Hay varios productos que intentan reemplazar la carne. Las llamadas “hamburguesas vegetales” ya están a la venta en el mercado. La “carne cultivada” en laboratorios, a partir de la multiplicación de los tejidos animales, todavía se encuentra en etapa de estudio y desarrollo, pero se aproxima. Ahora bien… ¿Tienen ganas los argentinos de sustituir el tradicional bife de chorizo por esa extraña alternativa?
La pregunta es pertinente. Y por eso la Fundación Centro de Estudios para el Desarrollo Federal (Cedef) realizó una encuesta de percepción entre julio y agosto de 2019. La pregunta era si la gente estaba dispuesta a consumir “carne cultivada o celular”.
“Hicimos una selección de una muestra no aleatoria de 500 personas, a través de redes sociales y medios electrónicos, y trabajamos sobre dos grandes temas: por un lado cómo perciben los ciudadanos en general a la carne cultivada, y por otro lado, aquellos que se definen como conocedores del mercado de la carne, o como participantes, ya sean productores o intermediarios, cómo ven algunas cuestiones específicas del sector a partir de esta nueva tecnología”, explicó a Bichos de Campo Diego Gauna, investigador que además trabaja en el centro de investigación en Economía y Prospectiva (Ciep) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Mirá el reportaje completo realizado a Diego Gauna:
En el renglón dedicado al consumidor general, y tomando como referencia una escala del 1 al 5 (donde 1 es “no es carne” y 5 define que “es carne”), 30% de los encuestados afirmó que la carne de laboratorio “no es carne”, mientras que 17% afirmó que “sí es carne”. Es decir, más de la mitad de los consultados se mantiene en las opciones del centro, no son terminantes y conservan un margen de duda respecto del producto.
Ahora bien, si uno mira esa misma distribución según la edad de los consultados, encontrará que la proporción de gente que afirma que la carne de laboratorio “no es carne” es la de mayor edad y por lo tanto la franja de consumidores más tradicional, mientras que las generaciones más jóvenes tienden a decir que ese nuevo producto “sí es carne”.
Gauna agregó que “en las asociaciones ganaderas de Estados Unidos y de Argentina no hay consenso en que esto se llame carne sino ‘tejido muscular simple’, pero más allá de estos aspectos polémicos y regulatorios, era interesante la encuesta”.
Otro aspecto del trabajo fue la evaluación de los potenciales atributos de la carne cultivada, que se encuentra todavía en etapa experimental. “Evaluamos cuál es la visión o percepción que tienen en relación al sabor, a la apariencia, las posibilidades de preparación, a la relación con el medio ambiente y con la ética. Y claramente los consumidores miraron que la parte mala que esta carne tendría como atributo sería el sabor y la apariencia, mientras que la parte buena o excelente de este tipo de productos sería su relación con el medio ambiente y todo aquello vinculado a la ética”, explicó Gauna.
Según el investigador, un balance de la encuesta fue que “independientemente de que hayan dicho que esto es carne o no es carne, el 95% de los encuestados coincidió en que, una vez que este producto llegue al mercado, debe tener un etiquetado obligatorio, lo que implica un tema de gran discusión global sobre los productos”.
Le preguntamos al investigador del INTA si él, Diego Gauna, comería la carne cultivada en laboratorios. Respondió: “La probaría en primer lugar. Creo que, a diferencia de la carne vegetal, este es un desarrollo de mas largo plazo, pero pienso que si es exitoso puede tener un impacto mucho mayor en el mercado del que tuvo la carne vegetal”.