Uruguay y Chile son países que usualmente tienen déficit de maíz y por lo tanto suelen importar de la Argentina ese grano partido, con el que elaboran las raciones para sus animales. No es un negocio de tanta envergadura dentro de la paleta exportadora del agro, pero de todos modos mueve unas cuantas decenas de millones de dólares que no son nada despreciables. Ni para un Banco Central que está agotando todos sus recursos. Ni para algunas empresas exportadoras que hacen el famoso rulo: exportan el maíz partido, dejan las divisas afuera del país, no las declaran al BCRA y las vuelven a ingresar al país de modo ilegal, porque de ese modo valen el doble que el dólar oficial. Así duplican sus ingresos en pesos.
Bichos de Campo venía investigando desde hace un par de semanas las exportaciones de maíz partido a los países vecinos porque se sospecha que allí están operando varios empresas fantasma que justamente permiten realizar dicha maniobra, eludiendo la obligación de liquidar las divisas al Banco Central en cierto plazo de tiempo. Las firmas realizan todos los embarques que pueden (aunque en este caso son envíos por camión) y cuando entran a levantar sospechas directamente desaparecen. Aquí no ha sucedido nada.
Operaciones de este tipo, queda claro, no podrían hacerse sin cierta connivencia de funcionarios de la Aduana, que naturalmente deberían investigar a cada uno de los exportadoras que tramitan los permisos, pero que hacen la vista gorda o directamente son cómplices frente a gran cantidad de casos. Son el lado oscuro de la fuerza. Ya profundizaremos en los próximos días.
La Aduana, como todo organismo del Estado, tiene cuadros claramente corrompidos que conviven con otros que quieren hacer bien las cosas. Eso es al menos lo que queremos creer que sucede. Quizás por eso, porque algunos buenos funcionarios todavía sobreviven, esta mañana el organismo abrió solito la Caja de Pandora.
“La Aduana frenó una exportación trucha de 30 toneladas de maíz partido”, informó el organismo en un comunicado oficial, donde contó que la mercadería estaba valuada en 67.200 dólares e iba dirigida a Uruguay. Luego amplió que “los 22 bolsones de maíz partido fueron interdictos en Concepción del Uruguay. La compañía fue incluida en la base de contribuyentes apócrifos e inhibida para operar en comercio exterior”.
Muy bien por el organismo, o al menos por algunos de sus empleados, ya que sospecharon de una firma exportadora, hicieron un rápido peritaje, y descubrieron que las cosas no andaban bien: “Un análisis de riesgo de la Aduana advirtió que la firma exportadora no tenía capacidad financiera y económica para la operación. Se presume que la exportadora pretendía incumplir la debida liquidación de divisas en nuestro país”, señaló el comunicado.
La firma en cuestión, según pudo saber Bichos de Campo de otras fuentes, se llama Agro Rimac SA y era una de las que estábamos investigando por nuestra cuenta. Es que claramente levantaba sospechas no solo porque es desconocida en el negocio agrícola sino porque la sociedad nació hace 8 años, asi no tuvo actividad, para luego cambiar imprevistamente de socios a fines de 2021: Uno de ellos, llamado Ricardo Villari, renunció en diciembre de ese año, cuando dos meses antes, en octubre, fue desbancado por otro individuo llamado Marcelo Antonio Gallardo.
Pero el dato más extraño de la supuesta exportadora (a la que no se le conocen otros negocios) es que declaró como domicilio fiscal el tercer piso de un supuesto edificio de la calle 25 de Mayo al 1.300, en Dock Sud, que en realidad no existe, pues en el lugar hay un galpón y solo viviendas bajas. Además, recién en abril pasado Agro Romac SA declaró ante la AFIP tener como actividades económicas el cultivo de soja y maíz.
Lo increíble es que hasta esta misma tarde, al momento de escribir esta nota, y a pesar de que se supone que de modo permanente están cambiando datos con la Aduana, la firma Agro Rimac SA seguía perfectamente inscripta en el RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria) que administra al subsecretario de Mercados Agroalimentarios de la Secretaría de Agricultura, el contador Luciano Zarich. Se supone que estar allí es contar con un salvoconducto de transparencia comercial a prueba de balas.
Pero allí la firma figura hasta ahora habilitada para canjear servicios por granos, como corredora de cereales y también como usuario de una industria. Curiosamente ya no aparecía anotada en Avellaneda, sino en la provincia de Corrientes.
Parece increíble también que a esta altura de la historia el Estado Argentino no tenga capacidad, con solo apretar un botón, de consultar la situación de cada una de las empresas que exportan, para validar su solidez patrimonial y descartar que no se tratara de una empresa pantalla para ocultar alguna irregularidad: en este caso se trata de eludir la liquidación de divisas pero en otros más graves la operación se subfactura, para que sea todavía mayor la cantidad de dólares en negro que quedan en el exterior. No parece ser este el caso pues el embarque se realizó a los precios promedio.
Sin una botonera que cante la justa, y con tanta cantidad de funcionarios incompetentes o tristemente corruptos que conviven tanto en la Aduana como en el RUCA, este caso de las 30 mi kilos de maíz partido que se trataban de exportar al Uruguay saltó simplemente de casualidad, por un análisis de riesgo.
“El perfil elaborado en el análisis de riesgo es compatible con un tipo de operatoria irregular que la Dirección General de Aduanas viene denunciando con relación a los productos primarios, que tiende al incumplimiento de la debida liquidación de divisas en nuestro país” sostuvo el comunicado del organismo, sacando pecho.
Lamentáblemente desde acá, humilde sitio especializado en información agropecuaria, tenemos que decirles que creemos que una vez más se les escapó la tortuga.
¿Por qué? Porque los registros que maneja la propia Aduana muestran que el que detuvieron es apenas uno de los tantos negocios que se realizaron con esa empresa apócrifa. En efecto:
- El 8 de mayo la firma Agro Rimac SA realizó, seguramente a modo de ensayo, un primer envío de 29.000 kilos de maíz partido a Uruguay, valuado en 71.340 dólares. La documentación se tramitó por la Aduana de Buenos Aires. El despachante de Aduana fue un tal Ricardo Melchor Cigna.
- Luego, como habrá notado que las cosas funcionaban, durante la primera semana de junio pasado la misma empresa anotó otros cinco envíos por 198.500 toneladas de maíz partido, y por un valor de 347 mil dólares. Esta vez cambió de Aduana de salida a Campana, mientras que el despachante fue César Pablo Gujsi.
En definitiva, antes del hallazgo del cual se ufanó este martes, a la Aduana se le pasaron por delante de sus ojos otras cargas de la misma empresa sospechosa ahora suspendida por casi 200 toneladas de maíz partido, que valían nada menos que unos 420 mil dólares.
Son 420 mil dólares que hoy faltan de las arcas del Banco Central. Si uno consulta por el CUIT 30-71481113-0 que corresponde a la firma podrá confirmar allí finalmente que no liquidó por ahora nada.
Ahora “la Aduana analizará posibles vínculos de la compañía con otras firmas ya denunciadas penalmente. Este accionar es el resultado de la profundización de tareas de fiscalización del comercio y la exportación de granos, que busca generar una mayor transparencia del sector y proteger a los productores agropecuarios genuinos de todo el país”, según afirma el lado luminoso de la fuerza.
El lado oscuro se le mata de risa. Seguro que desde hace rato ya tienen una sociedad apócrifa lista como para seguir tranquilos con la operatoria.
Es tan simple solucionar todo este sistema perverso del Kirchnerismo con utilizar un solo tipo de cambio para importar y exportar. Claro no podrían beneficiarse con la autorización de Permisos de Importación a los amigotes del poder y compartir la diferencia de cambio con los dólares baratos. Es verso que eso aumentaría el valor de los productos importados, ya que siempre se calcula el precio de venta en el mercado interno al valor del dólar real. Pero eso no lo quieren ver. Será desidia o interés en no hacerlo?
Incentivo mata regulación. A más regulaciones, más premio se lleva la ilegalidad. A infinita regulación, infinito contrabando y cero actividad en blanco. Hacia eso vamos. La soja se va al Paraguay o a Bolivia en negro y la merma se achaca a la cosecha.
Respecto a los cálculos están mal realizados. Los valores están 10 veces más altos de la realidad de mercado. Valor del maiz partido podrá estar, digamos cerca de USD 220 la tonelada por 30 toneladas, nos daría USD 6.600, lo descubierto por Aduana. Una cucarda ínfima. Cómo quien diria ven la mosca, pero no consiguen ver el elefante.