Muy a menudo, el debate en torno al uso de fertilizantes en la agricultura se estructura sobre los rendimientos, una brecha que de por sí en Argentina arroja cifras preocupantes y requiere de un cambio productivo urgente. Pero, además de los quintales por hectárea o de la cantidad de proteína por tonelada de grano, detrás de la aplicación de estos nutrientes hay una cuestión básica: la alimentación.
Ese es el eje que pone sobre la mesa la efeméride, pues, como cada 13 de octubre, se conmemora hoy el Día Mundial de los Fertilizantes. Según la Asociación Internacional IFA, aproximadamente el 50% de los alimentos que hoy consume la humanidad se cultivaron gracias a esa tecnología. O, dicho de otro modo: si no fuera por esos insumos, el mundo produciría la mitad de los alimentos que hoy produce.
El de la seguridad alimentaria es un argumento que explica por qué se insiste en cuidar la salud de los suelos, preservar ese recurso natural y devolver los nutrientes que se extraen con cada cosecha. Y en esa materia, de hecho, hay mucho por mejorar, pues en nuestro país, anualmente, esa “deuda” se hace cada vez mayor.
En la campaña 2024/25, por ejemplo, se exportaron más de 3,5 millones de toneladas de nutrientes NPKS -nitrógeno, fósforo, potasio y azufre- en un volumen de 130 millones de toneladas de granos. En fertilización, sólo se devolvieron 1,4 millones de toneladas, sólo un 40% de lo extraído.
Eso significa que se está alimentando a las plantas menos de lo que se debería, con déficits muy marcados en los llamados “macronutrientes”: el nitrógeno, que es la base de las proteínas; el fósforo, la energía fundamental; y el potasio, que es vital en la actividad celular. De acuerdo con los cálculos que hacen desde la Asociación Civil Fertilizar, a este ritmo se necesitarían 28 años de aplicación sin extraer ningún nutriente para recuperar esa deuda.
Sigue sin reaccionar la demanda argentina de fertilizantes en plena siembra de maíz temprano
A futuro, lo cierto es que los fertilizantes cada vez van a ser más necesarios, porque va a haber más bocas para alimentar con la misma cantidad de recursos.
“Una hectárea de tierra, que en 1960 alimentaba a dos personas, tendrá que ser capaz de brindar alimento para cinco personas para 2030. Por eso los fertilizantes contribuyen a la sostenibilidad de la seguridad alimentaria y por ende a nuestro futuro”, señalaron desde la entidad local.
Parte del cambio de enfoque de la industria de los fertilizantes lo demuestra la propuesta de postular a estos insumos como claves para la producción de alimentos con alto valor nutritivo y además con bajo impacto ambiental. Es una búsqueda de correr el foco exclusivamente del cálculo de rendimientos y rentabilidad.
Esto, sin embargo, no deja de ser prioritario para cualquier productor, que no hace alimentos por filantropía sino para subsistir. En ese sentido, desde el sector señalan que esa es la contracara del proceso, y lo que permitirá que los privados, con su inversión en fertilización, contribuyan a la seguridad alimentaria.
A fin de cuentas, siempre y cuando el número “cierre”, la aplicación de fertilizantes también abre la posibilidad de cultivar una mayor diversidad de alimentos, como legumbres, frutas y hortalizas, y a mejorar el valor nutricional de los alimentos básicos, como el arroz o el trigo. Adicionalmente, tiene también un impacto positivo en la producción animal, porque un mejor grano es un mejor alimento que luego se convierte en proteínas.