Por estos días, el congreso internacional del tomate se iba a realizar en la Argentina. Los productores locales de tomates para industria iban a aprovechar mostrar a todo el mundo el crecimiento que habían logrado desde el arranque de la Asociación Tomate 2000, un modelo de integración entre toda esa cadena productiva que ya permitió una mejora notable en los rendimientos por hectárea y el crecimiento del sector. Todo estaba listo, pero la epidemia del Coronavirus hizo que se deba reprogramar ese evento para el 8 de noviembre.
“No tenemos ni el 5% de la producción mundial de tomate para industria pero ya estamos en la mirada del mundo”, explico Quillermo Quiroga, presidente de la entidad. Quiroga es productor agropecuario pero en Tomate 2000 están desde quienes desarrollan las semillas, plantines, los que cosechan el tomate, las grandes empresas que lo industrializan. Se trata de una producción a campo abierto, diferente a la del tomate de invernadero que utilizamos en la ensalada. Este es el tomate con el que se hacen, por ejemplo, los envasados que usamos los domingos para acompañar la pasta.
La singular asociación fue creada hace 24 años con el fin de fortalecer a la cadena del tomate para industria, y por lo tanto agrupa a productores que van de 5 a 200 hectáreas. Su gran acierto es que logró mecanizar de forma integral a los diferentes eslabones. El riego se hace por goteo y se usan “máquinas formadoras de camas, trasplantadoras, desde el inicio está muy mecanizado y supervisado por extensionistas que son ingenieros agrónomos que supervisan los cultivos procesados por nuestras industrias” dijo Quiroga.
El productor precisó que que “el 90% de la producción usa riego por goteo, el 80% de la cosecha es con máquinas importadas que tiene por ejemplo selectores por color que descartan el verde y toman solo el tomate rojo”.
Escuchá la entrevista completa con Guillermo Quiroga:
El presidente de Tomate 2000 explicó que, a pesar del fuerte crecimiento de los rindes por hectárea que se lograron con estas tecnologías, “la producción interna no alcanza a abastecer el consumo total que roda los 600/650 millones de kilos de tomates, porque se producen 450 millones de kilos”.
“Hay un gap que tenemos que importar, de 200 millones de kilos, para el mercado local. El objetivo que nos hemos puesto es alcanzar y rellenar esa diferencia y aumentar la producción local. El faltante se importa principalmente desde Chile”, señaló.
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La organización de la cadena encarada en los últimos 20 años, por ahora, les permitió pasar de una producción de 30 mil kilos por hectárea a los rindes actuales que son de 100 mil kilos por hectárea, que son más cercanos a los promedios mundiales. Es decir, que multiplicaron por 3 la productividad “gracias a la gente del INTA, a los extensionistas de la producción y por de copiar tecnología de los países líderes”.
Finalmente Quiroga se refirió al uso de los insumos para esta actividad a campo, frente a la demanda social por la utilización de productos más amigables con el medio ambiente y la salud humana. Al respecto dijo que: “Desde hace dos años que estamos siguiendo un protocolo de uso seguro de agroquímicos. Desde el inicio del proceso certificamos que se usen sólo los que estén permitidos, y al final y antes de la cosecha se hace un análisis de laboratorio con muestras y de esa forma nos aseguramos que el 100% está libre de uso de residuos no permitidos”.
En noviembre, si todo esto pasa, ya habrá posibilidad de mostrarle estos avances al resto del mundo.