José Voytenco, el actual secretario general de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), proviene del Chaco profundo y ha conocido en primera persona los padecimientos usuales de muchos trabajadores del campo. Esta es una primera y buena carta de presentación para el gremialista que reemplazó en el cargo a Ramón Ayala, quien falleció por Covid-19 en octubre pasado.
Voytenco, el sindicalista que ahora debe lidiar con las organizaciones empresarias de la Mesa de Enlace, tiene un tono más severo que sus antecesores a la hora de hablar de la situación de sus representados. En rigor, debutó declarando el “estado de alerta y movilización” del gremio para obtener un bono especial de fin de año de unos 10 mil pesos. Hace rato que no se veía a la UATRE negociar con tanta dureza.
Quizás en su origen haya una explicación de esos tonos. También en la necesidad de consolidarse como nuevo conductor en una organización donde la sucesión abrió internas.
En una larga entrevista con Bichos de Campo, que publicaremos en fragmentos, el gremialista brinda una pequeña clase de la historia del trabajo rural en el país, pero contando su propia historia.
Relata, de entrada, que es nieto de un inmigrante ruso que llegó a la Argentina escapando de las guerras en su lugar de origen. “Fue a parar en Chaco y ahí empezó la familia, que está desparramada por toda la provincia”, relató. Los Voytenco se desparraman por Corzuela (de donde proviene él), Villa Ángela y Roque Sáenz Peña. “En ese momento el Chaco no era provincia siquiera, era territorio nacional”, remarca.
Mirá la entrevista completa:
La madre del nuevo hombre fuerte del sindicalismo agropecuario fue cosechera de algodón, cuando la cosecha todavía era manual. El padre trabajaba en un obraje forestal. Él mismo José reconoce que trabajó en el campo siendo niño. “Para nosotros era algo divertido. Íbamos después de la escuela. Se manejaba en la familia un concepto muy especial: tenías que aprender a trabajar porque ‘nosotros no queremos vagos en la familia'”, describe.
-Hoy la UATRE tiene programas contra el trabajo infantil. Sería inaceptable…
-En ese momento era un concepto totalmente inofensivo para los chicos. En el tiempo libre, era colaborar con los papás para llevar un mango más a la casa. Esa era la realidad de mi familia- cuenta Voytenco, que sabe que los tiempos han cambiado y agradece a sus padres por haber considerado primordial para él y sus hermanos que terminaran la escuela.
Entre su recuerdos infantiles, Voytenco tiene la percepción clara de que la injusticia en el medio rural existía. “Siempre la riqueza en los pueblos estuvo repartida entre dos o tres familias y siempre estuvo a la vista la explotación. Sobre todo donde mi padre trabajaba, en los establecimientos forestales, y en el algodón”, rememora.
Primera parada en esta historia, Voytenco nos recomienda escuchar “Hubo pago del obraje”, una obra de su comprovinciano Luis Landriscina:
-¿Y cuándo fue que le picó el bichito del sindicato?
-Uno siempre estuvo viendo y sufriendo de la manera que eran sometidos no solo mi viejo sino gran parte de los compañeros del pueblo. Y siempre estuvo en mi la posibilidad de avanzar para ver de qué manera podemos revertir esa situación. Ya terminando la secundaria, me hice amigo del delegado del gremio, que es ese momento todavía era FATRE. La cuestión es que una cosa lleva a la otra y terminamos en el sindicato. Todavía estábamos en el proceso militar. Estamos hablando del 80 u 81. Yo estaba a punto de terminar el secundario, una de las prioridades que me marcaba la familia.
La madre de José, él mismo saca el tema, murió muy joven, a los 33 años y de Mal de Chagas, como para completar el cuadro de honda postergación social.
“En 1982 yo me vengo a incorporar a la colimba en plena gesta de Malvinas. En Resistencia, en el regimiento La Liguria, estaban todos acantonados los compañeros soldados de la clase 59, 60, 61 y 62. La clase 63 era la mía y la que se incorporaba en ese momento”, describe.
Así que, como no había espacio para tanto soldado, a ellos los menores les tocaba entrar todos los días a las 6 de la mañana en el regimiento y después irse a la noche, buscando un lugar donde dormir. Voytenco, que provenía del interior provincial, lo hacía en una piecita del sindicato que le prestaron. “Ahí ya me fui metiendo más”, recuerda. Cuando le “devolvieron el documento”, se quedó directamente en Resistencia. Empezó a formarse como sindicalista.
-Han pasado casi 40 años desde el retorno de la democracia. Y el agro argentino ha cambiado muchísimo, para bien y para mal. Imagino que en términos laborales mejoraron las condiciones, pero en términos humanos el campo perdió a mucha gente, a mucho habitante…
-Es una realidad. Con la cosecha de algodón, por ejemplo, se utilizaban 70 cosecheros por hectárea. Después vino la tecnología y se empezaron a meter las máquinas. En principio como la máquina no levantaba todo, pasaban los cosecheros detrás de ella, pero era un trabajo más sacrificado y con menos rinde. Una cosa era entrar con el algodón por cosechar. Y otra bien distinta pasar a cosechar lo que dejaba la máquina. Ya no tenía casi rinde. Hoy pasa la máquina de cuatro surcos o seis surcos, y ya no se ven más los cosecheros que le daban vida a los pueblos. Ese trabajador se compraba su heladerita, su bicicleta, su ropa, hacía las provisiones para el año. Generaba un circuito económico en los pueblos.
-De todos modos, todavía hay más de 1 millón de personas que son trabajadores rurales. ¿No es poco no?
-Sí. El sector agro es uno de los que todavía más mano de obra necesita, de forma directa o indirecta. Representa el 21% del producto bruto del país, así que ese es un numerito que da que hablar.
-¿Y mejoraron las condiciones laborales de esa gente en estos 40 años?
-Yo creo que han empezado a mejorar, sobre todo a partir de antecedentes históricos, Nosotros tenemos varios hitos que nos han marcado la vida como argentinos. La Patagonia Rebelde, la Forestal. Y en el Chaco tenemos hechos históricos que también han marcado la rebelión de los trabajadores en busca de mejores salarios. La masacre de Napalpí, que fue una historia que poco se conoce, fue una masacre en la que se han matado familias enteras, chicos y ancianos de tribus que en ese momento se negaban a ir a cosechar el algodón por los precios que les pagaban.
Segunda parada histórica obligatoria.
-¿Y cuando fue que comenzó a cambiar la suerte de los trabajadores rurales argentinos?
-En el año 1945, cuando Juan Perón nos da el estatuto del peón rural. Ahí empieza a cambiar la situación y de ahí para adelante empieza la sindicalización de la mayoría de los trabajos. Desde ahí llegamos nosotros a constituir la UATRE hace 71 años.
-Supongo que otro momento bisagra le corresponde al Momo Venegas. Empezó a pelear por una nueva ley con Carlos Menem, siguió con la Alianza y recién se puedo poner en practica la nueva Libreta del Peón Rural en tiempos de Néstor Kirchner. Es esa ley la que dio origen al Renatre.
-Nosotros veníamos con el gremio de intervención tras intervención hasta que en un congreso en el año 1991 aparece el compañero Venegas y se normaliza. Ahí empieza una gestión con grandes conquistas. Yo asumo en 1992 como delegado normalizador en la provincia de Chaco, donde en ese momento la UATRE era un sello de goma que no llegaba a tener 500 afiliados. La responsabilidad de poder manejar como delegado la provincia me la dio Gerónimo Venegas. Ahí empezó mi historia. Venegas es el protagonista que marca un antes y un después respecto de lo que es la UATRE- dice Voytenco, dejando claro que su gestión representa una continuidad más que una ruptura con la historia más reciente del sindicato.
-En ese momento eran un sello de goma, dijiste. ¿Qué es ahora la UATRE?
-Somos una organización gremial constituida, fuerte, con una presencia importante en la vida del trabajador y peleando permanentemente por sus derechos. Una de las conquistas mas importante fue la Libreta del Peón Rural que nos dio Perón. Ese vendría el ADN de lo que es la UATRE.
-El Renatre es un extraño caso de convivencia entre las entidades empresarias del agro y las de sus trabajadores. Los críticos dicen que así los trabajadores agachan la cabeza…
-Es todo lo contrario. En ese momento fue muy inteligente el compañero Venegas en incluir a las entidades del campo. El invita al sector empresario, no estaba obligado a hacerlo. Y este es el puntapié inicial de lo que después termina siendo la Mesa de Enlace. En ese momento el compañero Venegas se juntaba con los dirigentes rurales y ahí empezaron a surgir algunos conceptos. Muchos dirigentes agrarios de aquel momento recuerdan que uno de sus formadores en materia gremial fue Venegas. Con ellos, nuestra idea base siempre fue consensuar políticas que le sirvieran al sector agropecuario.
-¿Y cuándo los chicanean desde otros gremios con esto de que la UATRE se entrega a las patronales y dejó de ser peronista?
-Les decimos que es al revés. Es la UATRE la que suma a las patronales, suma a la mesa al sector de los empresarios.
Voytenco, más tarde y tras revisar la agenda de temas concretos que debe enfrentar en su flamante gestión, se despedirá de Bichos de Campo con una frase que no deja lugar a dudas: “Este fue, es y será un gremio peronista”.