El sector agropecuario es enorme y muy diverso. Entre los tantos tipos de productores están los de flores y plantas, que sufrieron como pocos los efectos de la pandemia y la inmovilidad social.
Se trata de unos 2 mil productores diseminados por todo el país que se quedaron sin el pan y sin la torta. De golpe y porrazo les desapareció la demanda porque cerraron cementerios se clausuraron celebraciones y hasta dejaron de operar los mercados concentradores de flores. Pero también se quedaron sin producción. Mucha la debieron tirar porque se trata de productos que se deterioran rápidamente y que no se pueden estoquear en ninguna cámara de frío.
Martín Cardoso, es productor de flores en City Bell, muy cerquita de La Plata. Preside además la Cooperativa Argentina de Fluricultores (CAT). Contó a Bichos de Campo que “en la cuarentena estuvimos mal, porque fueron al menos dos meses prácticamente con los mercados cerrados, sin poder comercializar el producto y todo lo que se cortaba se iba tirando”.
La situación afectó quizás más a los productores de flores, pero también le pegó a los viveros de plantas ornamentales. Mirá el testimonio de Martín Cardoso:
Con el paso de las semanas y respetando ciertos protocolos se fue permitiendo la apertura de algunos rubros, pero de todos modos la actividad todavía es baja cinco meses después: “Estaremos trabajando con el 30% de la producción”, indicó Cardoso.
El dirigente de los floricultores agregó: “Las flores se venden al por mayor. Los mercados mayoristas abrieron y los minoristas también. Pero el consumo cayó mucho”.
Cardoso explicó que para salir del paso algunos floricultores decidieron cambiar de rubro e incursionar en la producción y comercialización de verduras, producto de primerísima necesidad y más en tiempos de pandemia. Otros tomaron créditos que ofreció el gobierno pero ahora se les complica la devolución del dinero. “otros nos seguimos enterrando y endeudando porque los insumos son caros y en dólares”, relató el productor.
El dirigente del sector florícola espera que de la mano de la liberación de los movimientos de las personas se reactive el mercado, ya que sus principales demandantes son los eventos (fiestas) o velatorios y cementerios, que siguen cerrados.
Por eso pide ayuda. Cree que la mejor soga que podría recibir el sector sería una financiación con “créditos bien blandos, sin intereses, para salir del paso y recomponer la situación, aunque hasta que no haya eventos ni casas de velatorio, por ejemplo, la situación seguirá difícil”.