Aunque Canadá no tiene tantas cooperativas agrícolas como sí tienen otros países del mundo, entre los que se incluye la Argentina, ese modelo de negocio ha mostrado ser exitoso entre los farmers locales, en especial entre aquellos que no se dedican a la producción de commodities.
En la provincia de Alberta, al oeste de ese país, la cooperativa Innisfail Growers alcanzó recientemente los 30 años de vida, que si bien parecen pocos al lado de los 100 que tiene, por ejemplo, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), ha logrado de sobrada manera defender los intereses de 5 emprendedores familiares.
Nacida en 1993 de la mano del matrimonio de Road y Shelley Bradshaw, dueños de la granja Beck, rápidamente sumó a otros 4 socios de la zona para comercializar en forma conjunta los vegetales que producían con mucho esfuerzo en los meses más cálidos del año.
“Sabíamos que necesitábamos ir al mercado y pensamos en acercarnos a los consumidores a través de los Farmers Markets. En ese momento solo producíamos zanahorias y eso era difícil teniendo en cuenta que el productor de al lado tenía mucha más variedad de productos. Como necesitábamos algo más en nuestra mesa llamamos a nuestro vecino. Eso abrió paso al armado de una unión de productores”, relató Rod Bradshaw.
Con la llegada en los años noventa de los mercados que funcionaban durante todo el año, los productores debieron cambiar la estrategia y agregar valor a su producción, además de comercializar otros productos como la madera para tener mercadería durante los meses de invierno. Es importante recalcar que las temperaturas durante esa época del año son tan bajas que impiden cualquier tipo de producción que no se realice en condiciones de reparo.
Tres años después de su creación, The Jungle Farm se sumó a Innisfail Growers.
“Esta granja está en mi familia desde 1897. Eso es mucho si se tiene en cuenta que la provincia de Alberta se constituyó como tal en 1905. En ese entonces, el gobierno tenía un acta de dominio que buscaba alentar a que la gente se instale aquí. Para obtener la tierra tenías que vivir ahí y producirla por al menos 3 años y eso fue lo que hizo mi bisabuelo. Cuando él llegó había un oso en este campo y por eso lo llamó así”, Leona Staples, productora a cargo de esa empresa.
La principal razón de Leona y su esposo Blaine para sumarse a la cooperativa fue asegurar el futuro de la empresa y lograr obtener el mejor negocio para sus productos, entre los que se destacan las frutillas.
“Cada granja produce cosas distintas y las colocamos en el mercado de forma conjunta. Esa es una de las razones por las que logramos un modelo exitoso: no competimos en forma interna. Yo no vendo por ejemplo zanahoria en el mercado, eso lo hace Rod. Cada uno produce cosas de forma única”, explicó Leona.
Los productos de la cooperativa llegan a más de 20 mercados de Canadá, varios de los cuales se nuclean en la provincia de Alberta. En todos los casos, los vegetales se venden bajo el paraguas de Innisfail Growers, aunque cada productor continua siendo dueño de su producción y utiliza el logo propio de su granja.
“Mis frutillas siempre son mías y me pagan por lo vendido en el mercado. En estos últimos 30 años nos hemos tecnificado más y hoy tenemos registro de lo enviado al mercado, lo vendido y lo que regresa, que sigue siendo mío y es mi responsabilidad manejarlo. Por ejemplo, lo envío a un banco de alimentos, lo composto, hago mermeladas, etc.”, indicó la productora.
El pago a cada uno de los socios demora 2 semanas, y del total vendido obtienen solo 65%. El resto de las ganancias pasa a integrar un fondo a través del cual pagan los sueldos de los trabajadores que atienen en el mercado, la renta por el espacio que alquilan en cada punto de venta y los costos logísticos, entre otros.
“Al final del año, lo que sobra luego de que se hayan pagado todas las cuentas se divide entre los productores. Innisfail Growers no es dueño de nada y no se queda con nada al final del año. La idea detrás de eso es que si la cosa no funciona, el que quiere puede agarrar sus cosas e irse sin necesidad de tener que estar haciendo una división de bienes”, señaló Leona.
“Todos trabajamos con la mentalidad de que lo bueno para Innisfail Growers es lo mejor para todos. Tenemos que poder ser flexibles y compartir. Si estás ahí solo para vos, no funciona”, añadió en ese sentido Road.
Un dato particular de Innisfail Growers, que la diferencia de otras cooperativas de la zona, es que se trata de un modelo de negocios cerrado en el que solo se puede participar por expresa invitación. Esto no tiene que ver con una tarifa de ingreso costosa, ya que por año cada miembro paga solo 100 dólares canadienses, sino más bien con el interés de continuar con un negocio lo más controlado y ordenado posible.
En cuanto a la toma de decisiones en la cooperativa y a las ganancias obtenidas, Rod detalló: “Nosotros acá tenemos cinco miembros y diez acciones, dos para cada uno. La participación en las ganancias se basa en un año de corrido. Si un miembro no tiene arvejas que vender, por ejemplo, todos perdemos porque esa venta quizás representa un 1% de los costos que debemos afrontar a fin de año, y que ahora deberá ser dividido entre todos. Ahora bien, si yo genero el 50% de las ventas de la cooperativa, el 50% de las ganancias son mías. Yo no pongo dinero por ese al que le fue mal”.
Y a continuación, agregó: “La diferencia es que nosotros vendemos distintos commodities al mismo tiempo. Hay que pensarlo así: si nosotros vendiéramos todos lo mismo y hubiera uno de nosotros que tuviera más producción, ese no saldría a sostener al resto”.
-¿Qué ventajas reconocer en este modelo cooperativo?- le preguntamos desde Bichos de Campo a Leona.
-Cuando trabajamos juntos podemos ir a muchos más mercados de los que yo podría alcanzar sola. Somos más económicos con nuestro transporte, con nuestro staff, vendemos a mejores precios. Si fuera al mercado regular recibiría el 100% de mis ventas, pero luego yo debería pagar todos los gastos sola. En este modelo eso lo dividimos. Además, nosotros entendemos riesgos y dividimos riesgos. Si me cae una lluvia y pierdo todas mis frutillas, eso vale un cuarto de lo que tiene un productor de cebada en su campo. Ellos no entienden el valor de esta pequeña producción y territorio. Nosotros tenemos ese apoyo. Para nosotros la cooperativa es una forma de hacer frente y mitigar riesgos.