Hoy se conoció que el gobierno de India habilitará un nuevo cupo de importación de harina de soja de 550.000 toneladas proveniente de granos transgénicos y eso contribuyó a sostener los precios internacionales del producto en una jornada en la cual el aceite de soja, arrastrado por el petróleo, experimentó una importante caída.
En la India, donde no está habilitada la soja modificada genéticamente, los “premios” ofrecidos por la harina de soja sin transgénicos hicieron irresistible la exportación de ese producto hacia Europa y EE.UU. Así es cómo las ventas externas de harina de soja en 2020/21 alcanzaron un récord de 1,56 millones de toneladas versus 692.883 toneladas en 2019/20.
Pero lo que fue una “fiesta” para las empresas exportadoras, terminó siendo un dolor de cabeza mayúsculo para las industrias usuarias de harina de soja, porque se acabaron las existencias internas de producto y los precios escalaron hacia la estratósfera.
Como los exportadores de harina de soja –fundamentalmente Argentina, Brasil y EE.UU.– sólo elaboran el producto en base a granos modificados genéticamente, entonces India, que no habilitó la producción ni la importación de soja transgénica, estaba realmente en problemas.
Govt of india to allow 5.50 lac mt GM soyameal upto 30 sept 2022.#soymeal #soybean #argentina #brazil #vietnam #indonesia #bangladesh pic.twitter.com/T8lj0bm1Ha
— Binod Agarwal SGR 🇮🇳 (@BinodSgr) April 29, 2022
El año pasado los productores avícolas, lecheros y acuícolas indios fueron a golpear las puertas de los despachos oficiales del gobierno nacional para que autorice el ingreso de harina de soja elaborada con granos modificados. La medida finalmente se instrumentó de manera temporaria para descomprimir los precios internos.
Sin embargo, cuando los precios volvieron a “recalentarse”, el gobierno indio a comienzos de este año procedió a intervenir el mercado interno de harina de soja con el propósito de que no vuelva a generarse un desabastecimiento del producto.
Pero, tal como adelantó Bichos de Campo el año pasado, el problema no es coyuntural sino estructural, porque India, un “gigante” que hasta ahora permanecía dormido, comenzó a despertarse –como sucedió con China dos décadas atrás– para comenzar a formar parte del sistema de formación de precios de la soja.
En ese marco, tal como ocurrió el año pasado, India vuelve a permitir el ingreso de harina de soja proveniente de EE.UU., Brasil y la Argentina, que son los tres grandes proveedores globales del producto. La medida temporal rige en principio hasta el próximo 30 de septiembre.