El Congreso le puso un freno al proyecto oficialista de aumento de derechos de exportación, algo que hubiese resultado muy perjudicial para el sector cárnico, que ya tiene bastante con el hecho de que su principal cliente –el consumidor argentino– está (y lo estará por bastante tiempo) pauperizado por la inflación fabricada a partir del festival de emisión monetaria realizado entre 2020 y 2023 (gentileza de Alberto, Cristina y Sergio).
Sin embargo, la realidad es que no hay mucho qué festejar, porque el proyecto de “Ley Ómnibus”, la primera gran apuesta política del presidente Javier Milei, contiene un capítulo que es mucho más dañino que los derechos de exportación al representar un riesgo sistémico para la ganadería y el sector cárnico argentino.
El capítulo en cuestión faculta al Poder Ejecutivo a asignar derechos de emisión de gases de efectos invernadero (GEI) a cada sector y subsector de la economía en función de las metas comprometidas por el país para el 2030. La clave es que tales metas no serán voluntarias, sino de cumplimiento obligatorio, lo que implica, en los hechos, que el Estado establecerá “techos de crecimiento” en una economía devastada con más de la mitad de la población en situación de pobreza.
En los hechos, el sistema propuesto –que no rige en ninguna otra nación del mundo– implica introducir, de manera indirecta, una nueva carga tributaria, con el agravante de que los criterios de instrumentación no serán determinados en el país, sino en Naciones Unidas a partir de la metodología diseñada por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).
Esa metodología, no casualmente, está específicamente diseñada para perjudicar a los sistemas ganaderos sustentados en sistemas pastoriles, que son la base de los modelos productivos sudamericanos. Basta echarle un vistazo al último “Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero” de la Argentina para advertir que la ganadería será el sector más perjudicado por la propuesta que el presidente Milei pretende aprobar en el Congreso.
El particular ensañamiento contra la ganadería viene siendo promovido hace tiempo y, por lo general, se encuentra asociado a la obtención de créditos con organismos multilaterales, lo que hace a la Argentina –país cooptado por políticos gastomaníacos– el candidato ideal para realizar tales experimentos.
Detrás de esa meta se incluye, por ejemplo, la iniciativa de retirar de producción grandes extensiones de tierra, tal como está contemplado en el “Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático” elaborado por el gobierno anterior, así como los recurrentes “proyectos de humedales” que vienen siendo promovidos en el ámbito legislativo.
¿Por qué tanto ensañamiento contra la ganadería? Probablemente porque, debido al magnífico diseño biológico de los rumiantes, se trata de una actividad que puede ser realizada en muchos ecosistemas en los cuales la agricultura no puede acceder. Constituye, por lo tanto, una fuente de sustento muy eficiente para los humanos, además de promover la ocupación del territorio soberano.
La mayor parte de los argentinos está tan ocupado en intentar sobrevivir a la crisis económica que no puede advertir la monstruosidad que se les viene encima, la cual, por cierto, está lejos de tratarse de una novedad.
Los primeros ensayos de tal política se instrumentaron en la Unión Europea y los resultados los estamos viendo de manera constante en las movilizaciones permanentes que vienen llevando a cabo organizaciones agropecuarias de los diferentes países del bloque. En Holanda incluso el hartazgo fue tan grande que los productores armaron un partido político y ganaron las elecciones.
La Argentina aún está a tiempo de evitar el trauma en el Congreso. Si no es el caso y finalmente el sistema intervencionista se implementa, entonces seguramente observaremos aquí protestas como las realizadas en Europa al advertir que, para poder cumplir con las exigencias “ambientales”, miles de productores deberán liquidar buena parte de sus existencias bovinas o vender el campo.
🇫🇷The French farmers are in distress as a result of Macron’s disastrous policies and crippling climate regulations that are killing their livelihoods.pic.twitter.com/ijmpgNjhL4
— Eva Vlaardingerbroek (@EvaVlaar) January 26, 2024
La capacidad y las ganas de hacerse las víctimas que tienen los gordos agropecuarios, de los cuales muchos ni son argentinos, es increíble. Quieren producir sin poner un peso, con subsidios o créditos sin interés del estado, sin pagar ningún tipo de carga o impuesto a la propiedad ni derechos de exportación, sin hacerse cargo de la huella ambiental que deja la actividad, encima pagandole dos mangos a sus trabajadores… más caraduras no se consigue.
Está usted equivocado. Sí se consiguen más caraduras como usted por ejemplo. Aunque francamente es tal el nivel de estupidez que demuestra que es probable que sea algo peor.
Me da la sensación de que el escrito está muy enfocado en una política de oposición a los cambios, de hecho por ahí me da de pensar que no es casualidad que de ese sector han salido grandes traidores a su prédica. Muchachos, con el dólar oficial a 365 y el blue a 1200-1300 estaban calmos, ahora 845 y 1190 están preocupados?? 50 días de gobierno y ya queremos la solución?? Vamos por más que la carne está en sus 2 dólares históricos. Perdón, es un punto de vista nada más. No lo tomen como una agresión