Ramiro Abilar dice que en su pueblo llamado Guanchín, a unos 20 kilómetros de Chilecito, uno puede encontrar a muchos productores de nueces que llevan su mismo apellido, porque son primos o tíos. Es que la nogalicultura es una actividad muy tradicional en esa región de la Argentina, conviviendo con los viñedos y los olivos. Ramito y su hermano también son pequeños nogalicultores siguiendo una senda que viene de los tiempos de su abuelo.
“La producción de nogales es un pilar muy importante en la zona”, dice Abilar. Y en efecto casi todo a nuestro alrededor son nogales. Los colores del otoño les dan brillos especiales a esos árboles. Debajo, algunas personas sacuden las ramas con palos mientras otras van juntando los frutos que caen en el suelo que se ya llenando de hojas. La cosecha de nueces está terminando en La Rioja. Es muy importante para mucha gente.
“Yo hace cuatro o cinco años que me dedico. Me hice cargo del emprendimiento familiar. Somos la tercera generación que estamos en el tema junto con mi hermano. Empezó mi abuelo por parte paterna, que fue uno de los pioneros de la agricultura acá en la zona de Guanchín, siguió mi padre y ahora estamos nosotros”, nos cuenta Ramiro.
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Abilar relata que su abuelo era comerciante en la zona y arrancó a implantar nueces en los años 60 o 70 en una finca familiar donde antes había manzanos y membrillos. La familia tenía también una pequeña fábrica de dulce de leche que se distribuía hacia todo el país. “Después, por diferentes oportunidades de negocio, se fue cambiando hasta dedicarse casi al 100% a la nuez”, resumió.
De todas las subdivisiones, a Ramiro y su hermano les quedan ahora 20 hectáreas. Por eso se define como un productor de chico a mediano. Y no le queda otra, porque entre sus vecinos se cuentan las casi 1.000 hectáreas de nogales que tiene la empresa Coralino, una de las más grandes productoras en toda latinoamérica. Uno de sus principales accionistas es Emir Yoma, el cuñado del ex presidente Carlos Menem, quien también manejaba la curtiembre famosa de Nonogasta.
“Él es el referente de la zona. Y después estamos nosotros, que somos los pequeños y medianos productores. En la región hay varios pequeños productores que entre todo nos vamos apoyando para abastecer a lo que es el mercado local”, explicó el joven.
La diferencia marca la coexistencia de dos tipos de nogalicultura. Una de grandes extensiones que ha incorporado riego por goteo, cosecha con máquinas y otras innovaciones. Y otra más familiar que todavía recolecta manualmente y riega por manto. La diferencia de rendimientos entre uno y otro planteo son importantes. Las posibilidades de añadir fertilización son una de las claves.
“Empresas como Coralino o las que están en Mendoza, en el Valle Tupungato, logran entre 5.000 y 10.000 kilos por hectárea, por diferentes tecnologías, riego, por goteo, fertilizante, inversiones. Pero los productores medianos estamos entre 1.500 y 2.500 kilos”, observa Abilar. Luego explica que “la mayoría de los pequeños productores tenemos turnos de riego. Regamos por manto y de a poco vamos cambiando a riego por goteo, por aspersión. Nos queda medio lejos lo que la inversión de una perforación. Yo creo que eso tiene que ver mucho con el rendimiento por hectárea que podemos llegar a tener nosotros”.
En lo que hace a variedades, las diferencias no son tantas y las reconversiones se han venido haciendo a lo largo de los años. Abilar describe que “en un principio mis abuelos largaron con la Nuez Criolla, que fue cambiando en los años 90 con el auge de la nuez francesa, la conocida Franquette. Hoy se tiende a que todo sea la nuez californiana, especialmente la Chandler. Los de mi generación es la que estamos haciendo”.
-¿Y cuáles son las ventajas?
-Además de rendimiento, hoy en día los clientes requieren ya directamente la californiana. Tiene buen color, buen rendimiento, y muchos beneficios que van dejando de lado a las variedades más viejas.
La suerte económica de los pequeños productores depende muchas veces de cómo le vaya a las grandes, y esto tiene que ver a su vez con cómo esté funcionando la economía. En los últimos años, el retraso cambiario provocó que cedieran las exportaciones y entonces empresas grandes comenzaron a colocar parte de su cosecha de nueces en el mercado interno, deprimiendo los precios de los nogaleros más chicos. “Eso nos mató”, resume Ramiro.
-¿Cómo venden la nuez?
-Eso se va viendo con las generaciones. Yo conozco gente que ya tiene 40 o 50 años trabajando y como siempre digo, si tienen 40 cosecha adentro es como que tienden a vender con cáscara y que al valor agregado se lo dé otra persona. En mi caso particular, estamos con muchas ganas de realizar nosotros el valor agregado.
Su pequeña empresa se llama Nogales del Bordo y ya vende la nuez mariposa envasada al vacío o en cajas de diez kilos.
Ramiro se recibió hace unos años de ingeniero mecánico y, según cuenta él mismo, pensaba que no iba a tener nada con el campo, pues no sabía diferenciar un nogal de un limonero. Pero cuando se tuvo que meter de lleno, “le fui encontrando el gustito de ir aprendiendo y creciendo”.
-¿Y ahora entendés muchas cosas de tus mayores que antes mirabas de lejos y no entendías? ¿Por qué renegaban entonces?
–Claro, por qué rompían tanto con la helada o la lluvia. Ahora que la vivo adentro y me empiezo a dar cuenta de ciertas cosas.
Se olvidaron de la nuez de los valles calchaquies tucumanos en especial de la nuez de El Pichao Tucuman que es lo mas espero que algdia visiten nuestro pueblo y verán la calidad de la nue