De entrada se aclara: “El contenido de esta nota es opinión de los autores y no de las instituciones en donde se desempeñan”. Pero queda claro que por el lugar donde se publicó, el medio de divulgación oficial de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), es la voz de la academia la que se alza en contra de una de las desregulaciones más festejadas por el ministro demoledor de normas, Federico Sturzenegger.
Los prestigiosos profesores e investigadores de esa casa de estudios y de otras organizaciones del sector agrícolas Daniel Miralles, Pablo Abbate y Gabriela Tranquilli, le pusieron el cuerpo y el texto a las quejas de los profesionales de la agronomía frente a la Resolución 49/25 del INASE (instituto Nacional de Semillas), que redujo la cantidad de ensayos que debían realizarse hasta ahora para inscribir nuevos cultivares en el Registro Nacional que administra ese organismo, y que permite la venta de cada semilla. Esa modificación fue celebrada por Sturzenegger, ya que así se reducirían los plazos impuestos a la industria semillera para lanzar nuevas variedades.
“¿Por qué requería el INASE un estudio de rendimiento? Pensándolo un minuto resulta obvio que es innecesario. Es como que el ANMAT pidiera estudios de mercado sobre si un alfajor es rico o no. Eso lo dirá el mercado”, definió el ministro desregulador del gobierno de Javier Milei, al celebrar alborozado aquella medida.
Ahora, estos tres investigadores y pesos pesados de la agronomía local, salieron al cruce de esta desregulación en un artículo publicado en el sitio Sobre la Tierra, que es la voz oficial de la Facultad de Agronomía. La nota, titulada “¿Qué pierde el campo argentino con la reciente norma sobre cultivares?”, intenta aportar otra mirada más profunda sobre este alteración de los usos y costumbres en el mejoramiento de especies vegetales.
“A mediados de febrero del 2025 se modificó el mecanismo para inscribir nuevos cultivares. Principalmente, ya no se piden estudios de rendimiento, de calidad o de respuesta a enfermedades y plagas”, comienzan los expertos, dando cuenta de que la Resolución 49/2025, firmada por el presidente delINASE, Claudio Dunan, derogó la Resolución 108/1997, que establecía los requisitos para inscribir nuevos cultivares de algodón, arroz, girasol, maíz, soja, sorgo, trigo pan y trigo fideo.
¿Pero qué cambió de una resolución a otra?
“Con la Resolución 108/1997 activa, quienes querían inscribir un nuevo cultivar en el Registro Nacional de Cultivares o en el Régimen de Fiscalización de Semillas debían presentar información surgida de ensayos comparativos de rendimiento (ECR). Los mismos debían durar 3 años si se hacían en una localidad o 2 años si se hacían en tres localidades distintas”, rememoraron los especialistas.
Según describen luego, “estos ensayos permitían evaluar el rendimiento en comparación con cultivares comerciales de la misma especie, así como también analizar el ciclo fenológico, la calidad y la respuesta del material a plagas y enfermedades. A pesar de esto, hoy ya no es necesario realizar ECR para inscribir un nuevo cultivar”.
“Esto significa que no habrá control sobre la información experimental que respalde la inscripción del nuevo cultivar, ni será posible conocer públicamente su rendimiento, calidad o comportamiento sanitario. En otras palabras, los usuarios ya no tendrán referencias claras sobre el desempeño de los nuevos cultivares”, lamentaron Miralles, Abbate y Tranquilli, exponiéndose en nombre de muchos otros mejoradores.
Los especialistas en cereales lamentaron que Sturzenegger comparara “clavos con peras” al hablar del asunto y comparar las semillas con un alfajor.
Ironizaron: “Tal como están las cosas hoy, un alfajor brinda más información sobre sus características -ingredientes, valor nutricional y advertencias mediante polígonos- que la semilla de los cultivares disponibles. De hecho, a partir de la nueva resolución, es difícil encontrar algún insumo o producto comercial con menos información sobre sus prestaciones que las semillas”, advirtieron.
Recordaron que “para inscribir cualquier cultivar es fundamental contar con información sobre su desempeño en diferentes condiciones ambientales. En el caso del trigo, esto es especialmente relevante, ya que se siembra desde el NOA hasta el norte de la Patagonia y es uno de los pilares de la economía argentina”. Además la Argentina es la séptima exportadora del cereal a nivel mundial.
Tomando ese cultivo como ejemplo, los mejoradores dijeron que “cuando se presentaban nuevos cultivares de trigo para su inscripción en el INASE, se evaluaba la productividad -que incluye rendimiento y características agronómicas-, la sanidad y la calidad industrial y comercial. Un comité especializado analizaba toda la información, clasificaba los cultivares y dictaminaba si convenía inscribirla ante la Comisión Nacional de Semillas“.
“Además, hay que considerar que el trigo argentino pierde valor por no estar segregado por calidad. Si se quiere abordar el tema, hay que conocer la calidad de los cultivares. Hasta la nueva Resolución 49/2025, los nuevos cultivares se clasificaban en base a la información presentada en el legajo de inscripción. Hoy no está claro cómo se podrá continuar con esta labor”, sostuvieron.
Los académicos fueron lapidarios con la reforma: “En definitiva, tras la Resolución 49/2025, los productores no tienen garantizada la información necesaria para decidir qué cultivar sembrar. Tampoco se clarifica cómo resolver este problema. Lo más probable es que se generalice un sistema de prueba y error a nivel nacional”, dijeron.
Hacia futuro, los docentes consideraron que “se podría esperar que los criaderos serios brinden la información necesaria a los usuarios. Sería apropiado que lo hicieran antes de inscribir los cultivares y es fundamental que el Estado lo solicite”.
“Otra alternativa es que la información la generen los propios productores, lo que implica una transferencia de costos desde los criaderos a los productores. En el caso del trigo, existe la Red de Ensayos Comparativos de Variedades de Trigo, en la cual todos los cultivares inscriptos deben participar por al menos cuatro años de forma obligatoria”, añadieron. Sin embargo aclararon que esta red “no cuenta con recursos para realizar análisis de calidad”.
En ese sentido, los expertos remarcaron que “la aplicación de la Resolución 108/1997 no representaba un gasto para el Estado, ya que los ECR eran costeados por las empresas, y el comité que evaluaba la información lo hacía ad honorem”.
“En conclusión, las alternativas para generar información sobre los nuevos cultivares implican una transferencia de costos desde los criaderos hacia otros actores o la ausencia de un control externo sobre la información generada por los criaderos”, sentenciaron los especialistas.
Para peor, los estudiosos remarcaron una contradicción visible en el propio gobierno de Milei, ya que por un lado en la nueva Resolución elogia “que en los últimos 25 años la Argentina ha sido epicentro de una verdadera revolución agrícola y del conocimiento”, pero de inmediato deroga el mecanismo para obtener ese conocimiento. “Esta revolución agrícola en la Argentina se logró bajo las normativas vigentes hasta la aparición de la nueva resolución, lo que evidencia una contradicción en los argumentos utilizados para derogar la vieja resolución”, indicaron.
“La exigencia de ECR para la inscripción de cultivares tiene su origen en la Ley 12.253 de Granos y Elevadores, sancionada en 1935, y nunca se consideró un obstáculo para el crecimiento agrícola del país. Por el contrario, ha sido un mecanismo destacado por organismos privados -incluidos los criaderos- y públicos. Es más, todos los países con un desarrollo agrícola sólido evalúan cultivares mediante ECR antes de su inscripción”, destacaron los tres docentes de la Fauba.
“La simplificación que propone la nueva resolución no contempló el impacto que genera sobre la cadena de valor. A nuestro entender, con la nueva Resolución 49/2025 es más lo que se perdió que lo que se ganó y dejó varios hilos sin resolver”, terminaron, lapidarios, en su misiva.
Sobre trigo, maíz de segunda. No soja ¿ O no es w se deben rotar los suelos ?