Hace varios años ya que los técnicos del INTA que trabajan en la Quebrada de Humahuaca trabajan en un proyecto para mejorar la genética, la alimentación y los índices reproductivos de las cabras de la zona. ¿Por qué? Son varias las razones: hay menos cabezas de ganado caprino, los índices productivos han decrecido y muchos pastores de la puna y la quebrada optan por dejar la actividad para buscar mejores condiciones de vida en otras actividades. Frente a esta situación, los especialistas buscan recuperar la cabra criolla y todas sus virtudes. Su resiliencia, como se diría ahora.
“La Quebrada tiene muchos años de historia de producción caprina, principalmente para hacer queso, pero también con gran porcentaje de autoconsumo de carne. La particularidad del recurso genético local es que no se conoce su potencialidad, sus niveles de producción y de adaptabilidad”, explicó a Bichos de Campo Juan Quiroga Roger, ingeniero agrónomo que trabaja en el IPAF NOA, el instituto del INTA que se ocupa de generar tecnologías y recursos para los pequeños productores.
Mirá la entrevista completa con Juan:
El último censo agropecuario realizado en 2018 indicó que había 1700 explotaciones agropecuarias en la provincia de Jujuy y 70.000 cabezas caprinas registradas. Este número viene decreciendo desde 2002, año en que se llegaba a un número de 100.000.
Teniendo en cuenta este proceso, los técnicos del INTA decidieron formar una majada experimental, que permita estudiar las características genéticas y establecer técnicas de manejo que terminen por mejorar los resultados económicos de la actividad. La majada se integra a partir de machos reproductores que ceden los propios productores. Luego se llevan otros reproductores mejorados, de modo de ir paulatinamente mejorando el rodeo general de cabras criollas.
Uno de los objetivos perseguidos fue aumentar la producción de leche y algunas técnicas de manejo. Para eso se trabaja alrededor de dos criterios de selección: uno vinculado a la reproducción y otro al color del pelaje. En la pequeña majada experimental también se están ensayando con la suplementación estratégica de las cabras con cultivos y subproductos de la zona. Hoy esa práctica es muy inusual entre los pastores.
En la raza criolla, nos explicó Juan, “hay una ventaja adaptativa que genera mayor cantidad de crías y por lo tanto mayor cantidad de hembras que produzcan leche”.
Otro criterio que se privilegia es que “el color de capa –el pelaje- sea oscuro para soportar la insolación, y que tenga una franja blanca para que se los pueda ver cuando se hacen pastoreos en la ladera de la montaña”, indicó Quiroga.
En el INTA de Jujuy, Tomás Vera trabaja para recuperar la genética de las cabras criollas
Aquellos animales con defectos o que no superen los promedios deseados son separados del grupo en la experimental de la IPAF. Luego se realizan entregas de reproductores validados por el INTA a productores de la zona, que no disponen de un sistema de cabañas de reproductores como el que existe en la región pampeana con la raza bovina y otras especies.
“Esto alimenta las relaciones tradicionales de la Quebrada: el trueque, el intercambio o préstamo de reproductores por conocimiento de familia. Lo que queremos es alimentar esa estrategia a través de animales adaptados, locales, y validados”, aseguró el ingeniero.
Mientras tanto, gracias a un financiamiento especial de la Unión Europea, este programa realiza talleres donde se evalúan las inquietudes de los productores, se brinda información sobre la producción caprina y se intercambian saberes tradicionales. El objetivo es realizar diez talleres en un plazo de tres años. Al momento ya se han realizado cinco.
“Entendemos que hay un envejecimiento de los pastores, una necesidad de irse a los centros urbanos por acceso a servicios, y que estamos en un proceso de retroceso. Pero en cualquier momento esto se puede revertir. Hay cosas, como el turismo, que pueden ser la forma de apuntalar e impulsar la producción”, dijo confiado Quiroga.