En Mendoza el faltante de agua es una preocupación constante y una gran limitante para el desarrollo de actividades productivas, entre ellas la ganadería que va asociada con la actividad forrajera: se necesitan pasturas y maíces para la alimentación del ganado.
Por eso es una de las tantas provincias importadoras de carne vacuna. “En Mendoza somos importadores de carne. El consumo es equivalente a 400 mil novillos al año y como provincia no producimos ni un cuarto de esa cantidad y nos tenemos que abastecer de La Pampa, Córdoba y San Luis”, contó César Rigoldi, médico veterinario e inspector de la Dirección de Ganadería de esa provincia.
No es que falte superficie: fuera de los oasis vitivinícolas y frutícolas que la caracterizan, hacia el este provincia y alejándose de la cordillera, Mendoza cuenta con una vasta extensión de campos para hacer ganadería. Pero sucede que en la mayoría de ellos no hay agua disponible o es muy limitada. Por eso la carga es ínfima, de apenas 1 vaca de cría cada 17/20 hectáreas.
En los últimos años, lo que buscan en Mendoza es mejorar la productividad del rodeo vacuno y para ello algo clave es contar con agua de calidad y en cantidad. Por eso desde la provincia se diseñaron 5 acueductos. El primero que se llama Bowen–Lavalleja, está en el departamento de General Alvear, y lleva agua a 960 mil hectáreas. El insumo llega hasta la tranquera de los campos, desde allí el productor debe hacerse cargo.
El problema es que el agua de las napas es muy salina y por ello se decidió esta obra de infraestructura que implicó hacer pozos de 120 metros para encontrar agua apta para las vacas. “Tenemos una calidad de agua baja por la concentración de sales, tenemos medidos en varios campos, en varios puntos, calidad de agua que ronda entre 8 y 11 gramos de sal por litro, cuando la bibliografía dice que debería ser de 5 gramos por litro y eso trae consecuencias en la cría vacuna”, explicó el especialista.
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Las consecuencias son problemas de diarreas en las vacas y en los terneros, menores preñeces y destetes y además destetes muy livianos de apenas 100/130 kilos.
Con esa infraestructura en marcha, la intención es abastecer de agua a miles de vientres, mejorar los niveles de eficiencia y rentabilidad de los ganaderos y compensar el faltante de carne que tiene el mercado mendocino.
“Se está dando un reordenamiento territorial con fincas abandonadas por la seca. Venimos hace 10 años con stress hídrico y se debieron abandonar fincas de vid o frutas, eso se está reconstituyendo en pasto base alfalfa, y con eso podemos obtener rollos o silajes de maíz y sorgo en planta entera. La idea es producir kilos extras, y en lugar de vender ternero de 120 kilos sacarlo del campo con 170/180 kilos”, indicó Rigoldi.