El Alto Valle de Río Negro y Neuquén, aquel vergel diseñado en 1930 cuando los inmigrantes europeos se instalaban a producir frutas, se encuentra en franco deterioro desde hace 20 años, en una espiral que cobró intensidad en los últimos diez años. Debido a una crisis sostenida de la fruticultura, en la que los productores usualmente cobran la mitad de lo que le cuesta producir las peras y manzanas, las chacras son abandonadas, avanza sobre ellas el ejido urbano y hasta hay excavaciones petroleras mucho más rentables.
En la zona media del Alto Valle se encuentra General Roca, uno de los departamentos más poblados de la provincia de Río Negro. En la Cámara de productores de allí se nota la dura crisis de la actividad. “Llegamos a tener hasta 650 productores asociados y hoy quedan solo 120”, informó el presidente de la entidad, José Alberto García, a Bichos de Campo.
“De las 12 mil hectáreas empadronadas bajo riego, quedan solo 4.500 en producción, muchas pasaron a la horticultura y hay 2.300 directamente en estado de abandono”, detalló García.
Aquí la entrevista completa con García:
En cuanto a todo el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, de las 65 mil hectáreas sistematizadas con riego, García estimó que no deben quedar más de 25 mil destinadas a la producción de frutas.
“Dicen que 4 o 5 empresas se quedarán con todo, y es probable. Ojalá que no, pero se está empezando a ver esa concentración”, explicó García.
“De los 9.000 productores que éramos en 2005, con suerte quedan 1.200 y a fin de este año quedarán 900. Y teniendo en cuenta que la mayoría son viejos…”, finalizó.