El precio de la carne es siempre noticia y excusa para que los gobiernos intervengan mercados, lo que no hace más que generar incertidumbre y limitar inversiones que ayudarían a que haya más oferta del producto.
La demanda de carne vacuna es inelástica y aún con altos precios el consumidor la elige, porque tiene incluso un peso cultural enorme, en una sociedad cada vez más pobre y que sufre las consecuencias del mal manejo económico que hizo la política.
“Genera mucho dolor lo que se ve a diario, hay una porción muy grande la sociedad que es indigente, pero eso no justifica que se destruya una actividad”, dijo el productor y asesor de empresas agropecuarias Alberto Wainer a Bichos de Campo. El ganadero tiene base en Buenos Aires, pertenece al Crea Monte y asesora a firmas del sector como Los Garruchos.
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Por tal motivo Wainer es amigo de la estadística, y es por ella que se sostiene el argumento de que el problema no es ni la oferta de hacienda ni de la carne, que están en niveles históricamente altos, sino del depreciado valor y bajo poder de compra de los salarios.
“En Estados Unidos hay un consumo per cápita de 127 kilos totales, de los cuales 32 son de carne vacuna. En Argentina rondan los 110 total y los 48 de carne vacuna. En Australia es de 97 kilos, con 26 de la especia bovina, y en Uruguay de 83 kilos totales con 46 de carne vacuna”, indicó Wainer.
La pregunta entonces es qué pasa con la demanda, que siempre se muestra interesada por este alimento, pero que tiene al 50% por debajo de la línea de pobreza.
Wainer explicó que en 2011 el kilo de asado estaba 31 pesos y el salario mínimo vital y móvil en 2.070, por lo que con ese ingreso se podían comprar 67 kilos de asado. En 2013 se dio el pico, cuando el salario mínimo equivalía a 74 kilos de carne.
“Hoy el salario mínimo vital y móvil es de 42.000 pesos y la carne vale en torno a los 1.000/1.2000 pesos el kilos, por lo que se pueden comprar 36 kilos de carne. Es el volumen más bajo de la serie”, afirmó.
El productor reconoció que los precios del ganado son de los más altos de la historia y sin dudas eso se traslada al valor del producto en la góndola. “Pero si uno compara los precios de la carne argentina con los del resto del mundo concluye que es la más barata”, agregó a continuación.
El problema no es el precio entonces, sino la devaluación de la moneda como consecuencia de la inflación y el empobrecimiento de la población.
Y la solución que ofrece la política a esta situación, creada por los diferentes gobiernos, es querer recortar el ingreso de los sectores productivos con intervenciones en los mercados.
“Hay una gran parte de la población que sufre y eso se ve claramente. Pero no implica que haya que arruinar una actividad porque el problema termina peor y esa experiencia la tuvimos en 2008/09”, indicó. Recordemos que en ese período, por la intervención en los mercados y la sequía, el país perdió más de 10 millones de cabezas de ganado.
Wainar señaló: “El mejor plan ganadero es que el productor tenga rentabilidad porque, si no, no realiza su actividad. Lo mismo pasa con el que fabrica camisas o hace pizzas, nadie invierte donde no hay negocio”.