Melina Briosso comenzó a cursar la carrera para ser veterinaria en la UBA pensando en que iba atender mascotas. Pero su recorrido universitario la llevó por otro camino hasta apasionarse con los “grandes animales”, los productivos.
Durante sus estudios colaboró con la cátedra de genética animal y luego en diferentes empresas hasta que recaló en el laboratorio Tecnovax, que este año está cumpliendo 20 años de historia y pronto a inaugurar una nueva planta de producción de vacunas.
Así como a nivel global hay un debate con los anti-vacunas, en la sociedad moderna también hay cierto temor y desconocimiento respecto de cuántos productos se le colocan a un animal bovino antes de su envío a la faena. En definitiva, cuántas aplicaciones recibe y si quedan residuos en la carne que se consume.
Para sacarnos las dudas le consultamos a Melina cómo sería un plan sanitario ideal y cuál es la inversión necesaria para aplicarlo correctamente.
Briosso explicó que es importante la aplicación de las vacunas para prevenir enfermedades que pueden generar graves inconvenientes y que significan pérdidas de kilos y mortandad de animales, y que luego se traducen en pérdidas económicas para el productor ganadero.
Para el tratamiento de esas enfermedades en muchos casos se deben aplicar antibióticos, la mayoría de los cuales exige un tiempo de restricción antes de enviar ese animal al mercado. También se conoce como período de retiro, es decir el tiempo necesario para evitar residuos farmacológicos en la carne o la leche que llega al consumidor.
“La tendencia a nivel mundial es la de reducir al máximo posible el uso de antibióticos mediante la aplicación de un correcto plan sanitario preventivo, que nos permite disminuir los costos y evitar pérdidas por causas infecciosas”, aclaró la especialista.
En Argentina hay vacunas que son optativas y otras obligatorias, entre las que se encuentran la de la fiebre aftosa para toda la población vacuna y la de brucelosis que se coloca sólo en hembras ente los 3 y 8 meses de vida. “ De acuerdo a la normativa, también la vacuna de carbunclo es obligatoria”, señaló la especialista.
Entre las optativas se encuentran las que previenen enfermedades respiratorias y queratoconjuntivitis, enfermedades clostridiales como mancha, gangrena y tétanos, las que previenen enfermedades reproductivas y aquellas destinadas a la prevención de la diarrea del ternero en sus primeros días de vida.
Escuchá la entrevista completa:
Le pedimos a Melina que nos explique cómo es un plan sanitario en el caso de una hembra destinada a producir terneros y en un macho destinado a engorde.
“En una vaca, además de las obligatorias (aftosa, carbunclo), se recomienda la aplicación, previo al servicio, de vacunas que previenen enfermedades reproductivas (abortos). Adicionalmente, cuando la hembra transita el séptimo y octavo mes de la gestación, se recomienda la aplicación de una vacuna para prevenir las diarreas de los primeros días de vida del ternero. La vaca traspasa sus anticuerpos al ternero exclusivamente a través del calostro, por lo tanto, es fundamental que el ternero reciba dentro de sus primeras 12 horas de vida el 10% de su peso en calostro de buena calidad”.
La inmunidad que la vaca le brinda a través del calostro al ternero dura aproximadamente 90 días, llegado ese momento se inicia el plan sanitario del ternero, se aplica una vacuna clostridial que previene la muerte súbita, tétanos, mancha, gangrena. Y otra vacuna respiratoria que previene la presentación de cuadros respiratorios en los animales.
Llegado el destete, cerca de los 6 meses, se puede reforzar con otra dosis de estas dos vacunas.
Si la ternera se destina a la reposición de vientres hay que aplicar dos dosis de vacuna que previene las enfermedades reproductivas antes de que entre al servicio, sea a los 15, 18 o 24 meses.
Luego se reinicia el ciclo, ya que esa madre recibirá entre el 7º y 8º mes la vacuna contra la diarrea neonatal para cuidar al ternero.
Si el ternero va a una recría, engorde pastoril o feedlot, Melina indicó: “si es de propia producción lo ideal es que hayan estado vacunados en origen con dos dosis de clostridial y respiratoria, para ingresar al feedlot con óptimo estado inmunitario. En los feedlots la sanidad es un factor crítico y clave”.
Pero si se desconoce el origen o se duda respecto de su sanidad: “podemos reforzar con dos dosis de esas dos vacunas (clostridial y respiratoria) aplicadas con un intervalo de entre 15 y 21 días. Esta medida ayuda a mantener un buen nivel de anticuerpos de alta calidad por más tiempo”.
Además de estas vacunas hay que tener en cuenta la aparición posible de otras enfermedades “parasitarias, metabólicas, nutricionales o algún grado de intoxicación que es frecuente en los un encierres a corral”.
Briosso destacó la importancia de la vacunación: “su función es disminuir la cantidad de animales afectados y la gravedad de los cuadros, un animal vacunado tendrá un curso de la enfermedad más leve y de tiempo más corto, eliminará menos virus al ambiente y así se protege al resto de la población”.
Con relación al costo señaló que no representa una inversión tan importante en relación al producto final. Un novillito de feedlot por caso tiene un precio por kilo de 550 pesos y si pesa 340 kilos cuando va a la faena su valor llega a los 190.000 pesos.
“El costo de un plan sanitario completo, incluyendo vacunas obligatorias, optativas, antiparasitarios y suplementos minerales, ronda los 2 kilos de ese novillito. Esto significa una inversión de 1.100 pesos. Si con esto prevenimos las enfermedades la inversión es muy baja en cuanto al retorno de la misma”.
Finalmente indicó que “las vacunas son productos seguros y a nivel mundial se tiende hacia la prevención y menor uso de antibióticos”.