Toribio Freire era el propietario de las tierras sobre la pampa ondulada, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, que en el año 1866 el gobierno nacional expropió para montar la primera estación del ferrocarril del Oeste, a la cual llamó Freire. Allí nació la ciudad de Suipacha, entre Mercedes y Chivilcoy, sobre la actual ruta 5.
A unas siete cuadras de la estación y a cinco de la plaza central de la ciudad, la familia Peloso construyó en 1903 su casa y, adelante, un almacén de ramos generales donde estacionaban carros lecheros, caballos de trabajo y luego tractores con acoplado, como cuenta el periódico semanal de la ciudad. En esa casona, ubicada en la esquina de la calles Santiago del Estero y Combate de San Lorenzo, nació y vivió Doña Ñata Peloso, que hoy tiene 85 años de edad.
En 1980 Ñata le alquiló el boliche a Beto Scapino, quien lo administró hasta el 2006, como bar o boliche de campo, que bien pudo haberse llamado pulpería.
A Marcelo Bolia (46), de Mercedes, que vive en Gowland, siempre le apasionaron los almacenes de campo y las pulperías y había alquilado la vieja esquina a Ñata Peloso en 2006, para continuar como bar de picadas, pero corría el año 2018 y lo acababa de cerrar. Se encontró en Suipacha con Elizabeth Sosa (46), quien le contó que también acababa de cerrar su restorán y le propuso reabrirlo en la esquina de la Ñata, pero juntos, para aunar esfuerzos. Marcelo aceptó pero con la condición de no poner restorán sino la primera cervecería de la ciudad.
Y allí salieron juntos a ver a Doña Ñata para hacer un nuevo contrato. La sorpresa -que bien se podría llamar milagro del cielo- fue el gesto solidario de Doña Peloso, quien les dijo que ya no necesitaba el dinero y que no les iba a cobrar alquiler, sino que se los prestaría gratis.
Comenzaron a acondicionar el boliche para reabrirlo como Cervecería Freire, el apellido que dio el primer nombre a la estación de tren en 1866, con picadas para las familias -la idea original de Marcelo- pero esta vez Eli lo convenció de sumar la actividad de restorán, que era la pasión de ella.
Elizabeth había nacido en Suipacha, pero pasó muchos años en Buenos Aires trabajando como jefa en una cadena de comidas rápidas, donde aprendió bien el oficio gastronómico, a coordinar personal y manipular los alimentos. De modo que montaron la cocina que no tenía el viejo almacén y al frente de ella se puso Eli. Marcelo se encargó de las compras con su chata y a atender la barra, pero hasta hoy no se salva de ayudar en la cocina cuando “las papas queman”.
Inauguraron el 22 de octubre de 2018, abriendo sólo los fines de semana, pero tuvieron que contratar a 3 mujeres, ya que comenzaron a ser ubicados por Google Maps, a publicar en las redes sociales, figurando en Facebook, en Pueblos de Buenos Aires y en Pueblos y Parajes, donde de golpe tuvieron 2500 Me Gusta y respondieron 600 consultas. Empezaron a llegar cada vez más turistas, hasta que un día los visitaron los Instagramers de @Viajarenfoco y ya vivieron una explosión de clientes a mediados de 2019.
A los visitantes, Marcelo les recomendaba visitar la iglesia, el bello Complejo del Parque Los leones, donde se juntan los arroyos Durazno y Los leones y nace el río Luján, buen lugar para la pesca y pasar un fin de semana. Les hablaba de que están en medio de dos puntos de la Ruta del Queso y recomendaba La Noche de los Almacenes, en Roque Pérez. Todo esto, mientras les mostraba el sótano donde se almacenaba el vino llegado de Cuyo, y la antigua picadora manual de hielo, por ejemplo.
Eli decidió cocinar con recetas de su abuela, como las empanadas, fritas y picantonas (“las mejores de Suipacha”, dice), ideales para ser aplacadas por una muy buena cerveza artesanal “Utepils” que les provee un productor de Jáuregui. Sirven roja, negra, ipa y algunas más, de estación.
El flan de la abuela lleva dos litros de leche, 18 huevos, medio kilo de azúcar y esencia de vainilla. Eli amasa los panes y prepara pizzas caseras. Las papas fritas son una especialidad, y las “papas Freire” salen con queso cheddar y panceta.
Marcelo dice que sirven la mejor Tabla de Fiambres del mundo, porque consta de salamines de Mercedes y quesos de Suipacha. Las hamburguesas son caseras. Tratan de generar ingresos para la gente de su pueblo comprando la carne a un frigorífico local y las pastas también son caseras, aunque le compran los ravioles a una vecina, los ñoquis a otra, y los tallarines, a otra. Con la cuarentena se han quedado con una sola empleada en la cocina y se mantienen con la venta a domicilio, que entrega Marcelo con su camioneta.
Hasta antes de la pandemia, Marcelo iba a buscar a la propietaria del local, la Ñata Peloso, los domingos, para invitarla a almorzar, porque la considera como su madre. Hoy, Eli y Marcelo esperan que se reactive el turismo para volver a la vida normal, porque sueñan con volver a contratar a más empleadas y a tener lleno su restorán, que se había vuelto un atractivo turístico para Suipacha. Hoy resisten porque les cuesta afrontar hasta los pagos de los servicios.
Eli tiene un hijo de 19 años que la enorgullece porque es bombero voluntario, y pelea codo a codo con su socio Marcelo porque la Cervecería Freire es el único sustento de ambos. No sueñan con ser ricos, sino con vivir tranquilos de una actividad que les apasiona. Si no fuera por Ñata Peloso, ya hubieran quebrado, reconocen.
En medio de semejante crisis, aún existen gestos y gente solidaria, como Ñata y ese hijo bombero que los alientan a no bajar los brazos, sin dejar de celebrar que aún quede gente como Elizabeth y Marcelo que apuestan a sostener los lugares de encuentro, llenos de historia, como esa antigua esquina que han vuelto a poner en valor y enaltece a la identidad de Suipacha.
A Marcelo le gusta mucho el rock nacional y nos quiso dejar de regalo Rezo por vos, de Charly García, en una presentación junto a Luis Alberto Spinetta.