Aunque la incorporación de la siembra directa y las tecnologías de manejo asociadas a ella permitieron incrementar la producción agrícola a lo largo de los años, la disponibilidad de agua en las áreas de secano es desde siempre el principal factor de variabilidad en los rendimientos de los cultivos.
La falta de certezas respecto a la cantidad y distribución de las lluvias fue, entre otras cosas, lo que impulsó a finales de la década de 1990 la instalación de un módulo de riego con fines experimentales y demostrativos en la estación del INTA Manfredi, en la provincia de Córdoba, a partir de la cual se pudieron poner en prácticas distintas herramientas para los productores regantes, con el objetivo de que puedan maximizar la productividad de su empresa agropecuaria.
Desde la instalación de ese sistema, año a año se realizaron “mediciones de precipitaciones, riegos, contenido de agua en el suelo a la siembra y cosecha, rendimiento en grano, consumo de agua y eficiencia de uso de agua (EUA, calculada como los kg de grano producidos por mm de agua consumido) de los cultivos regados”, según detallaron desde esa experimental.
Ahora, 28 años después del inicio de esos monitoreos, especialistas del INTA Manfredi publicaron datos clave que permiten poner en valor la aplicación de tecnologías de riego.
“El riego suplementario surge como una tecnología que permite suministrar agua a los cultivos durante períodos de déficit hídrico y permite mejorar los rendimientos y disminuir la variabilidad interanual de los rindes. Luego de 28 años de estudios observamos incrementos de rendimiento por el riego para todos los cultivos, del orden del 115%, 51% y 28% para trigo, maíz y soja respectivamente”, explicó Aquiles Salinas, especialista en riego y director del Centro Regional del INTA Córdoba.
“La mayor respuesta de rendimiento en trigo bajo riego respecto a secano se explica por la ocurrencia del ciclo de este cultivo en un período del año con escasas precipitaciones, debido al régimen de lluvias típico de la región”, detalló a continuación.
De acuerdo con la información recopilada, se determinó que en la región la precipitación media anual es de 757 milímetros (período 1931-2023). Además, se observó que “el 80% de las lluvias se concentran en el semestre octubre-marzo, al tiempo que existe más del 50% de probabilidades de registrar déficit hídrico en todos los meses del año, lo que limita y condiciona los rendimientos de trigo, así como de los principales cultivos de verano, como la soja y el maíz”.
Frente a ese escenario, Salinas subrayó la importancia de realizar un seguimiento del contenido de agua en el suelo y lo consideró “una estrategia fundamental que nos permite regar de manera sostenible, aportando sólo lo que el cultivo necesita y que no es suministrado por las lluvias”.
“Los rendimientos en granos se incrementaron respecto al secano y fueron más estables, demostrando la sostenibilidad en el tiempo de esta práctica”, subrayó el experto.
Me parece incompleto el srticulo,seria bueno que mencionaran las tecnologias aplicadas,Aspersion,goteo.
Y no solo poner una foto,para informar y que la gente se entere,de debe mencionar esto.
Pusimos las empresas de riego por goteo años de esfuerzo sin costo alguno y seria bueno,aunque mas no sea al pasar,mencionar la recnologia aplicada.
Disculpas los errores ortograficos,ut supra(en el anterior comentario)
Muy valioso hacer un seguimiento durante casi 3 décadas. No debe haber muchos. ¿Habrán medido la variación de los niveles de la freática o del acuífero proveedor? Ojalá que sí!
Un viejo dicho ” no riega el que quiere si no el que puede”. Calidad y cantidad de agua.