Los efectos negativos del clima se siguen reflejando en los índices de la producción lechera.
En medio de la ola de calor, en febrero pasado se produjeron 686 millones de litros, lo que significo una caída respecto de enero de 12%. Con relación a febrero del año pasado el desplome fue de 17%.
Según los datos publicados por el Observatorio de la Cadena láctea Argentina (OCLA), fue la mayor baja en cantidad de litros de los últimos 5 años. Pero de acuerdo a estadísticas del analista José Quintana, se trata de la mayor disminución interanual de los últimos 40 años.
Los motivos de semejante reducción en la oferta de leche, que impacta de lleno en la facturación de los tambos, tienen que ver básicamente con el clima. Las altas temperaturas y los calores del verano afectaron a las vacas, y más a las de establecimientos que no cuentan con la infraestructura necesaria para mantenerlas a resguardo como es el caso de galpones o medias sombras.
Las regiones más perjudicadas fueron las cuencas lecheras de Córdoba y Santa Fe, seguidas luego por la de Buenos Aires.
En el OCLA indicaron que la caída sería similar en marzo (cuando además se sumaron las intensas lluvias) y que este año se proyecta una reducción de entre 3% y 5% en la producción de leche fluida.
Ante este escenario los precios deberían seguir subiendo de forma marcada, como lo vienen haciendo en los últimos meses, lo que no significa que eso pueda compensar la menor producción total de cada tambo.
Además la exportación, por donde se canaliza históricamente el 25% de la producción aunque ahora viene creciendo, comienza a tener problemas de competitividad por el retraso en el valor del dólar anclado en menos de mil pesos, cuando la inflación interna viene corriendo de forma acelerada desde diciembre.
Esto reduce la capacidad de pago de la industria láctea, aunque ante la falta de oferta no sería extraño que se termine pagando por encima de la capacidad como ha sucedido en otras épocas y con tantos otros productos.