parte se exportan. Ya lleva 3 años en producción. La mercadería es vendida a países de medio oriente para la alimentación de caballos, camellos y sobre todo tambos estabulados. Sucede que allá, ante el faltante de agua, se prohibió su uso para la producción agrícola, por lo que todo el alimento que necesita el ganado se importa.
Alejandro Marín, gerente general de la empresa, dijo que lo que se busca es recuperar el área de praderas en la provincia. “La Cuenca del Morro era históricamente productora de alfalfa, había praderas y ganadería, pero la crisis del mercado ganadero hizo que se reemplazara con cultivos de verano. Entonces el gobierno de San Luis comenzó con medidas como forestación, planes de manejo de suelo y rotación de cultivos y en 2015 detectamos que el heno de alfalfa era muy pedido por países de medio oriente porque prohibieron el uso de agua para regar cultivos de forraje”, explicó.
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La alfalfa, explicó Marín, es un cultivo mucho más seguro ante inclemencias climáticas en esa provincia respecto de la soja.
“Queremos ayudar al productor a que haga rotación, que salga de los cultivos de verano para recuperar la producción de forraje y sobre todo de alfalfa, que es mucho más segura. En nuestra zona la seca y las heladas hicieron que se pierda hasta 80% de muchos lotes, pero eso no sucede con la alfalfa”, dijo Marín.
Para que el productor confíe necesita garantías de que va a tener un buen precio y rentabilidad. Para ello desde esta Sapem diseñaron un sistema comercial que abarata los fletes y todas las mejoras comerciales las trasladan al precio que les pagan.
“En la provincia tenemos una zona que es la de Villa Mercedes, donde está la compactadora. Allí el rinde del cultivo es de entre 8 y 12 mil kilos por hectárea, cuando el rinde de indiferencia es de entre 5 y 6 mil kilos. En el norte de San Luis, donde se hace bajo riego, llega a los 15/18 mil kilos, y en otras zonas supera los 20 mil. La alfalfa que buscamos producir además debe tener calidad, con 18% de proteína, que es lo que piden los compradores extranjeros”, agregó.
Con los productores se trabaja bajo contrato. Por ahora son 25 los que están en el programa y la intención es llegar a cubrir el amenos el 75% de las 25 mil hectáreas cultivables de la Cuenca del Morro. “Estamos pagando en promedio 155 dólares por tonelada”, dijo Marín.
El directivo de Agrozal Sapem contó que en los tres años “en los que comparamos a la alfalfa con la soja el margen o rentabilidad da igual, ya que al productor le quedan 200 a 300 dólares por hectárea, con la ventaja de que diversifica cultivos y tiene mayores garantías productivas porque acá hay alta probabilidad de granizo que a la soja la destruye, pero a este cultivo no”.
La inversión grande se hizo en la planta compactadora que permite ganar en cantidad de kilos por metro cúbico. Es decir, se transporta más en menos espacio y se abarata el flete.
“Un rollo tiene una densidad de 200 kilos por metro cubico, mientras que con la mega-enfardadora se logan entre 300/350 kilos por metro cúbico, y con la planta de Villa Mercedes 450 kilos por metro cúbico. En un año logramos producir 30 mil toneladas con dos turnos de operaciones”, indicó Marín.
En el proceso, el rollo de alfalfa que llega del campo se desarma, se introduce en la compactadora, y de ahí sale un cubo de 2,10 metros de largo x 80 centímetros de ancho y 60 de alto. “Eso permite cargar 28 toneladas por contenedor”.
Marín agrego que compraron otra planta más, de menor tamaño, y que la idea es llevar esta iniciativa a otras regiones de la provincia. El punto es que se necesita de más plantas porque como el peso del flete es alto no se puede cargar mercadería de lugares que estén a más de 80/100 kilómetros de distancia de la compactadora.