En el parque industrial de Roldán, a unos 30 kilómetros de Rosario, se está construyendo una nueva industria para la Argentina. Pero no un nuevo edificio donde se fabricará un producto ya conocido, sino literalmente “una nueva industria” que aportará un producto novedoso, que hasta ahora no se hacía en el país: pellets de bioplástico, por lo tanto biodegradables, a partir del cultivo y engorde de bacterias.
Gabriel Fernández es uno de los dos socios de Bionbax. Proviene de una localidad santafesina muy modesta, de solo un millar de habitantes, que se llama Pueblo Irigoyen, y por eso sabe del valor que tienen este tipo de emprendimientos para lugares como Roldán. “Nací, me crie y me desarrollé en mi pueblo”, se enorgullece. Allí, con el correr de los años logró reactivar el molino local, que estaba en quiebra era la única industria y la principal fuente de trabajo.
El dinero que le permitió hacer esta y otras inversiones lo hizo con otra de sus empresas, la principal, ubicada en las afueras de Rosario: la define como una “fábrica de fábricas”, porque se dedica a diseñar y construir máquinas especiales y robotizadas, las que luego utilizan la industria automotriz o la de línea blanca. Allí hay fierros y tecnología al 100%, pero sin el componente “bio” que ahora lo mantiene entretenido en Roldán.
De incursionar e invertir en el prometedor pero casi desconocido mundo de los bioplásticos lo convenció su amigo y actual socio Ezequiel Sala, que tenía una trayectoria de casi dos décadas en el mundo de los productos biológicos para agricultura, y que desarrolló otras firmas en Brasil, Paraguay, Colombia y Argentina, siempre en el rubro de los bioinsumos.
-¿Así que fue Ezequiel quien te convenció de meterte en el mundo de los biomateriales? No tiene nada que ver con lo que venías haciendo- le apuntamos a Gabriel.
-¿Nada que ver, no? Bueno, somos emprendedores, somos inquietos, tenemos también el Molino Alimentos Irigoyen, que es la principal empresa de mi pueblo, Y bueno, yo vengo del mundo del agro, del interior. Con el molino descubrimos lo que es un proceso continuo, ya que ingresa trigo y se obtiene harina. Ahí pensé que sería muy interesante una fusión entre las dos cosas. Entre la ingeniería y la empresa de economía del conocimiento, donde nosotros le damos vida a los fierros, y el molino, donde los fierros procesan materia prima del agro. En Argentina, no hay dudas de que lo nuestro son los derivados del agro y eso está continuamente en nuestra cabeza. ¿Cómo se puede ir agregando valor agregado a los productos argentinos?
Mirá la entrevista completa con Gabriel Fernández:
Y así, de la mezcla de conocimiento y materia prima, de la juntada entre un conocedor de lo biológico como Sala y un conocedor de lo mecánico como Fernández, nació el proyecto Bionbax, una planta que debería estar en funcionamiento en agosto de este año, ya que los problemas con la importación de algunos equipos que se registraban en 2023 atrasaron unos meses los plazos del proyecto original, que prevenía arrancar más a principio de este año.
La palabra clave que utilizó Ezequiel para convencer a su amigo Gabriel fue “fermentación”.
-¿Cómo fermentación? Cuando te lo explico por primera vez, ¿cómo te lo explicó?
-Son bacterias que ponemos en un tacho y le damos agua y comida y crecen. Según el tipo de bacteria y la comida que les des, se pueden obtener al final distintos productos. Así lo explicó básicamente y es fácil de entender. Primero me llamaba la atención, como no había fierro que se movía, me costaba entender. O sea, yo veo todo lo que son fierros y cosas que se mueven. La verdad que acá hay que tener un poco de imaginación, porque no se mueve nada. Es un recinto a presión, donde hay cosas que pasan adentro.
El proyecto de Bionbax, que Bichos de Campo pudo recorrer en estas instancias preliminares, está pensando con dos grandes patas: un área de laboratorio e investigación, y otra productiva. En el primero de los sectores, nos explica Gabriel, justamente se van a ocupar de multiplicar bacterias. “Acá se van a estudiar distintos tipos de bacteria y cómo se comportan en su crecimiento y su engorde”, relató el empresario.
-Crecimiento, engorde… ¿Por eso lo comparás con un feedlot?
-Es que lo que estamos haciendo acá es eso. Esto es un feedlot y un frigorífico en línea. Pero en lugar de vacas, son bacterias que van a comer de una fuente de carbono. desde un derivado del azúcar y del aceite de soja. Los estudios que estamos haciendo son con esas dos líneas, aunque vamos a elegir solamente una. No van a convivir los dos procesos, en nuestra planta estamos eligiendo cual es la más eficiente. Así que esas bacterias en un primer proceso se multiplican comiendo, se reproducen.
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-¿Así que todavía no saben si a estas vaquitas/bacterias las van a alimentar con fructosa de maíz de Córdoba, algo de caña de azúcar que podría venir de Tucumán, o aceite de soja, que lo tenés disponible aquí muy cerca en Rosario?
-Lo tenemos acá mismo el aceite de soja, hay una planta enfrente. Pero todavía estamos estudiando qué resultado tienen las distintas fuentes, como se reproducen las bacterias y cuáles son las que más engordan.
-¿Y para qué quieren engordar bacterias? Nadie como carne de bacterias…
–Es que la particularidad de estas bacterias es que toda la fuente de carbono que ingieren, orgánicamente la transforman en un polímero. Es decir que internamente se producen moléculas de plástico. Comen carbono y engordan plástico, diciéndolo de una forma sencilla.
Los ensayos para elegir la mejor materia prima disponible para encarar este proceso de conversión se están realizando en conjunto con el Jerzy Haber Institute of Catalysis and Surface Chemistry, de la Academia de Ciencias de Polonia, un instituto pionero a nivel global en el desarrollo de tecnología para la producción de biopolímeros. Allí desde hace meses se instaló un biólogo contratado por Bionbax realizando ensayos, que muy pronto deberían conducir a un veredicto sobre la mejor fuente a utilizar.
Allí entra a tallar la segunda sección del proyecto, dedicada a la producción de bioplásticos. Cuando se hayan seleccionado las mejores fuentes de alimentación y se instalen los equipos (que son como grandes ollas a presión), la empresa planea producir estos biopolímeros, que luego se venderían en forma de chips o pellets, como materia prima para que otras empresas sean las que con ese bioplástico hagan diferentes artículos, desde bolsas biodegradables a cubiertos u otros utensilios para la vida cotidiana.
“Es bioplástico, biodegradable. No es derivado del petróleo, sino de procesos biológicos, de bacterias que consumen una fuente de carbono orgánicamente. Y tiene la característica de degradarse aceleradamente en el medio ambiente. Este plástico que vamos a producir nosotros se incorpora a otros productos para que tenga distintas características”, explica Fernández, dando por sentado que los chips de esos biopolímeros serán muy requeridos para la elaboración de productos amigables con el medio ambiente.
Los socios de Bionbax afirman que la suya será la primera planta de su tipo funcionando en Latinoamérica, ya que en Estados Unidos hay varias. “En Europa se está desarrollando, Corea tiene varias plantas, pero según nuestros datos todo el bioplástico que se produce actualmente en el mundo, solamente alcanzaría para reemplazar el plástico que se consume en la provincia de Córdoba. O sea, la oferta de bioplástico en el mundo todavía es cero. Está en pañales”, se entusiasma Fernández.
-Entonces aquí se hará la primera multiplicación de las bacterias. ¿Ahora, de dónde salen esas bacterias?
-No todas las bacterias sirven. O sea, las bacterias ya existen, están detectadas y se sabe que estas bacterias tienen la posibilidad de producir bioplástico. Ahora estamos haciendo un concurso, una competencia de bacterias en el laboratorio de Polonia, para traer desde allí la mejor y multiplicarla. Nuestro gran desafío es incorporarla a nuestra empresa y desde nuestro laboratorio, con nuestros investigadores, lograr el mayor rendimiento de esas bacterias.
Cuando se pongan a producir, la intensión de los dos socios es lograr entre 30 a 40 toneladas mensuales de ese biopolímero. Pero Gabriel aclara que venderán los pellets de plástico para que otros los procesen. “En la primera etapa no vamos a llevar energía, ni intelectual ni económica, en la producción de un producto final”, explica. Por ahora se conformarán con “producir la mayor cantidad de bioplástico posible para reemplazar todo lo que se pueda de plástico normal”.
-Están inaugurando un modelo, con lo cual me imagino que también la idea es experimentar.
-A veces te ponés a pensar como empresario y decís que en la primera etapa queremos ganar guita haciendo la mayor transformación posible. Pero no nos consideramos empresarios voraces. Nos gusta desarrollar, dar oportunidad de crecer, tener este trofeo. Eso es lo primero. Hacerlo en Latinoamérica es más que importante. Obviamente que tiene que ser lucrativo, porque si no se termina la inspiración. Pero el objetivo final es que este sea un lugar de economía del conocimiento. Nuestra primera etapa es que este laboratorio se desarrolle. Queremos ser además el socio productivo de muchos investigadores locales, porque hay mucha gente capaz que quizás se queda en el laboratorio y no logran pasar a una escala productiva. Entonces este laboratorio va a estar abierto a tener, además de la parte productiva, una planta piloto para poder hacer esos pequeños desarrollos y acompañar a distintos emprendedores e investigadores en la producción de algún producto.
-¿Y bioplástico es lo único que se puede hacer con bacterias? ¿No hay alguna producción posible?
-Se pueden hacer levaduras o el famoso botox, que hoy está tan de moda. También se produce con bacterias un montón de aditivos o correctores para alimento de ganado. O insumos para el agro. O sea, podemos estar dos días hablando de todas las oportunidades que se abren a partir de las bacterias. En esta primera etapa tenemos que terminar este proyecto, tiene que funcionar, tiene que ser redituable. Acá somos dos locos arriesgando en una inversión muy importante. Se hubieran podido haber construido dos o tres edificios y teníamos 80 o 90 departamentos, y a lo mejor en 60 días teníamos todo alquilado. Pero elegimos este camino, confiamos que va a ser un éxito y queremos demostrar que esto es positivo para la región.
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