Ya se repartieron los primeros 1.394,5 millones de pesos del famoso Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA), un mecanismo creado por el secretario de Comercio Feletti Roberto con la promesa de que servirá para “bajar los precios del pan”, pero rechazado por todo el universo de molinos salvo dos empresas, con el argumento de que no servirá para bajar los precios del pan.
Ese dinero, equivalente a unos 10 millones de dólares al tipo de cambio oficial, fue un anticipo del Fideicomiso Triguero a solo tres molinos, dos de los cuales se llevaron casi todo el desembolso y forman parte del mismo grupo económico: son Molino Cañuelas SACIFIA y Molinos Florencia SAU. La tercera empresa, pero con una participación mínima, es un pequeño molino pyme de la localidad pampeana de Jacinto Arauz, llamado Molisud SA. De allí tomó la foto que difundió Comercio Interior a los medios, como para maquillar la situación.
El Grupo Cañuelas, y esta pequeña empresa de La Pampa, son por ahora las dos únicas inscriptas al mecanismo lanzado por Feletti incluso a pesar de que todo el arco de la industria molinera cree que no servirá para los fines declamados (bajar el precio del pan) y finalmente terminará siendo un mecanismo de transferencias directas de dinero fresco a un grupo económico que ingresó en convocatoria de acreedores en 2021 con un pasivo tan grande o más que el de Vicentin, de más de 29.000 millones de pesos. Si se suma además el pasivo de 11.000 millones de su controlada Compañía Argentina de Granos, el acumulado llega a los 40.000 millones.
Hay muchas sospechas dentro del sector molinero de que esta Fideicomiso -que se financiará con la suba de 2 puntos a las retenciones de los derivados de la soja. es decir con unos 400 millones de dólares anuales- es en realidad un traje echo a la medida de Cañuelas. Para empezar porque se le permite ingresar al FETA a pesar de ese abultado pasivo, que incluye al Estado entre los acreedores, cuando al resto de la molinería se le exige un certificado de libre deuda con la AFIP.
Pero lo que acrecentó las sospechas fue que el Fideicomiso, que en una primera instancia iba a subsidiar la harina triple cero, que es la que se utiliza para hacer el pan común, terminó subsidiando a una gama de productos refinados que tienen otros destinos menos “solidarios” con los argentinos más desposeídos. En rigor, Comercio Interior difundió que se subsidia la harina cuatro ceros, común y de calidad, la harina tapera, el semolín, y las premezclas y harinas integrales. No vale la pena ni aclarar que Cañuelas, que controla once plantas y el 22% de la molienda de trigo, es líder en todos estos segmentos de mercado.
Los casi 1400 millones de pesos pagados este viernes como primer desembolso son un anticipo por el 75% del trigo que las empresas que ingresaron voluntariamente al sistema utilizarán para elaborar las bolsas de harina que se venderán a menor precio y llevarán la leyenda “subsidiado por el Estado Nacional”, aunque el origen del dinero sea los descuentos que se hacen a los productores de soja.
El monto del subsidio a calcular surge de la diferencia entre el precio actual de mercado del trigo, unos 46 mil pesos por toneladas, y el precio de corte previo al inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, que era de 25.000 pesos. Es decir, el Estado debería subsidiar cerca del 40% del valor de la harina, que así podría llegar a las panaderías y casas de pastas a 1.200 pesos por bolsa de la Triple Cero y a 1.440 pesos en el caso de la Cuatro Ceros. El precio actual de mercado, en el primer caso, es de 1.600 o 1.700 pesos.
Como hay solo tres firmas inscriptas -y de ellas dos pertenecen a Cañuelas- el beneficio se direcciona prácticamente a un solo grupo económico, ya que -según sus declaraciones ante el Ministerio de Agricultura, tanto los molinos de Cañuelas como de Florencia suman una molienda de unas 56 mil toneladas mensuales, mientras que el pequeño Molisud tiene un promedio de 2.500 toneladas por mes.