El relato del productor Luis Bastit se suma, tristemente, a una larga lista de tantos otros que denuncian lo mismo: nadie hace nada para frenar el abigeato.
En menos de tres meses, el ganadero de la localidad bonaerense de Sevigné, en el partido de Dolores, se encontró dos veces frente a una escena desgarradora. Siete de sus 130 animales (tres en la primera ocasión y cuatro en la segunda) aparecieron con un tiro en la cabeza y sin sus cuartos traseros ni lomos. Y aunque para otros puede no parecer mucho, para Bastit es la gota que rebalsó el vaso, que ya lo hace replantearse seguir en la actividad.
“Yo tengo 140 hectáreas propias y alquilo otras 100 más, donde hago solo ganadería de cría para la venta de terneros. Perder siete animales para mí es un montón, porque tengo un rodeo chico. En el caso del fin de semana pasado, dos vacas estaban preñadas y una tenía el ternero al pie, que murió porque era muy chico, estaba recién parido. Fue un desastre”, dijo con voz quebrada el productor a Bichos de Campo.
En ambas ocasiones, Bastit realizó la denuncia en la patrulla rural de Dolores, luego de que su “recorredor” le avisara del hallazgo. La policía constató que se trataba del mismo modus operandi y, por ende, muy probablemente de las mismas personas.
“Todas tenían un tiro en la cabeza y estaban sin sus lomos y cuartos. Esto no pasa solo acá. Sobre la ruta 2 están carneando de la misma forma. Claramente es para vender la carne. Entre la primera denuncia y la segunda cambió el jefe de la patrulla. Ya hablé con ellos, con la fiscalía, con el municipio. Hablé con todos”, señaló Bastit.
A pesar de que parece una buena noticia que exista una patrulla rural en la zona, lo cierto es que los vecinos denuncian que nunca se los ve.
“En lo concreto no están. Han dicho incluso que tenían problemas de combustible, que no tenían gasoil para los vehículos. Son excusas, no te lo dicen de frente”, sostuvo el productor. Esto, para él, levanta las sospechas sobre las reales intensiones de las fuerzas de seguridad de controlar el área.
“Hay que tener en cuenta una cosa. Un cuarto trasero de vaca pesa entre 70 y 80 kilos. Si sumamos los lomos, son entre 600 y 700 kilos de carne que salen del campo. Yo estoy sobre la ruta, cerca de la entrada al pueblo, y a 2.000 metros del destacamento policial de Sevigné. El acceso debería tener cámaras. Una camioneta entra con un volumen grande de carne, ¿y nadie los ve? No puede ser”, se preguntó Bastit.
El panorama empeora si se tiene en cuenta el factor económico, ya que las perdidas representan 5 millones de pesos para el bolsillo del productor, a lo que se suma la pérdida de tiempo invertido.
“Me representa la producción del año porque entre los terneros que uno deja para reponer, las pérdidas que tiene por mal parto y las fallas por la sequía que hubo, yo sinceramente no sé qué hacer. No sé si vender, si mañana me carnean cuatro vacas más. Tengo una angustia impresionante. A este ritmo me están carneando una vaca cada 10 días. Soy padre de familia, tengo 3 chicos y vivo de esto. Y la verdad es que no sé qué hacer porque es como una zona liberada”, lamentó.
Y a continuación, exclamó: “Es como que se nos cagan de risa en la cara, parece que están todos acomodados para cagarlo a uno que labura. A mí me da que pensar. A mí que me demuestren que no están entongados. Que me demuestren los funcionarios policiales y los funcionarios políticos, que están preparados para gestionar. Que me demuestren porque todos saben quiénes son. Ahora tienen que agarrarlos, nada más. Del intendente Juan Pablo García; de la fiscal María Verónica Raggio; del juez de garantías Gastón Eduardo Giles, y de la policía, de ellos depende que Dolores deje de ser una zona liberada”.